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sábado, 19 de novembro de 2016

LECCIONES DE GEOLOGÍA E HISTORIA DESDE EL PUENTE DE CORIA

El puente de Coria desde su antiguo cauce, hoy fértiles campos de cultivo. 

El puente de Coria visto desde la cuesta del Cubo.
Coria tiene muchas cosas que ver. Algunas el GP no tiene demasiado interés en volver a presenciarlas (las fiestas de San Juan, como es de suponer en un blog como este), pero otras merecen mucho la pena para echar allí un buen día. Hacía un porrón de años que no pisábamos Coria y ahora, con la prima Tere, el GP se iba a desquitar. Coria es al fin y al cabo, la ciudad de toda la familia paterna, y bien se merece una explicación geológica... 
  Y es que en Coria geología e historia humana van estrechamente de la mano,
Materiales de las terrazas del Pleistoceno: arenas, pizarras
 y cantos rodados procedentes de las sierras y la
penillanura.
como en pocos sitios. La "historia natural" reciente ha dejado mucha huella en la ciudad como en pocos sitios. Basta contemplar la vega del Alagón y a la ciudad vieja, y nos encontramos como dice el dicho de la ciudad "
un río sin puente y un puente sin río". Levantamos la mirada hacia la catedral y encontramos un edificio maltrecho no solo por el paso del tiempo, sino por las vicisitudes de la geología. 
Fantásticas chumberas en la bajada del cubo.
Terrazas terciarias del Cubo, con la muralla a la izquierda.
    La historia popular parece haber vinculado ambas cosas -los daños en la grieta de la catedral y la desviación del río- al terremoto de Lisboa de 1755, cuando solo la primera parece ser consecuencia del seísmo. Lo otro, evidentemente, también tiene que ver. ¿Por qué sino entonces el terremoto en Coria se sintió con más fuerza que en otros sitios de la región? Las grandes construcciones urbanas instaladas sobre terrazas fluviales sufrieron más que otros lugares (busquen grietas también en
 la catedral de Salamanca, por ejemplo) y por lo tanto, el río  también tiene su parte de culpa en la tragedia de 1755. 
   Vayamos al río, bajando por la cuesta del Cubo. Nos acompañan un auténtico tapiz de chumberas, que si no son tan viejas como la ciudad, llevan allí unas cuantas décadas.  Necesitamos bajar por terrazas terciarias, que muestran que desde hace más de 20 millones de años, el río ha aportado sedimentos por toda la zona comprendida entre Moraleja y Coria. Son todos ellos estratos arenosos, con numerosos cantos rodados de cuarzo y cuarcita. Abajo nos espera ese formidable puente sin río, de época renacentista, construido entero en sillares de granito. El río, por lo que parecen atestiguar estudios y documentos, ya a finales del siglo XVI se mostraba sumamente inquieto y con ganas de montar bronca. En la última década del siglo se llevó algún ojo del puente después de una fuerte crecida. En pocas décadas, abandonaría definitivamente el cauce del puente. De esta forma, el puente perdió a su río mucho antes de la llegada del terremoto. Resulta fascinante pasear por esta construcción, estar bajo la bóveda de los ojos y cerciorarse cómo hace relativamente poco tiempo (trescientos años no son nada), la fuerza del agua forzó un nuevo meandro del río. Las arenas, los cantos rodados, quedan convertidos hoy en campos de maíz, y tan solo en contadas ocasiones el agua ha vuelto a correr por el viejo cauce. Como menciona Eduardo Rebollada y Rosalía Merino en su artículo dentro del libro Patrimonio geológico de Extremadura (2005), "el puente abandonado por el río Alagón es uno de los pocos exponentes tangibles de dinámica geológica al servir de ejemplo del funcionamiento hidráulico de un río, su dinámica y su evolución, relacionada claramente con la tectónica". En definitiva, no siempre se tiene un referente humano de hace quinientos años que marque precisamente estas oscilaciones geomorfológicas.

