sábado, 25 de outubro de 2014

MÁS AMANITAS PHALLOIDES, EN EL PASEO ALTO-MONTESOL


    Aunque acabamos de publicar una entrada sobre esta misma seta, es inútil resistirse a la tentación. Aquí encontramos otros tres ejemplares, todavía más hermosos si cabe que los que observamos en el parque del Olivar de los Frailes. Nos hemos movido un poco de sitio: las setas se encontraron, sin mucho buscar, en la ladera norte del Paseo Alto, en los nuevos parques colindantes con la urbanización Montesol y la Ronda Norte, y por supuesto, a los pies de una encina. La abundancia de esta seta en nuestros alrededores tal vez se deban a las condiciones climáticas de este año: el GP leyó una vez que los años "malos" de vendimia, con mucha lluvia, suelen ser ideales para el desarrollo de este hongo. Lo cierto es que hasta la fecha, nunca nos habíamos encontrado esta seta en los alrededores de la ciudad.
La bondad de esta seta venenosa estriba al menos en nuestra capacidad para identificarla: color verdoso del sombrero, volva amplia, y anillo membranoso y envolvente propio de las amanitas. Para un mínimo entendido en setas, es difícil no identificarla frente a otros hongos.

sexta-feira, 24 de outubro de 2014

AMANITA PHALLOIDES EN EL OLIVAR DE LOS FRAILES


Típica amanita mortal, con el anillo membranoso y estriado de su especie. El pie está oculto entre la hojarasca.
Dos amanitas verdosas se levantaban bajo las encinas, mientras otras dos estaban ya pasadas, mostrando el pie abultado. Estas últimas tenían un fuerte olor a podrido que parece ya alertar de su carácter venenoso...

    Nunca sabemos por donde va a a salir la siguiente sorpresa en el mundo de las setas, y esta vez ha correspondido a una de las más famosas y mortíferas donde las haya: la Amanita phalloides. Es raro el libro de setas que no dedique un amplio apartado en su guía para estudiar y orientar el reconocimiento de esta fantástica amanita. Su registro suele ser tan amplio que nos habla de envenamientos históricos (emperadores y papas incluidos), cuadros clínicos (síndrome faloidiano) y bastantes detalles que a veces no dejan de ser escabrosos. Para comprender la situación, el 90% de la mortalidad por hongos es producido por esta seta, y basta con comer una de ellas para correr el riesgo de no volver a contarla. 
     Pero ahí estaban, prosperando tranquilamente bajo matorrales de encinas, y sin que nadie reparara en ellas... Cuando uno las ve tiene la sensación de estar ante las setas de  todas las setas, y oscila entre la reverencia y la destrucción. ¿Qué pasaría por ejemplo, en mitad de un parque como el olivar, si a un niño le diera por cogerla y llevársela a la boca? En el mundo de la obsesión por la seguridad y las guerras preventivas, esta seta lleva todas las de perder en caso de encontrarse cerca del hombre. Pero a pesar de nuestras paranoias, la seta era demasiado hermosa para ser destruida, así que allí las dejamos, entre los matorrales, esperando que baste su carácter escondido para olvidarnos de todo riesgo. Cuando volvíamos con la bicicleta pensaba que en realidad todo el parque parece estar repleto de hongos tóxicos: lepiota cristata, esclerodermas, setas de olivo... ¡Anda que no hay cosas venenosas por el mundo! Así que mejor confiar en el sentido común y la desconfianza natural hacia los hongos que en cosas más raras. 

    Hay una seta que sí es parecida a la amanita phalloides y que es relativamente fácil de confundir dentro del propio parque del olivar de los frailes. Se trata de la magnífica Volvariella speciosa, una de las setas más grandes y con una forma muy parecida a la amanita. Sin embargo, esta no tiene el anillo propio de las amanitas y tiende a deshacerse más fácilmente el sombrero en la madurez. El color verdoso, sin embargo, sí puede aparecer en ambas especies. La volvaria no suele crecer bajo encinares y tiende a aparecer más en claros de prados. A pesar de que esta sea comestible, conviene abstenerse con la phalloides rondando por estos lares. Igualmente, evitaremos destruir setas, pensando que es la phalloides: lo más seguro es que derribemos volvarias.


