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quinta-feira, 26 de maio de 2016

AZOLA Y TÉGULAS ROMANAS EN LOS ARENALES


Charca cerca de los Arenales con azola.
El GP tiene predilección por los helechos. Escasos por nuestros campos, amantes de zonas húmedas y sombrías, no existen grandes helechares en nuestros alrededores. Tan solo pequeñas doradillas haciéndose un hueco entre piedra y muros resguardados, y algún que otro sorprendente helechar en los Barruecos de Malpartida. En Galicia, el GP estaba acostumbrado de pequeño a limpiar de fentos pequeños eidos de su aldea materna y a veces los echamos de menos. Pero la azolla es un helecho bastante peculiar. 
La alfombra roja, pero no la de las estrellas del cine...
Islas de azolla colonizando la charca.
      La gran excepción lo constituye la azola, un pequeño helecho acuático, que aparentemente no tiene nada que ver con los típicos fentos terrestres.  Esta bonita planta cubre con extremada rapidez grandes superficies de agua, y está presente en las charcas de los Arenales y la zona de Malpartida. A pesar de su insignificancia, esta planta tiene sus grandes seguidores y sus detractores. Por un lado, la capacidad de fijar nitrógeno y su carácter masivo permiten en los cultivos de arroz actuar como fertilizante naturales estupendos, una vez que los campos se secan y la azolla muere. Pero por otro lado, su número es tan considerable que los especialistas la estiman como una especie altamente invasora para nuestros humedales, provocando daños ecológicos -al crear condiciones de anoxia o falta de oxígeno en las aguas de las charcas que no permite el desarrollo adecuado de la fauna piscícola. 
     La azolla es más interesante todavía si contamos un  episodio muy remarcable a lo largo de su amplia historia como helecho en el mundo. El más conocido es lo
Imagínense el Ártico, cubierto de helechos...
que se conoce en paleontología como "evento azolla", sucedido hace unos 49 millones de años durante el eoceno. Para hacerse una idea, deben imaginarse el océano ártico sin hielo, bajo un calor sofocante que permitiese la aparición de cocodrilos y palmeras en las costas siberianas, y que poco a poco comenzaría a cubrirse por este singular helechito. Una inmensa capa rojiza
 
extendiéndose miles de kilómetros,

hasta donde alcanza nuestra vista, sobre la superficie de un mar que obligatoriamente debía ser escasamente salino para albergar nuestro helecho. Según los geólogos y paleontólogos, el resultado fue una intensa capa de sedimentos formados por este helecho y una consecuencia climática que impulsó el paulatino enfriamiento de la atmósfera por la reducción del CO2, causado precisamente por este helechito. Por
Al final, la azolla acaba cubriendo todo el agua...
eso ya hay gente que considera la solución para el cambio climático... En fin, las cosas son más complicadas que esta simple explicación, pero la idea es buena. Imagínense todos los lagos del mundo anegados por esta singular planta (y destruyendo toda la biodiversidad de los mismos, por supuesto...).



Sillares antiguos emergen enigmáticamente sobre la llanura...
Posible tégula de origen tardorromano, muy parecidas a las de Malpartida.
Aspecto típico de las tégulas romanas, planas y con reborde típico.
  Como epílogo a nuestro encuentro con las azolas, tuvimos la enorme suerte de toparnos con restos de un yacimiento arqueológico. Justo al lado izquierdo de la pequeña charca, nos encontramos con restos tardorromanos (según los estudios arqueológicos sobre la zona), relacionados con la necrópolis de los Arenales, a unos quinientos metros del lugar y de la que ya hemos hablado alguna vez. Un pequeño promontorio en el  terreno, piedras toscamente labradas de sillares  y restos de tégulas de origen romano o altomedieval, que parecen venir de ningún sitio -no hay zonas pobladas por aquí cerca-, nos hablan de este pequeño poblamiento, según los estudios de finales del periodo romano o propiamente visigótico. Las tégulas son un buen indicativo de la edad del yacimiento, (como los graptolites del silúrico), puesto que tras la invasión árabe se acabará imponiendo la teja curvada, más sencilla y fácil de restituir o trasladar. Estas tégulas son  relativamente parecidas a las que podemos encontrarnos por los Barruecos, con el mismo tipo de enterramiento (tumbas construidas sobre el granito), y nos da una imagen de un alto poblamiento de toda la zona desde la edad antigua. Durante mucho tiempo, el GP anduvo buscando por toda la zona estos restos arqueológicos, y ahora se los ha encontrado por casualidad, buscando la azola... Decididamente, hay días en los que uno nace afortunado, y otros en los que por más que te afanes en buscar por el campo, nada encuentras.
Tumbas de los Arenales, relacionadas con lo anterior, de una foto del GP del 2011.
 

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