Y decimos "fantásticos" para hacer justicia. El GP no entiende como el término "cardo borriquero" se ha considerado desde siempre como insulto y sinónimo de fealdad o inutilidad cuando la realidad es una planta altanera, hermosa y con una flor estupenda. Algo que no es original mío, sino que ya leí del sabio Carlos Luengo en alguna ocasión en su propio blog. Ah, los pinchos y las púas, se nos olvidaba el pequeño pormenor. Pero más allá de ese inconveniente, hasta podemos sopesar que esta planta nos regala virtudes medicinales conocidas desde antiguo para problemas del hígado... Quizás con su otro nombre, "cardo mariano", hacemos algo más de justicia a esta planta.
El caso es que a principios de mayo estábamos deambulando mi hermana Rosa y yo con los pequeñajos, intentando enseñarles "mundo" en la ribera del Marco, mostrándoles pececillos, buscando cangrejos y sobre todo intentando practicar con piedras lisas el salto de la rana sobre el agua. Viendo que la tarea era inútil y buscando más piedras, nos adentramos en los senderos abiertos recientemente por la zona; fue entonces cuando nos llamó la atención la impresionante cantidad de cardos borriqueros que se levantaban en lo que eran los terrenos de los viejos huertos del Marco. En algunos lugares se hacían impenetrables y tomaban una altura superior a la nuestra. Para Rosa, Sofía y Juan debía ser algo así como la jungla de los pinchos. Parece ser que estos cardos adoran los baldíos y las tierras en barbecho, y si además estas tierras son húmedas y fértiles, es normal que tomen las dimensiones que alcanzan aquí. Ignoramos qué pensarán los diseñadores del sendero natural y si contaban con semejante invasión de cardos dentro de sus planes.
Un auténtico muro de cardos se levantaba en el sendero y limitaba las carreras de los jóvenes exploradores...
Practicando la rana mientras el G.P. se pregunta qué demonios hace una pizarra mosqueada en plena charca del Marco. En cualquier caso, sirvió para hacer una buena "rana".
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