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sábado, 9 de abril de 2016

BUITRES, GALÁPAGOS Y ORQUÍDEAS EN EL GUADILOBA


Un buitre de los buenos; no de los que salen en los papeles de Panamá.
Un galápago más valiente, expuesto a nuestra cámara.
Lo de salir al campo es una auténtica lotería. Hay veces que preparas a conciencia una salida, con un objetivo bien claro y te llevas una decepción: ni un miserable bicho, ni un pedrusco, ni una seta pocha o una flor pasada. Y otras veces y cuando menos lo esperamos... pues nos toca el gordo. Y eso fue lo que le pasó al GP ayer; íbamos de visita al meandro del Guadiloba, y se encontró de golpe y porrazo, con una convención de una treintena de buitres leonados, anades -que ignoro su nombre-, una reunión de galápagos leprosos al sol, un par de carpas en la orilla de un remanso y hasta una nutria practicando saltos de natación. Y todo esto a tan solo tres kilómetros del entorno urbano y el cinturón asfaltado de la Ronda Norte. Qué más se puede pedir...
Galápagos tomando el sol que más calienta...
Por si fuera poco, para darle un toque geológico al asunto nos encontramos con cuarcitas con skolitos venidos de la Sierra de la Mosca y unas estupendas grauvacas "enrejadas" en cuarzo (el nombre es del GP). Y de vuelta a casa, sin esperarlo, en la cima de un cerro pelado, con magníficas orquídeas del tipo Ophris speculum y la Ophris tetendrifera. Esta última, por cierto, nos acompañaría en el borde de la carretera hasta casi llegar a la Ronda norte. 
Ophrys speculum fuera de su hábitat común, los suelos calizos del Calerizo.
   Ciertamente, resultaría falso decir que no esperábamos algunas cosas. El GP había visitado la zona en febrero y se dijo para sí que la zona debería prometer en la primavera, para avistar anfibios y otros bichos. Pero curiosamente, con esto apenas tuvimos suerte, y salvo unas ranas comunes saltarinas en los charcos más apartados del río, no pudimos distinguir ningún anfibio de renombre.  Otra vez será, quizás en el verano, cuando a estos vulnerables bichos no les quede otra que juntarse todos en el último riachuelo con agua de la comarca...

Ophrys tentendrifera, cerca del camino al Guadiloba.
Esto, una vez más, nos hace pensar en la particular fortuna de vivir en una pequeña ciudad como Cáceres, sin industria, con poca agricultura en nuestros alrededores y con espacios naturales diferentes como la sierra de la mosca o la penillanura. Una ciudad con más recursos habría destruido tanto su patrimonio histórico como su entorno natural. Alguna ventaja debía tener el vivir en el desierto humano de Extremadura... 
 





                                                                                                                                                                                                                                                   Vista del inesperado lugar donde encontramos a las O. speculum, justo detrás de la bicicleta, al lado del camino que conduce al Guadiloba. Desconocemos si es muy normal que aparezcan fuera de sustratos básicos. La única explicación posible que el GP se puede dar es que el camino está hecho a base de arena y grava caliza, y esto tal vez ha facilitado la aparición -limitada a unos pocos ejemplares de esta orquídea-. La otra sin embargo es mucho más abundante, y como decíamos, nos acompañaba a ratos por el camino.

 Grauvakas con filones de cuarzo entrelazados en uno de los cauces abandonados del meandro.
 A diferencia de su tramo inferior, el Guadiloba aparece aquí mucho más limpio, antes de que el arroyo del Marco y las depuradoras de agua de Cáceres viertan aguas residuales urbanas.

2 comentários:

  1. Gracias! merece la pena visitarlo en esta época del año. Es como tener fauna silvestre a la puerta de tu casa...

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