Hacía tiempo que el G.P. no dedicaba una imagen a las aves de nuestra ciudad. Las razones son más bien técnicas: sin un objetivo decente, dificilmente podemos hacer fotos a nuestros queridos pájaros cacereños. Tan solo cuando estos posan cerca y sin miedo, intentamos cazarlas con nuestra mirada. En este caso, estas palomas turcas (Streptopelia decaocto) parecen estar más que acostumbradas a la presencia humana. Esta pareja vino a beber hasta la fuente de Cánovas ni más ni menos, cuando habitualmente donde más solemos verlas es en los alrededores de la ciudad. Acostumbrados a mirlos, gorriones, verderones o jilgueros, su presencia en Cánovas mereció una foto. Esta es una especie que como hemos dicho alguna vez no es autóctona, pero llegó a la península en la década de los sesenta y parece adaptarse cada vez mejor a las condiciones de nuestra región. Miedo a la gente, al menos, no parece que le tengan mucho.
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