GUÍA DE ROCAS DE CÁCERES

GUÍA DE FÓSILES DE CÁCERES

terça-feira, 14 de agosto de 2012

IMPORTANCIA HISTÓRICA Y CULTURAL DE "MINA ESMERALDA"

       Aquí dejo el pequeño trabajo que hice en colaboración con el estudio de arquitectura ARC para la justificación histórico-cultural de la restauración de la chimenea del Pozo de mina Esmeralda. El tema es más serio que de costumbre, pero creo que merece la pena para aquellos amantes de la historia y la geología de nuestros alrededores. El texto está hecho en colaboración con el arquitecto Eduardo Reveriego y las fotografías, por una vez, son hechas por ARC y no por el G.P...
ÍNDICE
1 – INTERÉS GEOLÓGICO-MINERO
2 - ALDEA MORET Y MINA ESMERALDA EN LA HISTORIA ECONÓMICA CONTEMPORÁNEA.
3 – VALORES ARQUITECTÓNICOS Y DE PATRIMONIO.
4 – MINA ESMERALDA: ENTORNO Y CHIMENEA
5 – BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

1- INTERÉS GEOLÓGICO-MINERO                      
            Los yacimientos de Mina Esmeralda, al igual que todas las explotaciones de los alrededores, descansan sobre los límites geológicos de lo que se conoce como sinclinal de Cáceres, muy cerca del contacto con el batolito granítico de Cabeza de Araya.
           Este sinclinal está constituido por una sucesión de elementos sedimentarios paleozoicos, similares a los presentes en otros puntos de la geografía cacereña (San Pedro, Villuercas, Monfragüe, Cañaveral) y que explican también la orografía de toda la comarca.  La zona de Aldea Moret se encuentra enclavada, dentro de dicho sinclinal, sobre un conjunto sedimentario calcáreo, en el que dominan calizas, dolomías  sometidas a un metamorfismo de grado bajo, lo que le da un aspecto marmóreo y cristalino en la mayor parte de las ocasiones. Las propias escombreras todavía existentes de la Mina Esmeralda dan buena cuenta de estos materiales calizos, con sus típicos cristales dolomíticos en forma de estribo o con hermosas drusas de calcita, y todavía presentan interés mineralógico para coleccionistas y aficionados a la geología. 
          Al sur de Aldea Moret, y rodeando el sinclinal se encuentran terrenos geológicos más arcaicos, el Complejo esquisto-grauváquico (C.E.G.) o alodomo extremeño, del precámbrico, y las formaciones graníticas antes mencionadas de origen herciniano. Precisamente, el contacto de este batolito –rico en muchos lugares en P, Sn, Li y W- con el sinclinal ha permitido la aparición de una paragénesis mineral interesante que se ha traducido en Aldea Moret con la presencia de numerosos filones de apatito masivo -fosfato cálcico-, alternando con las calizas y dolomías marmóreas dominantes.  Los filones presentan muy distinta entidad y grosor, aunque su paragénesis suele ser siempre la misma: apatito masivo –en su variedad de dahlita y más raramente colofana- acompañado de cuarzo o calcedonia. Todavía hoy se pueden observar multitud de estos filoncillos en cualquier obra de importancia de esta zona. Los yacimientos mineros propiamente dichos fueron los que se explotaron sistemáticamente entre 1876 y 1960, y entre ellos el de la Mina Esmeralda fue de los primeros.
            Siendo geológicamente más precisos, Mina Esmeralda se levanta sobre un promontorio creado por el buzamiento de los estratos del propio sinclinal. Estos estratos son dolomías o calizas magnesianas de tipo marmóreas, de edad carbonífera,  y cuyos estratos se rompen al sur hacia una pequeña depresión cubierta con materiales cuaternarios y en el que confluyen los acuíferos provocados por el propio enclave calizo dominante y por las mismas explotaciones mineras (el aliviadero de Mina Esmeralda, con un caudal de 8 l/s) formando parte de lo que comúnmente se llama “El Calerizo”.
