quarta-feira, 31 de outubro de 2012

SETAS EN LOS PARQUES CACEREÑOS (II)

Un precioso yesquero (seta pipa) resiste en el tronco cortado de un alcornoque frente a otras setas que ya han concluido su ciclo vital.
La misma  seta pipa un par de semanas después, cubierto de una nueva generación de colibias (posiblemente).
    Sin que esto resulte arrogante o discriminatorio, las personas que portan curiosidades aristotélicas (o algo parecido) nos sentimos a veces gente algo rara. Frikis o nerves, como dirían algunos, necesitados de conocimientos estúpidos e inútiles sobre las cosas que nos rodean, como si la vida nos fuera en ello. Así que cuando te encuentras de cuando en cuando con alguien de tu misma especie, ensimismado en las mismas tonterías que tú, la sensación es peculiar, entusiasta. Estabamos el otro día después de la lluvia, capturando fotos de setas en el Parque del Príncipe, como de costumbre, cuando de pronto un chaval de unos doce años se acercó a mí. Estaba paseando un perro más grande que él y lo separó de Juan. Me preguntó entonces con cierta sorpresa:
     - Así que tú también coges setas...
     Yo le respondí que no, que no me atrevía y que tan solo las clasificaba.
     - Pues yo sí, estas de aquí, dijo apuntando a una seta de chopo, las he cogido alguna vez, pero no están muy buenas que digamos.
      - Y qué otras setas has visto por aquí?
     - Más arriba he visto algunas amanitas y también lepiotas albas. He reconocido también tres tipos de champiñones, pero solo uno es comestible. Y también he visto coprinos, esas setas que no se pueden acompañar de alcohol...
Cuando el chaval empezó a largar nombres científicos como quien cuenta la alineación del Real Madrid, el GP se sintió delante de un espejo que le hubiese quitado más de veinte años. Y naturalmente, empezó a emocionarse también.
     -También he visto una que se llama australopithecus, aseguraba este chico.
    - Una seta que se llama como los monos... Curioso, dije, sin querer ofenderle. Él se dio cuenta rápidamente de su error y los dos sonreímos.
    Después de una instructiva charla en la que compartíamos hallazgos y sorpresas, nos dijimos  adiós y nos deseamos una buena caza de setas mutuamente. Ahora a veces, cuando paseo por el parque con Juan, buscamos esa presencia cómplice oculta tal vez tras un arbusto, al hallazgo de alguna maravilla de la naturaleza... 
Típico cuesco de lobo (Vascellum pratense) maduro, cuando libera las esporas del interior para su propagación.

Cuando coincidimos este chico y yo había una auténtica explosión de setas de chopo por todos los árboles de este tipo y los sauces del parque. Él aseguraba sin embargo que no son demasiado deliciosas para ser consumidas. 

Justo después de la lluvia, los marasmios y colibias crecen en los bordes del parque. Este podría tener cierta apariencia de senderuela, pero su pie está hueco por dentro, y las láminas mucho más apretadas. En cualquier caso, el ramillete se merecía una fotografía.

segunda-feira, 22 de outubro de 2012

BRAQUIÓPODOS BAJO LA RONDA NORTE



    Desde hacía mucho tiempo teníamos ganas de publicar algo relacionado con los fósiles de la Ronda Norte y el parque del Príncipe, pero siempre se nos adelantaba alguna novedad de temporada. Es lo que tiene escribir sobre fósiles: son testigos inmutables del paso del tiempo y las estaciones no cuentan para ellos. Pero estas piedrecillas ya llevan esperando muchos meses y es hora de ir terminando esta humilde tarea paleontológica. 
Partes de un braquiópodo, según wikipedia.
     Como ya hemos comentado, los terrenos que ocupan las laderas de la sierrilla (ronda norte y parque del Príncipe), están ocupados por estratos de pizarras, cuarcitas y rocas areniscosas del silúrico, y algunos de ellos son especialmente ricos en fósiles y restos orgánicos. Saltan a la vista las ampelitas graptolíticas, en una banda negruzca que atraviesa la carretera de circunvalación, se adentra en el parque y reaparece un par de kilómetros hacia el este en los estratos de la ribera del Marco. Pero aparte de estas ampelitas, de las que ya hablamos en las primeras entradas de este blog (hace ya tres largos años), otros restos fósiles han ido llamando nuestra atención, especialmente conchas de braquiópodos que podrían pertenecer al género lingula o lingulella. Este género es un útil indicador paleontológico, suele aparecer en forma de individuos aislados en las pizarras, y además es un superviviente nato y se mantiene desde el ordovícico hasta nuestros días sin apenas cambios. Es lo que se conoce como un verdadero fósil viviente: del imperio de los braquiópodos del Paleozoico, apenas se mantienen 300 especies en nuestros días. Los fósiles que disponemos no son espectaculares, y aparte de su aspecto ovalado, apenas queda nada identificativo del mismo, excepto restos del foramen (el lugar donde entran en contacto las dos valvas, y de donde sale ese músculo que fija al braquiópodo con el lecho marino). Muchos podrían pensar que son pequeños cantos rodados en mitad de las pizarras y hay que mirar bien las pizarras para identificarlos. Los podemos encontrar en pizarras micáceas blancuzcas fácilmente identificables en los cortes del terreno de la Ronda Norte y alrededores de Fuente Hinche, aunque los ejemplares fotografiados aparecieron en pizarras azuladas recogidas en el lecho seco del arroyo de Aguas Vivas a su paso por el parque.

