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domingo, 21 de dezembro de 2014

EXPLOSIÓN DE SETAS EN EL OLIVAR DE LOS FRAILES

Níscalos (parte central), rúsulas (a la izquierda) y algún tipo de Leccinum a la derecha. Todos ellos, compartiendo hábitat entre las acículas de un puñado de pinos carrascos en lo más alto del Olivar de los frailes. Esto fue el 15; una semana después, no había ya ni rastro de níscalos.
Preciosos lactarios con apariencia de níscalos.Para evitar confusiones, basta mirar el árbol bajo el que se cobija: si, como en este caso, son encinas, tengamos por seguro que no son níscalos y que muy posiblemente se trate de especies incomestibles y picantonas.  

Un último tesoro que añadir: tricoloma azufrado. La fotografía no  hace honores del intenso color amarillo que muestra esta seta. Nuevamente el color lo hace inconfundible, pero si no nos fiásemos, basta olerlo. Hasta la nariz escasamente desarrollada del GP es capaz de distinguir un olor tan fuerte como el de esta seta. Huele como si acercásemos la nariz a una bombona de butano abierta.
 Más tricolomas azufrados. Estaban por todas partes, pequeños y grandes, con sus largos pies levantándose desde el suelo. Pueden confundirse con las setas de los caballeros, pero el olor, las láminas separadas y el pie más estilizado permite diferenciar bien ambas setas.
 Los boletus no faltan a la cita, aunque menos, tal vez porque sean buscados. En este caso, posibles Boletus fragans, comestibles. De todos modos, el GP sigue siendo un negado en cuestión de boletus.
Estupendos tricolomas, quizás  Tricholoma saponaceum. Su sombrero puede dar la sensación de encontrarnos ante las amanitas phalloides, pero basta mirar su pie para observar que no tienen nada que ver con estas setas venenosas.
Las bonitas amanitas de pie grueso (Amanita spissa) también animaban el ambiente setero del parque... Aquí, sobre otro hongo que ya ni me dio tiempo a mirar.
      El último fin de semana (15 de diciembre) fue de estos que permiten una fugaz explosión micológica. Días de lluvia, seguidos de tiempo en calma sin temperaturas demasiado bajas y con buenos ratos de sol. Lo idóneo para que una gran mayoría de hongos vuelvan a salir, incluso aquellos que habitualmente faltan ya a estas alturas. Evidentemente, no se encuentran ya por todos lados, pero un lugar tan particular como el Olivar de los frailes, bien resguardado y con distintos tipos de vegetación, sigue siendo un lugar idóneo para estas ocasiones. Una semana después (ya rozando navidades) y tras algunos días de frías nieblas el GP pensó que las setas habrían pasado a mejor vida, pero ¡fíate tú de los hongos! El parque seguía intensamente cubierto de ellas y algunas más se habían sumado a la fiesta. Ya no había níscalos (tal vez alguien les haya sacado un buen partido) pero el resto seguían ahí, incluso más bonitas que la última vez: volvarias, tricolomas, lactarios, rúsulas, amanitas, boletus y otras más diminutas que directamente ya no nos dio tiempo a observar... La terrible lástima era que muchas de ellas, estaban magulladas y reventadas en pedazos por los paseantes o levantadas por animales (vimos conejos merodeando entre setas). Si no fuese por eso, hablaríamos de un auténtico tapiz bajo algunas encinas... Un buen lugar, en definitiva, para decir adiós a la temporada, que ha sido bastante generosa.

Un pequeño pinar en el olivar de los frailes permite que setas como los níscalos hagan su aparición, añadiendo más especies a la colección del bosque mediterráneo. Decididamente, constituye un lujo tener semejante variedad tan cerca de la ciudad. Alguna ventaja tenía que tener vivir en la Vetusta del sur.

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