domingo, 19 de janeiro de 2014

DE VISITA A... LAS VIEJAS CANTERAS DEL CERES GOLF

     
Aspecto de la cantera desde lo alto del cerro y con Cáceres de fondo. A lo lejos por la izquierda se divisa la altiva torre de Mina Esmeralda.

     El lado sur de Cáceres era la parte que le faltaba al G.P. por explorar más detenidamente en términos mineros. Como si de un pequeño reino medieval en miniatura se tratase, subía a las lomas de Aldea Moret, y mirando hacia las colinas del sur todo aquello eran Sunt Leones, como decían los latinos antiguos cuando hablaban de la lejana África... Quitando el cerro Romanos, todo aquello era desconocido. Desde hacía cuatro años que apenas visitábamos toda la zona en condiciones: bicicleta rota, cazadores durante todo el otoño e invierno... 

Después, nuestro gen posesivo y la manía privatizadora humana, poniendo cercas, vallas y setos a todo aquello que le pertenece, hacía que la investigación se demorase más y más tiempo... hasta que al final arrancamos el coche y nos fuimos a la urbanización Ceres Golf, siguiendo hasta el infinito y más allá, como dice el pequeño Juan. Hasta el infinito no llegamos, pero sí hasta el desvencijado hotel Ceres Golf. Si alguien quiere ver rastros de la crisis, vayan a verlo. Han bastado nueve meses para que el abandono se haya hecho con todo aquella extensión de terreno urbanizado. Los jardines descuidados, puertas con candados mostrando amplias salas vacías, pillaje en las puertas traseras, un lugar perfecto para un squat, en definitiva... Y uno piensa en qué fallo de previsión, racionalidad, mala suerte, o lo que haya sido ha permitido que estos edificios queden arruinados en poco tiempo y con ellos por supuesto, los trabajos de los veinte empleados en el lugar... el sueño del golf, el ladrillo y todo lo demás atragantaron definitivamente al hotel en el quinto año de la crisis. 
      Pero el GP no iba de hotel de golf, sino a buscar piedras, y en un llamativo olfato pedrusquero se adentró por las traseras del hotel hasta que maravillado, se encontró con lo que parecía una antigua cantera. Como ocurre en estos casos, al GP le empieza a fallar la respiración de la emoción contenida y acaba aclamando a los Dioses por su buena suerte.  
     Lo que parecía una cantera en realidad resultó ser, como en otras ocasiones, una explotación más de fosfatos de las muchas que se habían desarrollado en Cáceres durante el periodo de actividad minera de Aldea Moret. En este caso la explotación había propiciado la apertura de una galería profunda sobre el terreno que como casi siempre, estaba sin señalizar. Pero no éramos capaces de reconocer fácilmente la fosforita típica, y sí veíamos muchas piedras y rocas que escapaban a nuestro reconocimiento habitual. Investigando posteriormente, descubrimos en FMF, el foro mineral, que el infatigable Cristalino había andado por toda la zona, en otros yacimientos de las Camellas, y que había encontrado gran cantidad de fosfatos en formas particulares de wavellita, apatito y dahlita y con paragénesis añadidas de otros minerales más raros y difíciles de precisar.  
     Desde nuestra opinión, el afloramiento rocoso corresponde al punto de encuentro de los estratos de cuarcitas silúricas y devónicas con las rocas volcánicas cacereñas, fundamentalmente, rocas piroclásticas y tuffs riolíticos (siguiendo las indicaciones del IGME y los viejos artículos de Correztgé sobre el tema en cuestión). Sin embargo, el mapa del IGME no deja nada claro el tema y las rocas volcánicas las coloca en otros lugares. En cualquier caso, se trata de rocas de texturas muy interesantes que el G.P. no ha visto en ningún otro lugar del sinclinal. Y aunque poco conocedor de las rocas volcánicas, sí reconoce bien todas las demás y no sabría colocarlas en ningún lugar. 
      En conjunto podríamos definirlas como rocas afaníticas (de grano muy fino), de aspecto masivo y que alternan con formas más pizarrosas muy claras, de apariencia caolinítica. Estas rocas afaníticas son muy porosas, con numerosas vacuolas, y oscilan de colores blanquecinos y pardos a otros completamente oscuros. Habitualmente estas vacuolas están recubiertas de calcedonia o cuarzo globuloso. Y si a veces pueden ser reconocibles la fosforita y el fluorapatito por la coloración verde-azulada, en otras ocasiones toman aspecto brechoide cuando encontramos inclusiones de otros sedimentos como pizarras y cuarcitas. 
     En muchos lugares de contacto entre la cuarcita y estas rocas volcánicas se forman abundantes grietas y fracturas que han sido rellenadas con cuarzo, calcedonia y wavelita. Acompañan minerales oscuros que han rellenado las vacuolas: sustancias de aspecto carbonoso que nos permitiría escribir con ellas. A veces forman grandes cristales hexagonales, que podrían tener la apariencia de augita. En fin, nuestro estudio no es concluyente y está llena de lagunas que intentaremos solucionar con sucesivas visitas al lugar... 
      La presencia de fosfato no es algo novedoso en toda la zona. Ya hemos comentado que la fosforita no se presenta exclusivamente en el entorno calizo-dolomítico, sino que está presente en numerosos filones e intrusiones que muy posiblemente tengan como origen el batolito de Cabeza de Araya, rico en fósforo y flúor. Precisamente esta zona, con fallas y con numerosas fracturas en las rocas que la conforman, ha posibilitado que estos fosfatos se hayan movilizado o formado después. Esto explicaría, por ejemplo la extraordinaria abundancia de un mineral como la wavellita, de formación típicamente hidrotermal, y que habría rellenado abundantemente todas estas cavidades y huecos, junto con el cuarzo.
      En definitiva, y haciendo revisión: encontramos rocas de supuesto origen volcánico (tobas y piroclásticos), acompañando a la cuarcita silúrica-devónica, y entre la paragénesis presente destacamos: dahlita, fluorapatito, wavelita, calcedonia y minerales oscuros no identificados. La zona está cubierta por abundante vegetación de alcornocal, bastante descuidada y sin podar, acompañado de retama blanca. La jara hace su aparición en la superficie abandonada de la cantera. Dentro de los hongos, destacamos la abundancia de la senderuela, muy presente todavía en el mes de enero, que ha alternado lluvias con días de sol.
Fracturas en la cuarcita rellenadas profusamente por cuarzo-wavelita.
Escombreras muy ricas en wavellita.
 Ejemplares de formaciones rocosas con dicho mineral: material de relleno de grietas que son cubiertas de finas capas de este fosfato de aluminio.



