Me imagino que será raro el cacereño que no ha visto alguna vez la superficie del inmenso embalse de Alcántara cubierto de algas verdes y rojas, dando al agua un color desagradable para nuestros sentidos y no se haya preguntado si este agua era con la que realmente se ha abastecido Cáceres más de un año o dos. No cabe duda que esta es una imagen habitual para aquellos viajeros que atraviesan el embalse por la autovía o mejor aún, por las carreteras secundarias durante los meses del estío. Un color verde oscilante entre el oscuro y el verde hierba, brillante, que no permite ver absolutamente nada por debajo y que da cualquier sensación menos la de saludable o limpia. Esta era una de las primeras cosas que desde pequeño el GP aprendió de ecología: el proceso de eutrofización.Un proceso por el cual el agua, estancada o con muy poca corriente -lo típico de embalses y pantanos- muy rica en nutrientes minerales, acaba provocando una expansión desaforada de algas que provoca entre otras cosas una pérdida de oxígeno en el agua y falta de luz en el fondo fluvial. Este proceso se acentúa más en los meses de mayores temperaturas y hace que veamos imágenes como las que observamos en una de las colas del embalse de Alcántara,en la rivera de Araya. No hace falta imaginar mucho para pensar en las consecuencias graves sobre toda la cadena trófica y el demoledor desequilibrio sobre las poblaciones acuáticas. Por qué sobre el Tajo? La razón es clara: siete millones de personas contaminando río arriba, con todos sus desechos industriales hacen que el agua a su paso por Toledo ya sea de calidad miserable. Si le añadimos las presas que jalonan el paso del Tajo por nuestra provincia y nuestro verano riguroso, tenemos la tormenta perfecta para este fenómeno.
Ya hay científicos -en Investigación y Ciencia, en junio de este año- que sostienen que en el futuro los océanos serán como el Tajo en el verano, como lo fueron ya en el paleozoico. La razón, igual de simple: la combinación de calentamiento global y contaminación creciente de todos los mares. Una perspectiva poco agradable para las próximas décadas, puesto que un océano excesivamente fertilizado y abundante en placton no casa bien para la actual biodiversidad marina...
Una imagen extraña desde el lado opuesto del embalse: los arcos de Alconétar vuelven a tener agua. Y esto desde marzo. Pero el agua sigue teniendo las mismas características nocivas: el verde del Tajo permanece.
Los tamujares llegan a ser invadidos por las aguas y las vacas abandonan sus habituales lugares de reposo con un Tajo tan crecido.
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