            La importancia económica que tuvieron tanto la Mina Esmeralda como las explotaciones de Aldea Moret solo son comparables en la provincia de Cáceres con las labores de fosfato “Constanza” de Logrosán o con la mina “La Parrilla”, que detentó buena parte de la producción de wolframio y estaño nacional a mediados del siglo XX.  Su prolongación en el tiempo y el impacto que tuvo tanto en el urbanismo cacereño como en los restos que todavía hoy se mantienen, precisan sin embargo de una explicación que rebasa su interés puramente geológico o minero.
2- ALDEA MORET EN EL MARCO DE LA HISTORIA ECONÓMICA CONTEMPORÁNEA       
La historia de la explotación de la mina Esmeralda, y por inclusión del conjunto de las minas de Aldea Moret, nos lleva al siglo XIX. Podríamos decir sin equivocarnos que con este yacimiento la ciudad de Cáceres quedaba ligada por primera vez en su historia a los circuitos comerciales globales que se estaban impulsando con fuerza gracias a la Revolución Industrial.
Efectivamente, esta revolución industrial provocó a lo largo del siglo XIX no solo un vertiginoso incremento del volumen de las transacciones comerciales mundiales, sino que también provocó significativos aumentos en la población europea e impulsó movimientos migratorios. Esto a su vez produjo una expansión agrícola paralela en todo el mundo y en los países emergentes de la época (EEUU, Australia y Argentina, especialmente), destinada a satisfacer la creciente demanda de alimentos y bienes agrícolas para Europa.
Lógicamente, el incremento de productividad no se redujo solo al campo industrial gracias a la llegada de las máquinas. En el sector agrícola, se empezó a extender el uso de abonos que permitiesen un mayor incremento de una producción que ya no se reservaba al mercado local sino que iba dirigida directamente a la exportación para un mercado internacional. Es en este contexto en el que tenemos que explicar el auge (e igualmente la decadencia) de las explotaciones de Aldea Moret. El fosfato se presenta como una materia prima de primera necesidad para mantener los rendimientos de la agricultura más avanzada de la época.
Durante buena parte del siglo XIX la mayor producción de fosfatos se desarrolló en las costas del Perú (las célebres explotaciones de guano, un fosfato de origen orgánico) pero sin embargo estas se encontraban en fase de estancamiento a finales del siglo XIX.  Fue en ese momento en el que empezaron a buscarse nuevos yacimientos que pudieran satisfacer la demanda creciente de abonos del mercado internacional, y es justamente en ese instante en el que se decide y se reúne un capital suficiente capaz de poner en explotación de los yacimientos de fosforita de Aldea Moret, casi al mismo tiempo que los yacimientos de Logrosán (1864). 
El conocimiento de los yacimientos de fosfatos en Aldea Moret se sabía desde fechas anteriores, pero fue en esas décadas en las que la población cacereña y la sociedad española en general empezó a ser consciente del calado e importancia de esta nueva riqueza industrial. Son los años dorados de la minería española (el mercurio de Almadén o los sulfuros de Río Tinto, por poner ejemplos), en las que grandes sociedades, en su mayor parte de capital extranjero, se lanzan a una explotación ferviente de los recursos de nuestro subsuelo. Los yacimientos cacereños no fueron una excepción a esta fiebre extractiva.  Entre los años 1866 y 1875 se sitúan los inicios de la explotación del yacimiento de fosforita en el Calerizo cacereño por la sociedad minera La Fraternidad, creada a partir del descubrimiento del filón de mina Esmeralda, estableciéndose asentamientos junto a los pozos de acceso, y generándose así el primitivo barrio de Las Minas.  Rápidamente, un ambiente de euforia se extendió entre aquellas élites sociales que soñaban con un germen de industrialización en una sociedad eminentemente agraria y atrasada. Sin embargo, en esta primera fase, las explotaciones fueron sumamente rudimentarias, los medios extractivos eran precarios y la falta de comunicaciones con los mercados del mineral hacían que el fosfato extraído fuera costoso y su comercialización poco rentable.
