domingo, 15 de março de 2015

TIEMPO DE BREZOS

    
 Brezo español (Erica australis), más extendido en el pinar del olivar que en su parte más baja.  

   No hay demasiados brezales en los mismos alrededores de Cáceres, predominando la jara como arbusto dominante, pero aún así podemos disfrutar de ellos en rincones selectos, y el olivar de los frailes es uno de ellos. En esta primavera seca y fea, la flor de los brezos nos distrae un poco de la falta de otras alegrías y el último fin de semana con la bicicleta pudimos distinguir los dos tipos que dominan por nuestra región: el Erica australis -o brezo español- o el Erica arborea -o brezo blanco-. Los ejemplares de este entorno cercano no alcanzan ni el diámetro ni el porte amplio que podemos apreciar en las sierras del norte de la provincia, como en las cumbres peladas de Piornal, pero sí llenan de color las laderas de la Sierrilla, en un denso matorral emergido entre pinos carrascos y encinas.
      Estas especies son de las más exitosas y competitivas que haya en el entorno mediterráneo. Típicamente son de las primeras plantas en aparecer después de cualquier incendio, y resisten muy bien el fuego. En Piornal el GP ha visto grandes extensiones de brezo quemadas y que volvían a brotar al año siguiente desde sus tubérculos. Es natural que grandes espacios destruidos por el fuego hayan sido tomados por brezales como el arbusto sustitutivo de antiguos bosques. Y aunque constituyen una gran pérdida, en pueblos como Piornal los brezos eran extremadamente apreciados por su tronco basal o más técnicamente hablando su "lignotubérculo", es decir el engrosamiento considerable del tronco en su contacto con el suelo y su raíz, con un considerable potencial calórico y muy buscados antiguamente como madera para braseros y hogueras. 
Precioso brezo blanco (Erica arborea) en plena floración.

La falta de lluvia no da demasiadas alegrías, aunque las Orchis han aparecido, como siempre, en la cima del cerro Otero. Las Ophris, sin embargo, siguen ausentes.

sábado, 7 de março de 2015

BUSCANDO EL ROMÁNICO DE CÁCERES ENTRE LAS CIGÜEÑAS


   Restos de canecillos reutilizados y ventanas con arcos de medio punto en Santa María dan la apariencia románica a un edificio que en realidad es en su mayor parte del siglo XV. 


Canecillo románico con motivo vegetal en la iglesia de Santiago, proveniente de los restos de la primera iglesia del siglo XIII.
   Ventanuco románico en la torre de la iglesia de Santiago. La parte noble se construye en granito; en cambio, el resto del edificio se hace con cuarcita, antiguamente encalada en blanco para ocultar su pobreza.

    Hoy proponemos cambiar de tercio, y dejamos el campo, poco atractivo durante este último febrero frío y poco lluvioso, para centrarnos en lo que podemos encontrar en nuestra ciudad vieja: cigüeñas, muchas cigüeñas, y una dosis de arte, otra de las pasiones del GP poco conocida habitualmente en este blog...  
     Febrero es como decimos, un buen mes para subir a una buena atalaya -el GP tiene en estima la torre de Bujaco- y observar un buen rato las idas y venidas de las cigüeñas sobre los tejados del casco viejo. Pero también es un momento excelente para contemplar la letra pequeña de nuestra ciudad, los detalles que no aparecen en las guías turísticas al uso. Y a eso se va a dedicar el GP hoy.

    Decididamente, el estilo artístico de las iglesias cacereñas tiene un cierto toque de fascinante eclecticismo que pone a prueba nuestra capacidad de encasillar un edificio dentro de un estilo arquitectónico determinado. Cualquier guía propone el gótico para cortar por lo sano discusiones eruditas, pero sabe perfectamente que su respuesta es bastante imperfecta. Si cogemos una iglesia como Santiago o Santa María, podemos localizar fácilmente elementos que van desde el románico hasta el renacimiento, y todo ello bajo una armonía arquitectónica difícil de encuadrar. 
      Un ejemplo estupendo son los elementos decorativos de algunas iglesias cacereñas: los canecillos, pequeños salientes en piedra bajo la cornisa de los tejados, en los ábsides o las portadas, muy típico del estilo románico. Pero este estilo apenas roza nuestra región, por el sencillo hecho que en los tiempos de esta moda arquitectónica, buena parte de Extremadura se encontraba bajo el dominio musulmán (siglos XI y XII). ¿Cómo es posible entonces que en pleno gótico del siglo XIV una iglesia como San Juan tenga canecillos románicos, nos podemos preguntar? En realidad, la culpa es del observador del siglo XXI, y no la del maestro cantero medieval, que indudablemente hace lo que le viene en gana y no tiene que rendir cuentas a un historiador del arte. 
      En cualquier caso, hay hipótesis para este arcaicismo buscado. La más simple es que directamente, reutilizamos materiales antiguos para mostrar la permanencia con el pasado -como sugiere Santa María o Santiago-, y cuando no los tenemos, los construimos, como en San Juan. Quizás los primeros moradores de la ciudad querían recuperar un recuerdo de sus lugares de origen (leoneses fundamentalmente), o quizás era una forma de demostrar que eran "castellanos viejos" y que pertenecían al mundo cristiano desde los tiempos del románico. No es tampoco algo solo propio de Cáceres. Trujillo, Plasencia e incluso Mérida tienen edifícios tardorrománicos que están ya completamente pasados de moda en el momento de su construcción y que se levantan con estas intenciones ideológicas y artísticas tan peculiares. En cualquier caso, una interesante amalgama de estilos que pone a prueba nuestros prejuicios históricos.

 Canecillos románicos y gárgolas góticas comparten espacio en Santa María