Uno de los hornos rehabilitados, con un panel explicativo del ciclo de la cal.
vista panorámica de los hornos desde una cima cercana. Fuera de la foto quedan todas las instalaciones del centro de recuperación de fauna.
Durante mucho tiempo, el G.P. había visto en la carretera de Sierra de Fuentes un letrero que apuntaba a "los hornos" y se decía: "Más que el nombre para un centro de recuperación, parece para el de un crematorio". Evidentemente había una explicación para ello, pero solo fue la semana pasada cuando tuvimos ocasión de conocerla. Al llegar hasta allí, caímos en la cuenta de un montón de aparentes "chozas" que daba la sensación de encontrarnos en un castro celta o algo similar. Pero evidentemente, solo podían ser hornos de cal. Más de una decena de pequeños hornos, restaurados hace algo más de una década, pero que según algunas fuentes (desconozco su fiabilidad) se remontan a los siglos XVI y XVII. Esto no deja de ser posible, puesto que Sierra de Fuentes es una población que empieza a aparecer en documentos escritos en el siglo XIV, y que en el siglo XVI tiene población suficiente para construir una iglesia de cierta entidad.
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Una culebra de collar estaba tomando el sol de la mañana en uno de los hornos. |
La ubicación de estos hornos de cal en este preciso emplazamiento responde a diversos factores humanos y propiamente geológicos. El lugar está situado estratégicamente en un término medio entre la población de Sierra de Fuentes y los terrenos calizos del Calerizo, a menos de dos kilómetros del lugar. El poblamiento humano haría de mercado local de la cal producida y el yacimiento calizo sería la fuente principal de materia prima. Ubicado en el paso del sistema montañoso que divide Sierra de Fuentes con la llanura de la ciudad de Cáceres, entre el Cerro del Milano y el Risco, estos hornos han aprovechado también la peculiar geología del lugar para garantizar la efectividad de las construcciones. Efectivamente, los hornos situados en la parte alta del lugar aprovechan las paredes verticales y delgadas pero extremadamente duras, que la naturaleza les brinda en forma de cuarcitas afectadas por un débil metamorfismo de contacto. Estas rocas soportarían fácilmente las altas temperaturas que se necesitan para el cocimiento de la caliza, al mismo tiempo que proporcionaban el material necesario para construir los mismos hornos, en forma de pequeños bloques. La construcción, por otro lado, no deja de ser muy rústica y el espacio que queda en su interior es bastante reducido. Nada que ver con los hornos "industriales" de las cercanías de Cáceres, construidos en ocasiones con piedra de cantería.
Las cuarcitas del lugar tienen un aspecto algo distinto de las crestas típicas. De aspecto noduloso y con cierta tendencia a la esquistosidad, se asemejan de lejos a los dientes de perro de la llanura y parecen afectadas, como hemos dicho antes, por un débil metamorfismo de contacto, originado por la aparición de una intrusión granítica en mitad del sinclinal. Estos pequeños relieves son los que se utilizaron precisamente para favorecer la construcción de algunos de los hornos. Por otro lado, las inclusiones de vetas de cuarzo se hacen extremadamente frecuentes en la zona más alta en dirección al cerro del milano, rellenando fracturas y también, conforme nos vamos moviendo hacia el norte, la cuarcita recobra su forma habitual.
Gran bloque de cuarcita perfectamente estratificada con intervalos de cuarzo.
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