Este era el rincón donde encontramos las amanitas. Los olivos alternan con encinas y matorral mediterráneo, y boletus, esclerodermas, lactarios y lepiotas  pueden verse con gran facilidad.

sexta-feira, 17 de outubro de 2014

NARCISOS EN TIEMPO DE COMETAS


"Vamos a volar la cometa", le decía el GP a Juan, una y otra vez, como un ser cansino. El pequeño prefería al principio la comodidad del sillón de casa viendo dibujos a tener que estar corriendo en un descampado. Pero como uno nunca llega a crecer del todo y le encanta jugar con una cosa tan simple como puede ser un trozo de tela atado a un hilo zarandeado por el aire, acabé convenciéndolo. Así que el hijo sacó a pasear al padre, como está mandado.       
    Podríamos haber ido a un montón de buenos lugares para volar la cometa, pero orientamos el coche en dirección Casar de Cáceres, y nos detuvimos a la altura de la entrada a la cañada de ganado, a unos tres kilómetros. Allí habíamos observado apenas unos días antes un gran pradera cubierta por florecillas blancas que no aparecían en las laderas de la sierra, al menos en tan gran número. Así, que entre un vuelo y otro de la cometa, nos dedicamos a sacar unas pocas fotos apresuradas a estas florecillas que apenas se levantaban escasos centímetros del suelo, sin otro adorno que la propia flor, azotadas por el viento y tan humildes que solo su gran número levantaba la atención. 

     Intuitivamente el GP supuso que se trataría de una especie de narciso otoñal (Narcissus serotinus), algo más pequeño y discreto que el narciso pálido de finales de invierno. En realidad, de las plantas bulbáceas de la zona (familia de crocus, iris, amarillis y compañía) la más sencilla hasta la fecha. Pero el hecho de que crezca en una época como el otoño ya es algo digno de mérito. 
       Parece ser que este pequeño narciso es bastante típico en la costa mediterránea, y que posteriormente ha ido colonizando el interior de la península, especialmente en Extremadura. La presencia del narciso de otoño puede cambiar sustancialmente de un año para otro. Es precisamente en estos años con un comienzo de otoño muy húmedo, cuando sus poblaciones se hacen más visibles; en los años más secos puede pasar esta temporada sin dar la flor y echar las hojas más adelante en la primavera. Como se ve, no solo las setas son las beneficiadas de las lluvias de septiembre. También lo son estas flores y sus compañeras de temporada, los crocus y las snowdrops

 Los narcisos iluminan con sus tenues flores el campo otoñal, todavía marcado por las plantas secas del verano. El contraste las hacía más visibles.
 Juan haciendo volar su cometa con bastante soltura, para ser la primera vez.
 Una sola flor por planta, sencilla (no atrompetada) y ausencia de hojas. 

quarta-feira, 15 de outubro de 2014

EL FESTÍN DE CRISPÍN


      
    Despedimos al tío Crispín en el mes de agosto, deseándole una buena temporada de setas. Ahora ha vuelto por las tierras de Cáceres, y con un espectacular cargamento de hongos. Intuímos que se lo ha estado pasando en grande las veces que ha salido por Piornal en busca de los boletos y parasoles. Ya no solo buscamos cerezas y castañas en el Jerte, también las setas. El año está siendo abundante, y eso se notaba en lo que nos traía a la casa de los suegros. Parasoles, boletos edulis, boletos reticulados, Amanitas cesáreas... La cantidad era tal que muchas de las setas estaban condenadas  a ser envasadas y congeladas, pero hubo un par que cayeron esa misma noche, los huevos de amanitas cesáreas, la seta favorita del suegro del GP...

               
 El tío Crispín, con evidente cara de satisfacción
 por semejantes trofeos piornalegos.

segunda-feira, 13 de outubro de 2014

RECONOCIMIENTO DE AMANITAS: VINOSA, PANTERINA, MUSCARIA


    Tres amanitas conviviendo en un encinar: una (posible) Amanita rubescens (izquierda), Amanita muscaria (centro) y el sombrero de la Amanita panterina (derecha). El margen estriado de la panterina es evidente.

