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terça-feira, 30 de março de 2010

DE VISITA A... LA DEHESA DEL JUNQUILLO


Laderas desde la zona del Junquillo.
Ladera desde Aldea Moret, cuajada de margaritas. Uno se deprime pensando en el erial que se convertirá esto en verano.  
En lo alto uno puede encontrarse charcas para el ganado, este año repletas de agua y con ranúnculos en la superficie. Lamentablemente, todavía es temprano para los anfibios, dado el retraso con el que viene la primavera este año.

Una vez hechos los deberes paternales  con el correspondiente cambio de pañales y achuchones varios, el G.P. ha podido desempolvar la bicicleta después de una larga temporada y dedicarle unas cuantas pedaladas a su hobbie favorito. El lugar seleccionado esta vez ha sido la dehesa que ocupa el cerro entre Aldea Moret y el Junquillo, lugar que el autor no visitaba desde sus tiempos mozos de la adolescencia, cuando solía asar las castañas por allí. Los tiempos cambiaron desde entonces: al lado del monte arbolado intenta levantarse una urbanización, producto de mastodónticos planes urbanísticos,  y el adolescente que asaba castañas... lejos queda ya. Pero los árboles siguen allí, aún se mantienen los restos de un bujío en la cima del monte, y el paseo mereció la pena. Lástima que al final el G.P. perdiera el rumbo y acabara saltando una cerca de alambres donde casi se deja la bicicleta, la mochila y el trasero. Gajes del oficio.
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Lo cierto es que el lugar en la época que nos toca comentar no tiene desperdicio. Los pájaros son muy abundantes, y en un breve paseo observamos, aparte de las típicas cogujadas, verderones y páridos, otras especies que no se dejan ver con tanta facilidad, como el alcaudón, la abubilla o los milanos negros, que en esta época de reproducción se les puede ver volando continuamente por encima del encinar.
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El amigo que nos aseguró la presencia de cuarzos hermosos -un paisano de Aldea Moret que frecuentaba este monte de pequeño- no dijo el lugar, pero teniendo en cuenta que el monte está en el cierre del sinclinal de Cáceres, es fácil suponer los filones de cuarzo cristalizado en la cuarcita armoricana (presente en la cresta del relieve, en buzamiento vertical), o en las cercanías colidantes con el batolito de Malpartida - Cabeza de Araya. Lo cierto es que sí hemos encontrado rocas de metamorfismo de contacto -pizarras moteadas y esquistos- en las laderas de Aldea Moret, y pegmatitas con turmalina, roche rock y calcedonia, en los terrenos del batolito, colindante con la carretera de Malpartida. 
Entre los pájaros que pudimos localizar, este alcaudón se dejó fotografiar a lo lejos antes de echarse a volar. En el momento de la fotografía, la mala visión del G.P. apenas reconocía una mancha en el objetivo de la cámara. El alcaudón tiene relativa mala prensa por su "maligna" costumbre de ensartar a sus presas en las ramas secas de los árboles, como medio de almacenar comida. Los hombres antiguos equivocaron ese medio de supervivencia con sus propios instintos morales hacia la crueldad.

Una abubilla con su característica cresta, buscaba comida en el tronco de esta encina.
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Mi bólido, puesto de barro hasta las orejas, como yo. La lluvia no perdona.

3 comentários:

  1. Ya veo que empiezas a salir de casa. A ver cuándo nos haces una visita al blasfemarium del Ateneo, te estamos esperando.
    Besitos a Juan.

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  2. No te creas que no tengo curiosidad de ir!!! aunque solo sea por el placer de desbarrar un rato y tomar una cerveza!
    juanito te manda otro beso...

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  3. ¡Qué lindos lugares Angelín! Extrañaba salir por ahí con tu bicicleta, ji, ji!!!
    Qué placer aquello de las castañas, ¿hacían el fuego ahí al aire libre? ¿Cómo las preparaban? ¿Reconociste los árboles de la adolescencia? Cuánta riqueza hay para legar al Juanín.
    ¡Arriba con los paseos y viajes en el tiempo!
    Salud

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