Linguelas actuales.
     Estos no son los únicos fósiles que afloran en esta zona. Aparte de graptolites y braquiópodos, tenemos restos orgánicos en pizarras más antiguas, cercanos ya a las laderas del Paseo Alto y fósiles con apariencia de crinoideos en algunos estratos areniscosos. Mención aparte merece un extraño cono o cilindro que apareció en el Olivar de los Frailes y que el GP reconoce que no tiene ni remota idea de qué puede ser. Quizás algún resto de cefalópodo o algo parecido. Otro día seguiremos hablando sobre el asunto.    

Fósil de aspecto cilíndrico o cónico encontrado en las cercanías del Olivar de los Frailes. Su aspecto se asemeja externamente a las puntas de cefalópodos.El GP apunta que podría ser el sifón interno de endocerátidos, que constituyen la parte más fácil de mineralizar de estos animales. Necesitaremos investigar más el tema...

domingo, 14 de outubro de 2012

TAFFONIS EN EL POLÍGONO DE MALPARTIDA

       El refugio visto desde el exterior.
   El interior de la gran roca granítica, un verdadero espectáculo visual.

     Hace un par de semanas el GP andaba haciendo prácticas con su coche (doloroso hecho con destierro de bicicleta incluido) por el polígono industrial de Malpartida y no pudo evitar bajarse del coche para ver los fantásticos pedruscos que emergían por todas partes. Imponentes bolos graníticos sugerían la presencia del batolito de Araya y de los Barruecos y no nos podían dejar indiferentes. Aunque ciertamente el paisaje de naves industriales no es el más propicio, había que investigarlos. Así que andando, andando, salimos del polígono y descubrimos una enorme piedra caballera sustentada sobre otro enorme bolo redondeado. Para nuestra sorpresa, nos dimos cuenta que estaba totalmente hueco y que los progresivos procesos de erosión y meteorización habían creado una cavidad con varias entradas y un pequeño refugio en su interior. Fácilmente puede una persona estar sentada con comodidad dentro de la roca y contemplar la belleza de los taffonis de su interior. Son taffonis de pequeño tamaño, pero en tal número que el interior del refugio parece una obra humana. Gaudí fácilmente podría haberse enamorado de estas filigranas naturales y los escultores del gótico florido se habrían quitado el sombrero ante semejante espectáculo. Este efecto caprichoso de la erosión del granito es algo muy normal en todo el batolito de Araya (la cueva con pinturas rupestres de los Barruecos pertenece a este tipo), pero sin embargo en pocas ocasiones lo ha visto el GP con tanta belleza. 

Detalle de las "nervaduras" de la bóveda. 

 Nido abandonado de golondrina dáurica, con su típico cuello de botella construido en barro.


Dibujo esquemático del GP en el que se muestra el origen de la cavidad granítica. Mi fantástica profesora de inglés Sara López me preguntó hace mucho tiempo por qué se producían estas cuevas naturales, y aunque la pregunta fue hace un año, ahora podemos contestarla. En un primer momento (hace millones de años), el granito estaba cubierto por el suelo, pero ya los procesos de alteración química pronuncian las fracturas de las diaclasas. Posteriormente, la erosión del suelo deja al descubierto los bolos. El contacto de la roca fracturada superior con su base granítica hace que la meteorización química del interior continúe de forma más rápida que la exposición al aire, que redondea por fuera el bolo. En último lugar, la erosión química del interior junto a la aérea provocan la cavidad propiamente dicha, y la sustentación de la roca sobre una base muy estrecha.Al mismo tiempo, la erosión continúa en el mismo bolo que sostiene la roca-refugio.

segunda-feira, 8 de outubro de 2012

SETAS EN LOS PARQUES CACEREÑOS


Muy posiblemente, una pequeña lepiota blanca ((Leucoagaricus leucothites). No es fácil distinguirla de los champiñones que crecen por nuestros parques, pero su pie abultado y su sombrero lo acercan más a la categoría de las lepiotas que los otros agáricos. Por otro lado, las láminas permanecen siempre blancas en las lepiotas. Se recomienda no recoger este tipo de setas por ser muy parecidas a otras de carácter venenoso.

 Russulla drimeia o Rusulla sanguinea. Esta especie la encontramos año tras año bajo los pinos piñoneros del parque del Príncipe. Es una de las setas más bonitas y llamativas de nuestros alrededores aunque no es comestible.