Pizarras mosqueadas en las mismas rampas. 
Estela funeraria roman reutilizada en la muralla al final del Imperio
y posiblemente recolocada o reforzada en épocas posteriores.
  Volvemos a subir la muralla. Encontramos allí materiales de todo tipo. Sillares graníticos de los tiempos del Bajo Imperio Romano, reutilizados frecuentemente por los árabes en los tiempos de la Reconquista.Le acompañan después todo tipo de pedruscos del lugar: cantos rodados, lascas de pizarras, junto al ladrillo y la argamasa. Vemos que algunas pizarras utilizadas han sufrido metamorfismo de contacto con sus habituales moscas, y que el granito se ha debido traer de algo más lejos que las terrazas del río. De aún más lejos debe ser el mármol romano que se muestra en algunas casas señoriales de la parte vieja, como la que muestra la prima Tere. 
   Sobre el carácter romano de la muralla cabe comentar las mismas cosas que decíamos de Mérida. Sin contar por supuesto el castillo, de finales del XV
Lienzo de la muralla de origen moderno, ligeramente
inclinado, y levantado en el siglo XVII como defensa de
la ciudad contra los enfadados vecinos portugueses.
,  se observan bien los lienzos conservados  más puramente romanos (construcción a hueso, utilización de mampostería de granito etc..) frente a otras construcciones posteriores (argamasa de pizarra y canto rodado en las partes altas o bajas), que responden a construcciones posteriores, de la época de la Reconquista o incluso del siglo XVII, cuando Coria tomó parte activa en las guerras por la
Detalle de los materiales de la construcción del XVII:
aquí vale todo. 
independencia de Portugal (entre 1649 y 1665) y fue sitiada por nuestros vecinos de la Raya. Esta muralla moderna, más cutre y casera, se observa muy bien desde la subida del río y aquí los caurienses tiraron de todo tipo de materiales para levantarla a toda prisa contra los portugueses. 

Lienzo de la muralla en el que se ve la yuxtaposición de las
distintas épocas constructivas de la murala.
  Por último, centramos nuestra mirada sobre la catedral (o lo que nos dejan ver ahora mismo, que es casi nada). La catedral nos permite reconocer las otras heridas provocadas no por el río, sino por el terremoto. Una enorme grieta cubierta ahora de andamios, y una balaustrada medio derruida en el tejado de la catedral, dan muestras del temible efecto de aquel terremoto en noviembre de 1755. 
Balaustrada barroca arruinada con el terremoto de Lisboa.
Se dio la mala suerte de un derrumbe en su interior en plena celebración de una misa, matando a varios caurienses. Y volvemos a la pregunta que nos hacíamos previamente. ¿Por qué afectó más a esta catedral y dejó sin daños visibles a otras construcciones? La respuesta básica corresponde al tipo de suelo sobre el que se levanta la catedral. A diferencia de buena parte de los emplazamientos medievales de la región, Coria se levanta sobre terrazas fluviales. Los materiales aquí son poco consistentes y escasamente consolidados (se tratan básicamente de limos y arenas de la cuenca del Alagón) por lo que son mucho más sensibles a la actividad tectónica. Si añadimos que la catedral se levanta sobre el límite de dicha terraza, podemos entender que fue algo así como un castillo de naipes sobre una mesa resbaladiza. En definitiva, Coria bien se merece una buena tarde paseando por ella...  


La grieta en la cabecera de la catedral,
provocada por el terremoto.

La prima Tere, haciendo de guía estupenda por la ciudad,
antes de tomarnos una cerveza... Lápida romana.
Mapa geológico de la zona. Hacia el sur, la penillanura del Alogrupo Domo Extremeño (el CEG precámbrico),.
Hacia el norte, la cuenca terciaria del Alagón, prolongándose hasta Moraleja. En el medio, los materiales más recientes
del río Alagón, cuaternarios. 
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