Esta atonía desapareció cuando las explotaciones atrajeron el interés de las élites políticas de la Restauración, bastante dispuestas a explotar y participar en los beneficios mineros. En este caso, el político liberal Segismundo Moret adquirió los derechos del rico coto minero en el año 1876: gracias a su iniciativa e influencia en Madrid –no olvidemos que llegó a la presidencia del gobierno varias veces- se creó el primitivo Barrio de Moret y se construyó en 1880 el ferrocarril que enlaza Cáceres con Lisboa, lugar y puerto de embarque de los fosfatos hacia toda Europa. El primer ferrocarril cacereño tuvo, por tanto, una base minera, y marca un antes y un después en la expansión de las explotaciones, abaratándose el precio del producto. Con el tiempo, este simple asentamiento minero, dirigido en un principio por la empresa "Unión Española de Explosivos" (más tarde "Explosivos Rio Tinto"), se convirtió en un pequeño poblado gracias a su prosperidad económica. Desde el año 1886 se comenzó la exportación a países como Inglaterra, Alemania, Francia, Bélgica y Holanda de un mineral de acreditada calidad, y el fosfato cacereño empezó a cotizar en los mercados internacionales.
Al entrar en el siglo XX, la producción de fosfatos está en su fase álgida, si atendemos a su participación en el mercado de capitales. En el momento de máxima extracción se encontraban en producción las siguientes minas: Perla de Cáceres, La Esmeralda, San Salvador, María Estuardo, Abundancia, Labradora, Imposible, Casualidad, Agricultora, San Eugenio, San Salvador, Estrella, Eloisa, Productora, Esperanza y Carvajala, totalizando 12 pozos de extracción de mineral y 119 construcciones anexas,  y sin contar otras muchas explotaciones más pequeñas destinadas al beneficio de filones mucho más reducidos.
La mejora de las técnicas extractivas y de procesado permitieron la fabricación de los superfosfatos, de mayor concentración y riqueza en fósforo; para ello se instaló una fábrica de ácido sulfúrico, la cual empleaba las piritas provenientes de Huelva. Las dos primeras décadas de siglo marcan su mayor auge, cuando las fábricas de Aldea Moret también se alimentan de los materiales extraídos del filón “Costanaza” de Logrosán y de otros yacimientos menores como los del “Caracol” de Aliseda. De los restos de las piritas utilizadas se extraían también, como subproducto, cobre de alta pureza que se comercializaba igualmente. En los años cuarenta, la producción de fosfato decrece paulatinamente en la medida en la que se agotan los filones más ricos y se van descubriendo otros yacimientos, especialmente los ubicados en el Sáhara Español y norte de África, de menor precio y mayor competitividad por la abundancia de mano de obra. De esta forma las labores mineras de Mina Esmeralda y el resto de los  yacimientos disminuyen paulatinamente hasta desaparecer por completo en los años 60 del pasado siglo XX. La producción de ácido sulfúrico con las piritas provenientes de las minas de Río Tinto apenas sobreviviría pocos años más.
Al cierre de la fábrica de ácido sulfúrico en el año 1963, existían en Aldea Moret una explotación minera de fosfatos (parada desde 1960), dos instalaciones para la elaboración de ácido sulfúrico -con dos baterías de horno-cuba cada una-, una planta para la obtención de cobre en cáscara y electrolítico y un almacén de fosfatos con cintas móviles de transporte. El abandono subsiguiente de toda la maquinaria en los siguientes años fue total: desguazada, achatarrada y finalmente, en los años 70 fue vendida al peso después de permanecer a la intemperie casi un decenio. La ironía de la historia quería que en el preciso momento en el que España desarrollaba un vertiginoso despegue económico, el sueño de una Revolución Industrial en Cáceres desaparecía para siempre.


