sábado, 9 de março de 2013

FUENTE FRÍA TRAS EL DILUVIO


Fuente Fría, hecha un cenagal. El agua que fluye del manantial venía con barro.
     Uno de los dibujos favoritos de Juan es Peppa pig. Podría pasar horas delante del ordenador o la televisión siguiendo esa serie. La cerdita y su familia, aparte de pasarse el tiempo emitiendo sonidos cerdunos, disfrutan saltando sobre los charcos de barro después de la lluvia. Y así nos encontrábamos nosotros esta mañana. Tras el diluvio (más de treinta litros, diecíséis en una sola hora), el agua seguía fluyendo de la montaña con fuerza, y multitud de arroyuelos anegaban el Marco. Fuente Fría estaba completamente inundada, el arroyo del Marco llevaba tres veces su caudal habitual y el día anterior el agua había superado el puentecillo viejo. La gente se quejaba que ni siquiera el depósito del manantial se hubiera salvado de la lluvia. El agua había filtrado barro y salía turbia. Subiendo hacia la montaña el camino se hacía hermosamente impracticable. Y esto nos llevaba siempre a pensar lo mismo: cómo era posible que en cuestión de meses, ese mismo camino se convierta en un polvoriento y seco lugar, donde parece imposible pensar en la humedad y en praderas verdes. Misterios de nuestro particular clima mediterráneo con toques atlánticos, cuando el año viene húmedo...   

En el día de ayer, el agua había llegado hasta el puente.
La ribera del Marco, bastante más crecida de lo normal.

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