   Gloriosa mañana de domingo. Temperatura buena para la bicicleta: los caminos bullen de ciclistas y senderistas (mucho más que de cazadores afortunadamente). Nubarrones y claros sobre la sierra verde de Aguas Vivas, en un paisaje que podría estar firmado por algún paisajista inglés del XVIII. Y por último un montón de simpáticas y fabulosas setas que esperan ser clasificadas por el GP. ¿Qué más se puede pedir a un fin de semana de otoño? (Que la cámara no te deje tirado y después no te echen la bronca en casa por llegar dos horas tarde, podría afirmar).   
   Tontunas y misticismos aparte, nos encontramos con la tortuosa (y fascinante) tarea de clasificar un buen grupo de amanitas que como cada otoño, nos saludan en el cerro Otero. Amanitas que han sido muy tempraneras (a mediados de septiembre ya teníamos algunas), pero que son realmente complejas de distinguir entre sí: Amanita Rubescens, Amanita pantherina y la Amanira Muscaria. Sí, se nos podrá decir que esta última no tiene ninguna pérdida, y sin embargo, muchas veces estas setas están deformadas o modificadas por la lluvia, decoloradas en ocasiones. Entonces no resulta tan sencillo, y los amantes de las alucinógenos deben de andarse con cuidado.
      En general, la Amanita rubescens (amanita vinosa) y la pantera pueden resultar tan parecidas, que aunque la primera es un buen comestible, casi nadie la recoge por miedo a confundirse con la segunda. Y no es para guasa: la pantera provoca tales intoxicaciones que algún pobre desgraciado no ha vivido para contarlo. Además, tenemos otras amanitas, como la de pie grueso o la áspera, que añaden más confusión al asunto. La similitud es tal, que hasta el ingenuo GP duda en más de una ocasión, y ha tenido que echar cuarenta fotos para corroborar una u otra. Además, determinadas diferencias no cuentan, teniendo en cuenta la edad de la seta. Es muy difícil, por ejemplo, atenerse al carácter estriado del sombrero de la panterina, cuando los ejemplares son jóvenes y todavía el sombrero no se ha abierto lo suficiente: después esto sí se convierte en determinante. El color rojizo de la carne y el pie de la vinosa es un buen referente, pero los colores deben ser lo último en que debemos confiar cuando las setas aparecen con frecuencia modificadas. En fin, andemos con cuidado, y a la menor duda, dejarlas donde están.  

Detalle del pie de la Amanita rubescens y la muscaria. El de la rubescens, tiene un color más rojizo, el bulbo está algo más deformado, y un detalle relevante: el anillo está finamente estriado, mucho más que en las otras especies.
     Aquítenemos dos de las Amanitas. La rubecens no presenta un sombrero estriado en los bordes (al menos en los ejemplares jóvenes) y las motas suelen ser más oscuras (pero vaya usted a confiar en eso). La amiga muscaria de al lado está un poco perjudicada. El intenso color rojo o naranja apenas está visible; sin embargo presenta una carne mucho más blanca que la de su compañera. La superficie del sombrero suele ser mucho más escamosa y blanca que la de las otras amanitas, y solo con la edad los puntos blancos se espacian. 
      La foto tiene tan solo el fin de mostrar lo cerca que pueden convivir estas especies una de otra. A menos de un metro, nos encontramos estas dos amanitas. En el árbol más próximo, ya estaba siendo ocupado por panterinas... Como se ve, estas especies les gusta este terreno cubierto de hojarasca de encina: las tres son micorrizas de estos árboles. Podemos decir que a pesar de su veneno,  tan solo por esta función merecen ser respetadas. Por otro lado, son bastante abundantes en esta zona y pueden ser recogidas sin problemas para los amantes de la fotografía.
   Más abajo nos encontramos con los ejemplares "panterinos", aparecidos monte abajo pero que resultan problemáticos. ¿Pantera o vinosa? Ante la más mínima duda, absténganse de consumirla...







sexta-feira, 10 de outubro de 2014

SEPTIEMBRE LLUVIOSO...

Formación de la tormenta y del típico "yunque", nube vertical. En ese momento los vientos ascendentes dentro la tormenta pueden ser muy violentos.
El "yunque" comienza a disiparse. Los cúmulomimbos pueden alcanzar alturas de 6500 metros en su fase ascendente, antes de empezar a deshacerse en cirros.
   La tormenta se aleja y pierde fuerza. Un rastro de cirros es lo único que queda del yunque.