Fig. 1. Planta de Cerro Esmeralda
3- VALORES ARQUITECTÓNICOS Y DE PATRIMONIO
El momento en el que se decide la construcción de los establecimientos mineros está marcado en la arquitectura por el triunfo de la corriente historicista. De origen esencialmente anglosajón, la corriente historicista triunfa en Europa, adaptándose en cada país o región de una forma ecléctica a las corrientes arquitectónicas autóctonas de siglos anteriores.
El historicismo, de tradición romántica, desarrollado principalmente en el siglo XIX y principios del XX concentra todos sus esfuerzos en recuperar la arquitectura de tiempos pasados. Se trataba de imitar estilos arquitectónicos de otras épocas –especialmente estilos medievales- incorporándole algunas características culturales del momento. En España, el sentimiento nacionalista llevó a la búsqueda de la propia identidad, al deseo de encontrar una arquitectura nacional, que pudiera identificarse con nuestro país, nuestras costumbres y que fuera un reflejo social. Esto dio lugar a la resurrección sobre todo de los estilos medievales. El medievalismo gozó de una gran profusión ya que respondía a la idea de paraíso perdido a la que el espíritu romántico quería retornar. La arquitectura industrial de la época bebe directamente de esta corriente arquitectónica, adaptando a las edificaciones mineras estructuras acastilladas, almenas y torreones con merlones y albardillas, de piedra y ladrillo, asimilando fortificaciones.
En relación con las edificaciones en el área de Aldea Moret sobresalen la Mina de la Abundancia, el edificio Embarcadero, la Mina San Salvador, o la propia mina Esmeralda. Los edificios que actuaban como bocas de minas tienen un cuidado aspecto de fortalezas, construidos rudimentariamente con pequeños bloques de cuarcita y argamasa –similares a las construcciones medievales de la ciudad-, y usando el ladrillo en los elementos arquitectónicos más destacables. La ubicación de la Mina Esmeralda o San Salvador en las cimas de los cerros calizos realza aún más su aspecto aparentemente medieval tan del gusto historicista. Mención aparte merece el modelo urbanístico de poblado minero se planea como un espacio habitacional autosuficiente. De nueva planta se crean viviendas, equipamientos, dotaciones, servicios e infraestructuras. Se crea un hábitat ordenado en un medio productivo, acercando lugar de trabajo y residencia. La trama urbana planeada era de colonia obrera, de clara influencia anglosajona, y en  el momento de su construcción –finales del siglo- es referente a nivel nacional.
4- MINA ESMERALDA: ENTORNO Y CHIMENEA


