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sábado, 29 de abril de 2017

ALTRAMUCES Y CARRACAS POR LOS LLANOS DE CÁCERES

     
 

Los postes de las carracas. Ctra. Santa Marta.
    Hace unas semanas, cuando el campo todavía estaba verde, el primo Carlos
Campos cultivados de altramuces.
invitó al GP a una vuelta por los llanos de Cáceres, " a ver bichos", como es su costumbre. El primo Carlos es veterinario de formación, naturalista, ornitólogo de primer orden, y sobre todo, un rastreador montaraz que ni el mismo Aragorn, hijo de Arathorn, podría igualar. Mochilero de naturaleza, capaz de reconocer las sendas de animales, solo por sus pisadas (y sus cacas), conocedor de todas las siluetas y vuelo de rapaces, es un joya tenerlo de compañero por un día. Así que agarramos el coche y nos fuimos a los llanos para poder observar un nido de águila imperial localizado en un eucalipto en mitad del llano arrasado.  Y aunque el eucalipto lo vimos, junto a un buen rebaño de ovejas, no logramos visualizar las águilas. Eso sí, por el camino después veríamos unos preciosos campos de altramuces cultivados (Lupinus luteus) que emocionaban al GP.  
Carlos echando una foto a las jaras, que también existen...
     No andábamos solos. Sorprende el número de gente que andaba por el campo en la Semana santa, y que no está precisamente buscando pasos de procesiones.  Alemanes y holandeses, parapetados en el cruce de Santa Marta con el camino del Casar, también rastreaban pájaros, con impresionantes cacharros sobre trípodes que ya le gustarían oler al GP y Carlos. Una familia alemana entera, con niños, esperaba pacientemente al padre que echase la foto de rigor a las perdices de turno. Del otro lado del arcén, un serio holandés andaba medio enfadado porque le
Pareja de perdices por el llano.
habíamos espantado los bichos con nuestro coche. We are terribly sorry, dijmos; nos respondió con algún monosílabo y él siguió a lo suyo (no le dio tiempo al GP ni de decir Ik houd van Nederlands). Desde allí, avutardas y mochuelos, y sobre todo, unas estupendas carracas instaladas en los nidos de postes de luz, habilitados solo para ellas -aunque otros muchos bichos se beneficien del tema-. 
    Conclusiones: los llanos son más que una estepa, y en ellos transitan también más que estupendos pájaros. Un turismo ornitológico que se nos escapa de las manos y al que quizás no concedemos el suficiente valor, o al que le vendemos demasiado barato nuestra mercancia ecológica. Pero eso fue tema de otra conversación, para más adelante. 
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Altramuz cultivado, amarillo (los silvestres son azules)
     
    Hoy tan solo hablaremos algo más sobre nuestros altramuces. Lupinus luteus en plena floración. Frente al Lupinus albus, de color habitualmente azul, la coloración amarilla del Luteus nos permite distinguir fácilmente la planta. Esta especie -la luteus- se adapta bien al clima mediterráneo, siempre y cuando no se cultive sobre suelos básicos calizos -en los llanos no hay ni un gramo, salvo la grava de la carretera-. Ver los altramuces nos recuerdan lecciones de historia: Las leguminosas se utilizan desde la Edad Media, allá por el siglo XI, como fertilizantes naturales del suelo, nitrogenando los lugares que antes han sido utilizados para el cereal. Una cosa tan simple permitió una auténtica revolución demográfica en Europa. En estos llanos, el cereal es cada vez menos abundante, y estos vistosos prados amarillos son también raros de ver. 

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