Un clastro rojo que todavía no estaba del todo abierto, pero que ya apuntaba formas. Todavía conserva las esporas en su interior y ha perdido casi toda la masa gelatinosa del huevo. |
No, no es un alien marciano que viene a adducir el cerebro de nuestros políticos, aunque más de uno me lo haya dicho. Se trata de un hongo sumamente extraño, de familias más bien tropicales, y que tiene por nombre de familia clatro. En este caso, el GP supone que será algo parecido al clato rojo aunque de una especie diferente (Colus hirudinosus). Semejante enjendro nos hace levantar las cejas a quienes paseamos por el campo buscando cosas no tan extravagantes. Más teniendo en cuenta si cabe que esperamos encontrarlos en algún sitio recóndito y escondido. Pero nada de eso: el GP se lo encontró en el parque del Príncipe, entre la hojarasca de acícula de los piñoneros, y rodeando un arbusto al que suponemos que micorriza o parasita. De hecho, estos encuentros parecen ser más frecuentes en los parques públicos que en una dehesa. Además, uno espera encontrar setas en la temporada, no en pleno invierno...
En su primera fase de desarrollo, el clastro pasa desapercibido, como cualquier otra seta esférica (bejines, pedos de lobo...), pero si los tocamos nos damos cuenta que percibimos una masa gelatinosa en su interior. Conforme se va haciendo adulto esa masa gelatinosa se convierte en una esporada grisácea, y al romperse la bolsa deja desnuda la estructura roja en forma de cárcel. Al final, del hongo queda solo presente esa cárcel, desapareciendo la bolsa originaria y la esporada. Naturalmente, esta especie bastante pestilente no es apta para el consumo. Si lo tocamos mucho, el mal olor no pasa fácilmente. Pero lo que es malo para nosotros se convierte en atractivo para los insectos, que ayudan a la dispersión de las esporas...
Final del desarrollo: reventón del huevo y cavidad abierta dejando libres las esporas del interior. El olor es algo pestilente. |
Sem comentários:
Enviar um comentário