sexta-feira, 25 de outubro de 2013

RECONOCIMIENTO DE SENDERUELAS VS. CLITOCIBES

La confusión entre la senderuela (derecha, excelente comestible) y el clitocibe blanquecino (izquierda, venenoso) puede causar intoxicaciones graves para los recolectores incautos.

     La senderuela es una seta muy estimada en algunas regiones de España por sus cualidades culinarias. En Cáceres tendemos a pensar que pasa completamente desapercibida y no conozco nadie que se dedique por el campo a recogerlas, aunque sea una especie abundante en muchos pastizales y dehesas. A pesar de su aspecto fácil de reconocer, no es difícil confundirse ante otros hongos como los clitocibes y colibias, especialmente si no los vemos juntos. Por los lugares donde aparecen y su sorprendente proximidad, el clitocibe blanquecino (tóxico) se convierte en una seta que podría pasar por senderuela para los recolectores despistados. En la imagen de arriba podemos observar que no están más allá de veinte centímetros una especie de otra, y aunque el color ya nos puede disuadir de recoger una y otra, a veces es un mal consejero. Por eso el G.P. las coloca juntas y analiza algún "truco" para distinguir una de otra.

      Primera evidencia: el sombrero presenta diferencias interesantes. En el caso de la senderuela, el sombrero de la seta presenta un carácter mamelonado -el centro del sombrero está levantado- y más oscuro en ocasiones en el mamelón (aunque esto es variable). Igualmente presenta estrías en los bordes muy características. En el clitocibe, el mamelón no existe y por el contrario el centro del sombrero suele estar aplanado. El borde tampoco es estriado, lo que permitiría ya una distinción adecuada de ambos hongos.

     Segunda evidencia: Si damos la vuelta a los dos hongos observaremos que la disposición de las láminas es distinta en ambos hongos. En el bonito clitocibe, las láminas son blanquecinas, decurrentes -es decir, emergen del propio pie- y están muy apretadas. En el caso de la senderuela, las láminas son de color cremoso, más escasas, están bastante más espaciadas entre sí y están separadas del pie.

   Tercera evidencia: el pie de la senderuela es extremadamente flexible, hasta el punto que podemos darle algunas vueltas sin llegar a romperlo. Por lo general, pocas setas tienen esta capacidad. Por ello, es a veces aconsejable coger el pie de una de estas setas y doblarlo varias veces con los dedos para corroborar su flexibilidad.  El clitocibe no tiene esta capacidad de forma tan destacada como sí lo tiene la senderuela. 
   Las imágenes son del parque del Olivar de los frailes, muy rico en hongos durante el otoño y que no dudamos en aconsejar su visita durante todo el mes de noviembre, e incluso hasta el comienzo del invierno para aquellos amantes de la micología.

SETAS MUY URBANAS: HEBELOMAS


      Lo maravilloso del mundo de los hongos es que puedes encontrarte con sorpresas casi en cualquier lugar, donde uno menos se lo espere. Da igual si estás en mitad del monte o en la calle más ruidosa de la ciudad: un mínimo espacio ajardinado con restos de materia orgánica puede valer para que alguna especie temeraria salga adelante. Basta un árbol viejo o el resto de un tocón en el suelo para que aparezcan en cuestión de pocas horas las deseadas setas si las condiciones climáticas son las idóneas.  El lugar donde tomamos las fotos es una de las calles más concurridas por el tráfico en la ciudad de Cáceres: Gil Cordero, donde nadie espera encontrar semejantes ramilletes de setas. Los hongos que mostramos presentan una vida corta: un ejemplar del tamaño de un botón apenas aflorando a la superficie del suelo, al día siguiente estaba ya completamente desarrollada, a cuatro centímetros del suelo, y dos días después dejaba ya el sitio a nuevos ejemplares... 
     Estos hongos, por otro lado, son bastante comunes en nuestros parques; intuímos que corresponden a algún tipo de hebeloma de centro pardo (Hebeloma mesophaeum) o quizás colibia (Collybia fusipes), que junto con el coprino micáceo, copan todos los tocones y raíces de árboles viejos como olmos y acacias, especialmente. Pueden crecer además en primavera o finales del verano si las condiciones son favorables, como una borrasca que permita lluvia abundante durante un día o dos seguidos. No son comestibles, pero como decimos siempre, alegran la vista de los viandantes sensibles. 
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  Las distintas coloraciones del hongo son debidas fundamentalmente a la humedad del ambiente y la lluvia.

sexta-feira, 11 de outubro de 2013

CROCUS DE OTOÑO (QUITAMERIENDAS)


     Entre las florecillas que tímidamente van apuntando en estas semanas de octubre, destacamos estos crocus de otoño o quitameriendas (Merendera pirenaica). El término que usamos no hace justicia a la planta, porque el G.P. por su pasado bulbero tiende a identificar como crocus cualquier flor sin hojas. Sin embargo,  con dicho término se aluden a todas las flores que presentan las características típicas de los crocus (en términos más bien de floristería), esas florecillas de pequeño tamaño, que apenas despegan de la tierra unos pocos centímetros, y que suelen ser las primeras que aparecen tras el invierno. Estos pequeños quitameriendas aparecieron en las inmediaciones de Los Hornos (Sierra de Fuentes), junto a otras snowdrops, mientras el resto del campo va desperezándose lentamente del letargo estival. Luego los encontraría otra vez, ya pasados, en la sierra de Aguas Vivas. Estábamos a la búsqueda de setas, pero a falta de estas, buenas son las quitameriendas..

