Hablar de Cáceres en mineralogía es fundamentalmente hablar de fosfatos: fosforitas, apatito, ambligonita, turquesas... y nuestra ciudad ocupa un lugar singular en la mineralogía peninsular con la presencia de estas mineralizaciones en sus proximidades. El GP va a hablar hoy del más conocido para el vulgo: la turquesa.
La turquesa es un fosfato de cobre y aluminio (más o menos), de dureza 5/6, raya blanca, presentándose en masas compactas y con su conocido color azul claro. Estas turquesas aparecen en la comarca de Cáceres en stokworks (filones entrecruzados) de cúpulas graníticas (El Trasquilón) o en filones extrabatolíticos, en los metasedimentos del sinclinal de Cáceres (Valdeflores). Su génesis parece proceder de la alteración de la ambligonita-montebrasita (otro fosfato, de litio y aluminio), que es el mineral predominante en los filones de estos yacimientos. En muchas ocasiones las turquesas de Cáceres aparecen como oxidadas o carcomidas: son bastante sensibles al contacto con el agua.
Los ejemplares de turquesas de Valdeflores aparecen diseminados por las escombreras de las mina, y en el cauce seco del arroyo que atraviesa la mina. Suelen ser de pequeño tamaño, asociados a la ambligonita o al cuarzo, en masas compactas. Hay geólogos aficionados sin embargo que remueven las escombreras en busca de ejemplares más grandes, y las prospecciones de Tolsa en los años noventa nos dejaron fotografías de turquesa-ambligonita de más de diez centímetros.
El Granito Parlanchín aconseja llevarse a casa las imprescindibles, dado que son piedras hermosas y que provocan aficionados a la geología. Pero el GP reconoce que más de una vez se ha dejado llevar por el ansia de encontrar “más y mejor”, ¡y acabó un día contando decenas de pequeñas piedras en su casa, que tuvo que devolver! La codicia es siempre mala.
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