Coprinellus micaceus o coprino micado. Esta pequeña especie crece sobre las raíces de las acacias y olmos de nuestros parques: el GP los ha localizado tanto en Cánovas como en el Parque del Príncipe y ocasionalmente, en árboles diseminados por nuestra ciudad, fuera de los parques. Son llamativos por el gran número de setas que pueden crecer en torno a un solo árbol. Su sombrero parece lucir diminutos granos brillantes, como si fueran micas.En Cánovas, concretamente, la semana pasada pudimos observar una auténtia explosión de estas pequeñas setas, tan intensa como breve: en una semana ya no se veía casi ninguno de ellos.

Todavía ha llovido poco y las setas tardan a llegar a los campos y dehesas. Sin embargo, ya son relativamente abundantes las setas en el perímetro urbano de nuestros parques, continuamente regados y con más humedad que en las afueras: lógicamente cuanto más amplio y silvestre es el parque, más especies dispone, como ocurre en el Cuartillo o en el Parque del Príncipe. Pero en el mismo Cánovas es fácil apreciar algunas setas adaptadas al entorno más puramente urbano, como los grandes yesqueros que pueblan las ramas altas de algunos árboles envejecidos del parque, los pequeños coprinos que crecen sobre las raíces de acacias y olmos, o las especies cercanas a . Pero también se da fácilmente el caso de setas de chopo, champiñones, lepiotas y algunas amanitas... Sin ir más lejos el GP pudo distinguir desde su coche varias macrolepiotas creciendo en las rotondas de la universidad (y ganas le dieron de ir en bicicleta hasta allí y cogerlas). En cualquier caso, en opinión de nuestro amigo entendido en setas Alfredo Anega, no es recomendable recolectar setas de parque, porque pueden venir acompañadas de especies foráneas, tropicales, tóxicas o alucinógenas, por los abonos y especies que se plantan en nuestros parques. Los recolectores sin embargo se están extendiendo, y en el parque del Príncipe no es raro encontrar setas cortadas cuidadosamente en su base para el consumo personal (champiñones y setas de chopo, esencialmente).

 Champiñones silvestres creciendo en el parque del Príncipe. Los ejemplares más grandes ya había sido recolectados cuando el GP los descubrió, al igual que sucedió con las setas de chopo. A falta de setas en el campo, los micófagos andan sueltos por la misma ciudad.

Mientras el GP se dedicaba al reconocimiento de setas, en las calles de Cánovas el compañero Francisco Aguilera participaba en la III salita del Cómic, haciendo una exhibición en público de su buen arte.

   Los hongos yesqueros (Fomes fomentarius) son muy frecuentes en los árboles viejos del parque de Cánovas. Aquí le vemos colonizando el tronco de una morera, a pocos metros de donde el amigo Fran hacía sus cómics. 
 Un tipo de bejín crece junto a una boca de riego en Cánovas. Bajo la apariencia de patatas pochas, estos hongos se pueden encontrar en cualquier parte de los parques de la ciudad, hasta en los lugares más insospechados.

segunda-feira, 1 de outubro de 2012

RIPPLE MARKS EN LA MONTAÑA

Formas curiosas entrelazadas, que el GP no ha identificado con otra cosa que con marcas sobre el agua.

Las continuas estriaciones se suceden en diferentes estratos de la cuarcita. 

     El grano es tan fino que a veces da la sensación de estar ante areniscas, más que cuarcitas.  
    El fin de semana pasado comenzó a llover, y como dejamos dicho, el G.P. decidió subir a la Montaña para ver el paisaje que se avecinaba por el oeste. Pero en realidad, el cometido era bien otro: desde el verano nos habíamos obsesionado con unas curiosas marcas presentes en las cuarcitas recientemente fracturadas cercanas a la carretera de acceso al santuario. Por sus formas, parecían preciosos ripple-marks, o antiguos surcos y formas dejadas sobre la arena del fondo del mar, ocasionadas por las corrientes de agua o por animales marinos, y nos había quedado clavada la necesidad de verlos más de cerca (y sin la presencia de Juan, que mete prisa a todo). A diferencia de las cuarcitas bandeadas de la carretera, que en ocasiones aparecen trituradas, las de la parte más alta presentan grandes superficies planas producto de seguir el plano de estratificación de la roca, y donde se pueden ver con precisión todos estos hermosos dibujos en relieve sobre la cuarcita lisa. La edad de estas cuarcitas, como hemos mencionado en otra ocasión, gira en torno al Silúrico (unos 450 millones de años) y en aquella época nuestra región estaba convertida en lecho oceánico, como muesstran las fotos de arriba. 
     Con este otro descubrimiento, nuestro reconocimiento paleontológico de la comarca de Cáceres va llegando a su fin, aunque todavía tendremos algún post más sobre estos temas, antes de que el G.P. haga una recopilación de estos tres años de búsqueda.  

 Las frecuentes tonalidades rojizas son producidos por óxidos de hierro en diminutas cantidades.

 La lluvia amenaza a Cáceres desde el oeste... por fin.