      No hay cosa más rica en este mundo que la lluvia de septiembre. Al GP le dan ganas de salir, empaparse un poco y disfrutar del agradable olor a tierra mojada. Pero está claro que este mes de septiembre no ha sido precisamente normal. Desde la AEMET, se nos dice que es el septiembre más lluvioso desde que se toman datos, y que en la comarca de Cáceres ha llovido tres veces más de lo normal. Vamos, que nos ha llovido solo en septiembre lo que suele llovernos en octubre e incluso más. Indicadores de humedad lo tenemos por todas partes: pastos verdes a finales de mes y setas prematuras son síntomas de ello. Decididamente, Extremadura tiene un clima de lo más cambiante. Lo mismo tenemos años al más puro estilo mediterráneo árido, como otro año da por tener un clima que roza el atlántico. Y hay tentación de hablar del cambio climático, pero francamente, nuestro clima es tan poco regular que nos faltan datos. Y mientras, a disfrutar de las tormentas, como esta que vimos formarse en el parque mientras volábamos una cometa y mirábamos setas...
 No ha sido un septiembre lluvioso en todas partes: tan solo en la vertiente suroccidental. La presencia persistente de borrascas al oeste de Portugal y a una latitud más baja de la habitual nos ha dejado estas lluvias en el sur de Portugal y Extremadura. Las manchas de Aragón y Cataluña se debe a la presencia fuerte de tormentas (de hecho, en las sierras de Teruel suele llover más en el verano que en el resto del año).

La actividad de anfibios, como nuestros gallipatos de Sierra de Fuentes, también se hacía notar con las primeras lluvias de septiembre.

terça-feira, 7 de outubro de 2014

RECONOCIMIENTO DE AGÁRICOS: CHAMPIÑÓN AMARILLEANTE VS. SILVESTRE

Agaricus Xanthoderma Vs. Agaricus augustus

    Es relativamente fácil suponer que basta reconocer los champiñones como para tener la dicha de degustarlos. Y sin embargo, no todos los champiñones son igual de comestibles. El champiñón amarilleante (Agaricus xanthoderma), muy típico en los parques de nuestra ciudad, y especialmente en el del Príncipe, es una seta tóxica que produce indigestiones y próblemas gástricos en los estómagos delicados, además de no ser especialmente agradable al paladar, según los entendidos. Precisamente por podernos encontrar distintas especies de champiñones en un espacio pequeño, como puede ser un parque, el GP intentó distinguir unas de otras desde hace algún tiempo.  

En la fotografía de arriba, aspecto del champiñón amarilleante desde su pie. Como se ve, este amarillea rápidamente en cuanto rasquemos mínimamente con la uña. Tiende a amarillear también en el borde del sombrero. Si frotamos con cierta intensidad, otras partes del sombrero quedarán amarilleadas, pero la prueba fundamental parte del pie del hongo.    
    Al lado, tenemos champiñones silvestres que no amarillean y cuyo pie no está tan abultado como en el champiñón amarilleante. El color amarillo determina además la presencia de metales pesados que se acumulan en estas especies más que en otros hongos. Si a esto le añadimos las posibles consecuencias de fructificar  en los parques podemos deducir el carácter escasamente saludable que puede suponer su consumo.
       Más champiñones silvestres sin rastro del color amarillento en el pie. El consumo de estos champiñones se recomienda cuando sus láminas conservan todavía este color chocolate. Cuando ennegrecen su calidad baja considerablemente.

    Las láminas por otro lado, no nos dan una información determinante al respecto. Rosadas o pálidas a principio, tienden en casi todos los agáricos a oscurecerse en su fase de maduración. El sombrero sí puede ser interesante de cara a distinguir el Agaricus augustus, con bellas tonalidades marrones, frente al color blanco del resto de las especies.
      El hábitat también puede ofrecernos alguna ayuda. Así, el Agaricus augustus se verá casi exclusivamente a la sombra de las coníferas, en terrenos con bastante acícula (en los pinos de la parte colindante con Aguas Vivas, por ejemplo). El Agaricus xanthoderma, por el contrario, puede aparecer en prácticamente cualquier parte y además, se desarrolla con abundantes poblaciones. Es fácil encontrar anillos muy densos de estos esbeltos champiñones, en los que incluso la grama y hierba colindante se desarrolla con más intensidad y tiene un color más oscuro. 

 Agaricus xantoderma Vs. Agaricus agustus, con cierta tendencia a enrojecer.