Bloques cuarcíticos con grandes dendritas.





Las lacarias se hacen muy abundantes en toda la zona, incluso en un tiempo tan avanzado como enero. La alternancia de días de lluvia y de sol propiciaban auténticas explosiones de este pequeño hongo, amante de terrenos removidos y con abundante humus.
 Algún ejemplar más. La wavelita, blanca o transparente, muestra también un típico color anaranjado en la superficie provocado por su contacto con arcillas o por meteorización.

terça-feira, 14 de janeiro de 2014

PIE AZUL: SETAS FUERA DE TEMPORADA EN EL PARQUE DEL PRÍNCIPE

     Quien dijese que la temporada de setas acababa en noviembre se había olvidado de esta fantástica seta: el pie azul (Lepista nuda). No solo por su presencia y hermosura, sino también porque es una seta digna de ser consumida según los expertos, y ciertamente una de las pocas que pueden encontrarse en pleno mes de enero en la dehesa. El G.P. la vio hace un par de años por decenas en la dehesa del Junquillo, al pie de las encinas. Y este año del 2014 la hemos encontrado mucho más cerquita de casa, en el parque del Príncipe y nuevamente sobre el mantillo abundante de hojas de encina. Es una seta relativamente fácil de reconocer sobre todo porque suele ser la única del momento, y por lo tanto permite salvar confusiones con otras especies parecidas (además todas las especies parecidas son más o menos comestibles). El sombrero y las láminas tiende a tonalidades púrpuras, más marcadas tanto en el pie como en el sombrero cuando es más joven. Este sombrero, al principio abombado o acampanado, tiende a desplegarse conforme el hongo va madurando, llegando incluso a veces a deprimirse en el centro cuando queda extendido del todo. 
A pesar de la estación, no es ni mucho menos la única seta que encontramos en este rincón del parque. A un par de metros había unos fabulosos ejemplares de setas similares al gonfidio mucoso. Y poco más abajo, aún se veían ejemplares de seta pipa, yesqueros y alguna senderuela.

