Formas curiosas entrelazadas, que el GP no ha identificado con otra cosa que con marcas sobre el agua.
Las continuas estriaciones se suceden en diferentes estratos de la cuarcita.
El grano es tan fino que a veces da la sensación de estar ante areniscas, más que cuarcitas.
El fin de semana pasado comenzó a llover, y como dejamos dicho, el G.P. decidió subir a la Montaña para ver el paisaje que se avecinaba por el oeste. Pero en realidad, el cometido era bien otro: desde el verano nos habíamos obsesionado con unas curiosas marcas presentes en las cuarcitas recientemente fracturadas cercanas a la carretera de acceso al santuario. Por sus formas, parecían preciosos ripple-marks, o antiguos surcos y formas dejadas sobre la arena del fondo del mar, ocasionadas por las corrientes de agua o por animales marinos, y nos había quedado clavada la necesidad de verlos más de cerca (y sin la presencia de Juan, que mete prisa a todo). A diferencia de las cuarcitas bandeadas de la carretera, que en ocasiones aparecen trituradas, las de la parte más alta presentan grandes superficies planas producto de seguir el plano de estratificación de la roca, y donde se pueden ver con precisión todos estos hermosos dibujos en relieve sobre la cuarcita lisa. La edad de estas cuarcitas, como hemos mencionado en otra ocasión, gira en torno al Silúrico (unos 450 millones de años) y en aquella época nuestra región estaba convertida en lecho oceánico, como muesstran las fotos de arriba.
Con este otro descubrimiento, nuestro reconocimiento paleontológico de la comarca de Cáceres va llegando a su fin, aunque todavía tendremos algún post más sobre estos temas, antes de que el G.P. haga una recopilación de estos tres años de búsqueda.
Las frecuentes tonalidades rojizas son producidos por óxidos de hierro en diminutas cantidades.
La lluvia amenaza a Cáceres desde el oeste... por fin.
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