Siendo más concretos en relación con los edificios de Mina Esmeralda, originariamente son los más antiguos, pues no hay que olvidar que la sociedad minera local "La Fraternidad" inicia su andadura en 1865 en torno a este filón, marcando el comienzo del desarrollo minero en Aldea Moret. Con una extensión de 120.000 m2 la mina tuvo su concesión como mina de fosfatos en 1878. El complejo de edificios que componen la mina se edificó durante la década anterior, en los inicios de su explotación.
Además de los edificios de acceso a la mina, tenía barracones a modo de viviendas de los mineros así como los hornos y edificios de transformación del mineral. De estilo historicista, en su construcción se utilizan estructuras basadas en muros de carga de tapia, ladrillo y mampuesto, sobre el que disponen arcos, bóvedas y cubiertas de madera.

Aparte de las instalaciones propiamente mineras, en el cerro de la Esmeralda se ubica igualmente un acuífero con una galería de desagüe así como un pozo con instalación de grupo de elevación que hasta los años 70 abastecía algunos barrios de la capital. Estos pozos sirven a su vez como reguladores del manantial del Marco que da lugar al riachuelo del mismo nombre. El abandono y el deterioro, así como la peligrosidad de las labores, con grandes desniveles del terreno y riesgo de accidentes imprudentes, provocaron el tapiado de toda la zona. La rapiña del material susceptible de ser protegido llega hasta épocas muy recientes, cuando en los años noventa desaparecieron algunas de las estructuras metálicas más representativas de los depósitos del acuífero.
Para evitar el progresivo deterioro de este patrimonio arqueológico industrial, se han iniciado en los últimos años distintas intervenciones restauradoras en los diversos edificios que configuran en entorno minero de Aldea Moret. A nivel legal, y para evitar mayores deterioros y expropiaciones urbanísticas, el complejo de mina Esmeralda fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) junto con el resto de edificaciones que componen la red de minas de Aldea Moret en Decreto 92/2011 de 20 de Mayo y publicado en el DOE 101 de Viernes, 27 de mayo de 2011. Igualmente está catalogado con el nº 087 en el Catálogo de Bienes Protegidos del Plan General Municipal de Cáceres con nivel de protección Estructural.



Fig. 2. Vista aérea del complejo minero de Mina Esmeralda

LA CHIMENEA
             La chimenea es, dentro del conjunto de edificios, el elemento mejor conservado. Del resto de edificaciones sólo se mantienen algunos muros y divisiones. En el momento del cese de actividad en la mina (en los años 60) se desmantelaron las instalaciones dejando únicamente algunos elementos estructurales. La chimenea servía al horno donde se separaba el mineral de las impurezas calcáreas y permitía la obtención del fosfato que después era tratado en la fábrica levantada en Aldea Moret.  Con planta cuadrada (3,90 m de lado en la base) tiene una altura de 32,08 m desde la base de piedra que forma el cimiento superficial.
Construida íntegramente en ladrillo macizo cocido (el ladrillo más usado en la época), con distintos aparejos basados en el aparejo inglés con hiladas alternadas a soga y tizón. Las caras están tratadas con sobriedad, predominando las líneas rectas y las simetrías. Tiene algunos sobrios elementos decorativos como rehundidos y cornisas realizadas igualmente en ladrillo. Supone un claro ejemplo de la majestuosidad de este tipo de arquitectura, siendo uno de los elementos mejor conservados de la industria minera cacereña.


5- BIBLIOGRAFÍA Y WEBS BÁSICAS

BAHAMONDE, A., MARTÍNEZ, J. Historia de España del siglo XIX, Cátedra, 1993.

GARCÍA PÉREZ, SÁNCHEZ MARROYO, MERINERO MARTÍN, Historia de Extremadura. Los tiempos actuales, Universitas Editorial, 1985.

GIL MONTES, JUAN, “Geología del Calerizo de Cáceres”, en Estudios de Geoarqueología en Extremadura, 2009 (www.jugimo.blogspot.com).

HOBSBAWN, E., La Era del Imperio, 1875-1914, Crítica, 1989.

MARTÍN BORREGUERO, GARCÍA MOYA, JIMÉNEZ BERROCAL, La vida minera en Aldea Moret, 2010

MUÑOZ MARCO, MARTÍNEZ, Esperanza (coord.) Patrimonio Geológico de Extremadura, junta de Extremadura, 2005.

VVAA, La minería en Extremadura, Junta de Extremadura, 1993.


Fig. 3. Vista General del complejo minero de Mina Esmeralda



Fig. 4. Perspectiva de la chimenea



Fig. 5. Contrafuerte de apoyo





Fig. 6. Alzado.

2 comentários:

  1. Muy bien documentado, magnífico artículo. Solo una observación, el filón “Constanza” de Logrosán se denomina COSTANAZA (de cuesta). Un afectuoso saludo.

    ResponderEliminar
  2. Muchísimas gracias. Y que estas felicitaciones vengan de una eminencia de la geología cacereña me llena de orgullo!!

    ResponderEliminar