Sobre un entorno todavía seco, hacen su aparición estas bonitas flores.

En las inmediaciones, una escoria de fundición con más de un siglo, derivado de la producción de la cal en los hornos.

sábado, 5 de outubro de 2013

SETAS Y SNOWDROPS: COMIENZA EL OTOÑO...

     
 Rúsulas del parque del Príncipe sobre la acícula de los pinos.
Un yesquero en activo desde mediados de julio en el parque del Príncipe.
 Setas de chopo sobre un antiguo tocón.

     El G.P. lo tiene muuuuy claro. En nuestra particular geografía cacereña, con un clima bien definido, las ocupaciones del observador de la naturaleza quedan claramente marcadas. La primavera -corta y temprana- es el momento idóneo para investigar las flores silvestres. El verano, cuando todo parece sucumbir al calor, es la estación perfecta para estudiar la naturaleza inerte, la geología y los minerales, ajenos al clima. Y el otoño -largo, porque puede incluir parte del invierno- es el momento culminante de las setas. Ciertamente, setas podemos encontrar durante buena parte del año, pero evidentemente, los meses de octubre a diciembre son los meses mágicos para salir al campo y ver qué se encuentra por ahí. 
    El G.P. apenas ha podido salir a ningún sitio. Pero basta mirar nuestros parques y darnos cuenta que la magia ha llegado por fin. Ya están aquí nuestras compañeras, las rúsulas, las setas de chopo -presentes desde principios de septiembre-, los champiñones, los yesqueros y los pedos de lobo. Incluso una posible Amanita phalloides ha aparecido ya en el amable césped del parque del príncipe. Todas ellas, una delicia para el amante de la naturaleza.

 La delicada snowdrop marca el comienzo del otoño y la recuperación del campo con las primeras lluvias. Estas florecillas no son muy comunes, pero donde aparecen, son abundantes. Subida al depósito de la sierrilla.
  

quinta-feira, 3 de outubro de 2013

MINERALES DE CÁCERES: CORDIERITA

    Cordierita pinitizada en un granito de la rivera de Araya.

      Invitamos hoy a detenernos brevemente sobre un mineral extremadamente común en nuestra geografía cacereña pero que muchas veces pasa desapercibido para los recolectores de pedruscos, puesto que suele aparecer como componente mineral de rocas y casi nunca tiene presencia propia e independiente. La cordierita es uno de los minerales más típicos que aparecen en procesos de metamorfismo de contacto, tan frecuente en muchos puntos cercanos a Cáceres, y está formado, como otros muchos minerales del estilo, de un silicato complejo con un montón de elementos (aluminio, magnesio y hierro fundamentalmente).  La cordierita suele ser acompañante de minerales metamórficos típicos como la andalucita, estaurolita o granate, pero en nuestro entorno esta domina con mucho sobre todas las demás.
      La forma más típica es encontrarla en forma de multitud de granos o "moscas" sobre pizarras sometidas a metamorfismo, y así aparece en las inmediaciones del junquillo y algunos lugares de contacto del batolito granítico de Araya con el sinclinal cacereño. Sin embargo, nosotros aconsejamos observarlas en el cauce del río Salor o las cercanías de los Barruecos. Este es un lugar estupendo para contemplar pizarras mosqueadas de envergadura, con granos bien formados y abundantes. En esta zona, las rocas parecen haberse agarrado un buen sarampión con tanto calor, y han surgido estas acumulaciones de cordierita de color negruzco, producto de la fusión de minerales oscuros.  
      Tenemos otros lugares para contemplar buenas cordieritas sin estar vinculadas a estos granitos de las pizarras mosqueadas. Estos lugares lo constituyen algunos enclaves graníticos de la rivera de Araya. Aquí las cordieritas pueden encontrarse en cubos rectangulares de casi un centímetro, destacando sobre la masa del granito. Unas veces aparecen modificadas hacia otro mineral, la pinita (de color negruzco verdoso) y en otras ocasiones, frescas y con tonos más pálidos y reflejos azulados, típicos de este mineral. 
    En la rivera de Araya tenemos la suerte de encontrar la cordierita en sus distintas paragénesis: formando parte del granito de la zona por un lado, y como mineral producido por el metamorfismo de contacto sobre las pizarras precámbricas del complejo esquisto grauwáquico. En ocasiones podemos encontrar ejemplares con los dos tipos de rocas y la cordierita acompañando en ambas como mineral predominante. La presencia de cordierita en los granitos, por otro lado, nos ofrece interesantes pistas de la formación de esas rocas plutónicas, puesto que pueden indicarnos un origen sedimetario del mismo batolito. 

Cordierita más fresca en granitos usados para la construcción del AVE. Arroyo Villoluengo.

Pizarras sumamente endurecidas en el molino de Hijadilla (Salor), con "moscas" de distinto tamaño de cordierita.