Este rincón del parque está situado en su extremo sur. Al contar con gran cantidad de arbustos y fagáceas y un abundante mantillo, nos permite fácilmente encontrar distintos tipos de setas propias de parques, lignícolas, de prados y de dehesa en un espacio muy reducido.
 

sexta-feira, 10 de janeiro de 2014

TRILOBITES, CARACOLES Y OTROS BICHOS EN EL ARROYO VALONDO

      
Un bloque de cuarcita armoricana atravesada por varias crucianas.
Skolitos en otra cuarcita a unos cuarenta metros de la anterior.
Un pobre caracol congelado sobre otra cuarcita del mismo entorno.

    En las escasas salidas que el G.P. ha hecho en estas últimas navidades, destacamos una que nos reportó multitud de sorpresas paleontológicas. Desde hacía tiempo sabíamos que había alguna cruziana perdida en la salida del arroyo Valondo de la sierra de la Mosca, al norte de la Montaña. La habíamos fotografiado en el verano, pero las prisas y el sol no nos permitieron sacar nada decente y ahí dejó el GP su investigación. Nuestro regreso en el invierno trajo muchas más cosas interesantes. Después de localizar las cruzianas, nuestra sorpresa fue mayor cuando descubrimos gran cantidad de skolitos casi al lado de los otros icnofósiles: un bloque considerable de cuarcita guarda una de las casas de los alrededores y sobre su superficie aparecían multitud de los típicos botones de estos icnofósiles. Suponemos que tanto los skolitos como las crucianas pertenecen más o menos a la misma edad en términos paleontológicos, y aquí ayuda mucho el material básico sobre el que se asientan, la cuarcita armoricana. Esta cuarcita es poco dada a conservar los fósiles como tales, pero sí da lugar a numerosos icnofósiles (señales de organismos vivos en su entorno). Aunque el ejemplar era bastante bueno, estos fósiles se reparten por toda la sierra de la Mosca, y no es difícil avistarlos.
       Pero el día no había terminado, y en la subida del cerro nos detuvimos con algunos afloramientos de pizarras grisáceas colindantes con la cuarcita. No es que supiésemos qué contenían, pero nos dio por romper algunas pizarras inconscientemente, y salieron por arte de magia restos de trilobites. No estaban enteros, ni eran fácilmente conservables en la pizarra, pero eran trilobites. Y a fin de cuentas, siempre que el G.P. encuentra un bichito de estos se le revuelve el espíritu ancestral que lleva dentro. Así que no pudimos evitar llevarnos alguna pizarra que albergarse algún resto, para luego en casa dedicarnos a la delicada tarea de limpiar, extraer (y romper a veces) el tesoro que contenía la roca. Sin consultar ninguna fuente especializada, suponíamos que el tramo pizarroso detectado se correspondería siguiendo los principios más básicos de estratigrafía con el ordovícico medio-superior, posterior a la cuarcita armoricana. Efectivamente, tras consultar el mapa del IGME constatamos que este tramo pizarroso ha dado muchos fósiles en todos los sinclinales de la provincia, y especialmente trilobites del género Calymene. Nosotros, a los trilobites, le añadimos también graptolites que hemos descubierto en otras ocasiones... 
     Y entre piedra y piedra no dudamos en fotografiar un caracol -de nuestro tiempo- completamente congelado y cubierto por la escarcha de la mañana. Intuimos que si no espabilaba pronto, acabaría más disecado que los trilobites del ordovícico. Qué dura es la vida. 
Una preciosa cola de trilobites, o eso le parece al G.P., en las pizarras más próximas a los estratos de cuarcita armoricana.

