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sexta-feira, 2 de dezembro de 2011

RÚSULAS Y OTRAS SETAS...

                                          Rúsulas, creciendo entre la acícula caída de los pinos.


                                            Setas de chopo creciendo alrededor del árbol.
     
       Con medios precarios, el G.P. se ve obligado a seguir esta bitácora cueste lo que cueste. Y en esta ocasión seguimos con nuestros descubrimientos otoñales favoritos: las setas. Si una cosa tiene buena el parque del Príncipe para esto, es que por la presencia de distintas especies de árboles (pinos, chopos, praderas)  el número de diferentes hongos también se hace más elevado. Mientras el G.P hacía sus fotos correspondientes con una miserable cámara de vídeo, una pareja de señoras buscadoras de setas se acercó a nosotros y empezaron a hablarnos del tema. Nos aseguraban que habían recolectado níscalos, lepiotas, boletus aereus y otras bondades de la naturaleza en el parque y alrededores. "Las lepiotas de aquí", decían, "mejor dejarlas crecer más, no vaya a ser que nos toque alguna mala". Lo que no podía entender es su afán destructor sobre cualquier hongo que no fuera comestible. Como si las setas solo valieran por su bondad hacia el sentido del gusto y no de la simple vista...
    En dicha salida, dos setas llamaron poderosamente nuestra atención y la de nuestra patética cámara: las rúsulas y las setas de chopo. La primera aparece en los pinares y en realidad es una familia entera de setas, con multitud de especies. Aunque no demasiado altas, son muy hermosas por los colores rojizos que presentan, en contraste con su interior amarillento. Desgraciadamente, y como cualquier micófago sabe, buen número de ellas son intragables para el paladar.
      Nuestra otra seta, la seta de los chopos, se distingue fácilmente porque crece únicamente al lado de ese árbol. No sabemos si parasitando o suponemos que "micorrizando" el mismo (fascinante término con el que hablamos de una simbiosis entre ambas especies), y esta sí es mucho más buscada no por su singular belleza sino por sus propiedades culinarias. En cualquier caso, verla crecer en las raíces o en algún hueco del tronco del árbol es algo siempre hermoso.

Otra maravilla digna de verse.

                         ¿Por qué el otoño tiene que ser triste? Las hojas ofrecen buena diversión.

3 comentários:

  1. Ya veo a Juan hecho todo un hombrecito.
    Un abrazo.

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  2. Perdona que no te haya contestado antes. Tengo este blog medio abandonado por mis problemillas técnicos con las cámaras de fotos. Eso sí, sigo andando por el campo con Juan y como tú dices, está hecho un hombrecito, o mejor un bicho que no para. Por lo menos espero que le acabe gustando el campo tanto como al padre!!

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