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sábado, 10 de dezembro de 2016

FALO IMPÚDICO EN LA SIERRILLA

May the force be with you, joven falo. 
    Presentamos aquí la seta más impresentable de nuestro entorno: el falo impúdico. Sobran comentarios en torno al nombre y la forma de esta seta. Dicen que esta fantástica verga vegetal se asoma con frecuencia en nuestros bosques y campos, pero el GP es la primera vez que se topa con una de ellas, aislada y sin otro rival en su entorno. Por si la forma no fuese suficiente, el sucio líquido que recubre el sombrero de este hongo es verdaderamente pestilente (hasta el que escribe, que no huele nada, no pudo evitar taparse la nariz). Pero esa pestilencia constituye una vez más, una argucia de las setas para garantizar su supervivencia y adaptación al medio. Al igual que sucedía con otros falos veraniegos, las moscas e insectos que acuden a ellas por el fétido olor impregnan sus diminutas patas con este líquido que no son más que esporas a la espera de ser diseminadas por todas partes. Así que la mosca o escarabajo inmundo que acuda a esta seta, se llevará encima una bonita carga de esporas dispuestas a conquistar el mundo para los falos. Todavía hay gente que dice que este falo es comestible cuando no ha roto el huevo. Muy muerto de hambre hay que estar para probar este hongo una vez que lo hueles en su etapa adulta. 
El entorno rocoso y de retamas, protegiendo
el falo. 
 Llamó la atención el lugar resguardado donde apareció la seta. Entre las peñas cuarcíticas de la sierrilla, muy próximo al depósito, y cerca de retamas, que es al parecer la planta que suele acompañar a nuestro falo. No vimos ninguna más. El falo suele aparecer antes, pero este diciembre recalentado que nos acompaña ha favorecido una interesante explosión micológica en el último par de semanas... Así, en las laderas del depósito, bajo las encinas y alcornoques, hemos contemplado las únicas macrolepiotas de este año, una seta que por sus cualidades culinarias, resulta a veces difícil de encontrar en las dehesas. Los cortinarios trivialis y los lactarios de la encina son ahora también muy abundantes. Lástima que la basura de la zona se haya convertido en una parte muy importante del paisaje, al igual que ocurre desgraciadamente en el Junquillo, y que los cristales rotos y los plásticos acompañen a estos magníficos hongos en su crecimiento. 
 

   

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