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segunda-feira, 27 de fevereiro de 2017

CAMPOS DE ERODIUM EN LA DEHESA DE CONEJEROS


Detalle de estos Erodium.
Cualquiera diría que estos pastizales floridos están separados de la ciudad
meramente por la línea del tren...
Ya tenemos aquí los primeros prados de la primavera. Cuando aún faltan algunas semanas para los típicos mantos de compuestas y borragináceas (margaritas, viboreras y demás compañías...) ya tenemos a finales de febrero las flores de diminutas Erodium, de la familia de los geranios silvestres. Aunque este es el género, no tenemos ni idea de a qué especie puede pertenecer semejante florecilla. Las fotos están tomadas de la dehesa de Conejeros. El GP iba buscando algún buen manto de narcisos amarillos por los llanos de las Capellanías, cuando divisamos las pequeñas lomas arboladas de Conejeros con colores rosados. Así que nos desviamos con la bicicleta a inspeccionar, después de llenarnos de fango viendo una charca rebosante ya de ranas. 
Estos Erodium, sobre la superficie plana del canchal comparten el escaso
 suelo del lehm con los narcisos bulbocodium
    Las flores que formaban este tapiz eran estas Erodium, en gran número para compensar el carácter diminuto de las flores. Estos geranios están instalados sobre suelos pobres de lehm y a veces compartiendo el lugar de los narcisos Bulbocodium, lo que muestra las pocas pretensiones edáficas de estas flores (parece ser que gustan precisamente de estos terrenos graníticos o
Los diminutos geranios, coronando las lomas de Conejeros.
Aquí nos damos cuenta del entorno propio de
esta florecilla. Las zonas de vaguadas no son tan prolijas en esta flor.
calcáreos). El berrocal está muy cerca de la superficie y apenas hay profundidad del suelo, aunque según los entendidos estas plantas requieren de algo más de humedad que la que necesitan otras especies termófilas. 

   Aparte de estas flores, nuestro breve paseo tuvo otras recompensas: especialmente una culebrilla ciega (Blanus cinereus) al levantar una piedra (la primera que reconoce el GP como tal, antes pensaba que eran lombrices). Cuando nos atrevimos a cogerla con la mano ya era tarde y se escabullía hacia su morada subterránea, así que el GP se tiene que contentar con alguna foto parcial. A pesar de su aspecto, no hay que confundirlas con las culebras o víboras. De hecho no pertenece al orden de los ofidios, sino al de saurios y está por lo tanto más cerca de los luciones y eslizones.    

Un último invitado en la fiesta floral: la culebrilla ciega. Esta especie es bastante rara de ver, no por su escasez, sino sobre todo por su hábitat subterráneo. Además, si la localizamos, podemos confundirla fácilmente con una lombriz grande y gorda.
Si levantamos piedras podemos tener la suerte de encontrarnos alguna en los terrenos arenosos del granito. Claro que
posiblemente será más fácil ver alacranes antes. Cuidado...

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