domingo, 5 de janeiro de 2014

YESQUERO TRICOLOR EN EL PARQUE DEL PRÍNCIPE

      No es del todo dificil encontrarse de cuando en cuando con el tocón de un árbol cubierto con una buena población de yesqueros tricolor (Trametes versicolor). Nos pueden sorprender en un parque, en mitad de una dehesa, en un camino o algún viejo jardín descuidado. Bastan las maderas muertas para que esta especie lignícola fructifique... y de qué forma lo hace. En verano descubrí algunos de estos tocones, pero para entonces los yesqueros estaban secos y había que esperar al siguiente otoño para verlos con fuerza. Ahora el G.P. tuvo la gran suerte (demos gracias a Démeter) que, sin buscarlos, me los encontré casi en el límite del parque del Príncipe con Rodríguez Ledesma. Este es un rincón del parque muy rico en setas por el mantillo de hojas que se da y la profusión de árboles y arbustos que se coinciden en el punto (ya hablaremos algo más adelante sobre ello). En este caso el tocón de madera está tan cubierto de hongos que era imposible determinar la especie originaria; muy posiblemente, olmo o encina. Los yesqueros se amontonan aquí unos encima de otros mostrando esa preciosa alineación coloreada tan singular en sus sombreos, que le vale el propio nombre del hongo. En este caso, la lluvia de los últimos días había restado algo de belleza a esas formas, y quizás el color verdoso haya aparecido por algas que actúan de parásitas sobre la superficie de estos hongos (parásitos a su vez).  Sobre los hongos y bajo ellos, una corte de limacos, escarabajos y larvas intentaban pasar lo mejor posible estos duros meses de invierno.
    Por comentar alguna cosilla sobre este precioso hongo, el yesquero tricolor apenas tiene problemas para ser distinguido frente a otras setas. A lo sumo algún yesquero de color similar puede confundirse (Lenzites betulinus), pero el tricolor no presenta láminas por debajo del sombrero. Por otro lado, las confusiones no vienen cuestionadas por los micófagos (esta seta es directamente incomible, como otros muchos políporos, por su carácter coriáceo y en este caso su escasa carne), sino solo por curiosos de la naturaleza, algo obsesionados con la clasificación de las cosas, como es el propio G.P. 

Este es el extraño aspecto de los nuevos hongos que van germinando, y el único lugar del tronco todavía sin colonizar.
El tocón, completamente cubierto por los yesqueros. Las piedras del fondo marcan el límite del parque con la ciudad.

quinta-feira, 2 de janeiro de 2014

RAMARIAS... DENTRO DE CASA.


     No hay tiempo. Hace poco mi profesora de inglés me preguntaba cuál era lo que yo consideraba más valioso para mi vida y lujoso de obtener y se limitaba a dos palabras: más tiempo. Más minutos, más horas, más días. Desgraciadamente todo ha ido mal (o bien) para este blog: muchos proyectos entre manos, un ordenador roto y mal tiempo para salir al campo. La tormenta perfecta para desentenderse de este blog que ya se prolonga demasiado, casi cinco años. De cualquier forma, una vez más comprobamos que no hace falta salir al campo para que el campo se asiente entre nosotros. Cuando la temporada de setas ya había pasado, descubro en mi casa sacando trastos para montar el Belén de Inma que una bolsa de serrín sintético había cosechado un hongo ramificado gigantesco en el armario de nuestra terraza. Sin quererlo, habíamos producido nuestros propios hongos... que no son comestibles por supuesto. Este largo y fantástico ejemplar de la familia de Ramaria estuvo fructificando durante dos inviernos en la casa del G.P. mientras este se iba lejos a buscar setas. Y no lo tenía fácil: rompió la envoltura de la bolsa y se extendió en la oscuridad del armario; posiblemente en un entorno natural hubiese tenido una forma algo distinta. Por supuesto, el G.P. no se ha resistido a la tentación de volver a colocar las bolsas cuidadosamente en el armario y esperar a ver qué pasa.