Típica diabasa todavía en la roca madre, fracturada y redondeada ("disyunción en bolos" que dirían los técnicos).
Punto de contacto del dique de diabasas con la masa granítica del batolito de Cabeza de Araya. Se percibe la roca fracturada de la diabasa y la masa alterada del granito.
El GP estuvo partiendo bolas de diabasas un buen rato, y comprobando efectivamente, las costas que se desprendían con facilidad de los núcleos.
Llevábamos bastante tiempo intentando encontrar un buen lugar donde observar la falla del dique Alentejo-Plasencia, uno de los hitos geológicos más reconocidos de nuestra provincia cacereña. Preguntando a un experto de nuestra geografía como Alfredo Anega, rápidamente nos mandó indicaciones para visitar el lugar en un punto intermedio de la carretera entre Arroyo de la Luz y Navas del Madroño. Tras un intento frustrado, el día de su cumpleaños el GP se hizo un homenaje levantándose bien temprano y yéndose a buscar diabasas (o doleritas, como también son conocidas). Y vaya si vimos...
En realidad, no tenemos esperanzas en verlas desde la misma carretera, como sucede en otras partes con zanjas bien visibles. Tenemos que bajarnos y tantear en el terreno para localizarlas. El color del suelo nos puede ayudar bastante: es mucho más rojizo y amarronado que el terreno pálido del suelo propio del lehm granítico. Los botánicos nos aseguran que es también más rico para que aparezcan especies de orquídeas, pero en invierno no estamos para esas sutilezas, así que lo mejor es buscar un afloramiento rocoso in situ. En cuanto vemos "bolos" de tamaño mediano, nos damos cuenta del terreno que estamos pisando. Una vez que ves uno, te los encuentras por todas partes, y te percatas que estas pisando un dique de rocas de más de 175 millones de edad. Es decir, hace millones de años, cuando los primeros dinosaurios pisaron la tierra firme de lo que sería la península ibérica, la tierra se resquebrajaba y dejaba fluir sus entrañas ardientes... o algo parecido... Esto pensaba el GP mientras paseaba pacíficamente por la dehesa de los alrededores y observaba el valle en el que se encajaba este dique lejano en el tiempo.
Las diabasas son unas rocas básicas bien curiosas. Con apariencia de bolos una vez liberadas de la roca madre, se parten perfectamente en dos por la mitad o se resquebrajan en costras dejando en su interior un bolo más pequeño. Su aspecto negruzco y pesado (o rojizo, si está expuesto en la superficie) está marcado por la amplia presencia del piroxeno, que junto a la plagiocasa, es su componente principal. Los granos son más bien finos, por lo que no podemos esperar encontrarnos minerales asociados ni cosas parecidas, aunque en otros lugares de la falla son lo suficientemente grandes para ser considerados como gabros, más que propiamente doleritas.
Pequeña depresión del terreno sobre el que transcurre el dique Alentejo-Plasencia. sobre un granito desplazado, dos bolos de diabasas.
La falla transcurre entre colinas mostrando su "facetado trapezoidal", como explican muy bien en Jesús de Castro y Inmaculada Blanco en su libro de geología de Cáceres.
Lo que aprendí yo con Jesus de Castro sobre este tema en sus clases... Que gran hombre!
ResponderEliminarA mí me encantan sus libros. No he tenido la suerte de tenerlo como profesor, pero si es tan claro en clase como en sus trabajos escritos, no hay duda que tiene que ser una maravilla...
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