Las tormentas han dejado de ser cosa del verano. Y si hace un par de años la nieve invadía nuestas calles por estas mismas fechas, ahora lo hace el granizo, como nunca lo ha visto el GP en Cáceres. La cosa ya pintaba algo extraña cuando ayer por la noche, volviendo de la cena de Nochebuena, un termómetro marcaba 12 grados a la una de la mañana. A eso de las seis empecé a escuchar los primeros truenos, y ya me quitaron del todo el sueño ligero de la cerveza y la cena. Así que me puse a leer y preparar un mate, cuando un ruido infernal se levantó en la calle. Unas bolas de granizo de medio centímetro caían golpeando con fuerza todo lo que encontraban a su paso. Al par de minutos, una capa blanca cubría ya toda la calle, los coches y las terrazas. El agua que acompañaba la tormenta trazaba después formas sinuosas sobre la calle, arrastrando el granizo consigo. Mientras el GP, cámara en mano, disfrutaba del extraño espectáculo, entusiasmado por el fenómeno y preguntándose qué diantres pasaba.
En definitiva, un hecho extraño: de este día recordamos fuertes heladas, días de niebla perpetua, cielos azules, lluvia, e incluso nieve. Pero nunca la tormenta más fuerte y espectacular de todo el año. Tan solo en Holanda le había ocurrido algo similar con una tormenta con nieve... Si esto era el fin del mundo que preconizaban los mayas, habrá que esperar algo más. Quizás no mucho, dado lo loco que está el tiempo y lo poco que hacemos para remediarlo.
Por cierto, la fecha obliga: feliz Navidad y próspero año nuevo, aunque esto último sea solo un propósito bienintencionado...
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