sexta-feira, 24 de abril de 2015

PATITAS DE BURRO EN EL GUADILOBA

Morae sisyrinchium o lirio azul creciendo alegremente y sin complejos entre la cebada ratonera y otras gramíneas en las cercanías del embalse del Guadiloba.
    
    Aunque la primavera ha sido algo irregular en cuanto a lluvias, hay algunas flores que no nos abandonan ni cuando las cosas se ponen secas y feas. Hablamos aquí de las "patitas de burro" o Iris o Moraea sisyrinchium, una especie extremadamente común en nuestros entornos de Cáceres. Las fotos corresponden a los alrededores del embalse del Guadiloba, cuajado con estas flores antes de las lluvias de este mes. Pero en realidad, cualquier terreno por el que andemos, sin importar mucho sus características, puede tener centenares de estas pequeñas y existosas plantas.
       A esta planta parece importarle relativamente poco la lluvia. El campo andaba medio seco hace unas semanas, y sin embargo, la patita de burro aparecía con alegría en medio del resto de las plantas escasamente florecidas. Algunas bulbáceas consiguen cierta autonomía si en su bulbo consiguen almacenar reservas suficientes para desrrollarse adecuadamente. Este parece ser el caso de este tipo de lirio, pero no así en otras especies. Por poner un ejemplo del que ya hemos hablado, las orquídeas han tardado en aparecer, y tan solo la Orchis Champaneuxii parece disfrutar del ambiente y haber aprovechado muy bien las lluvias de abril. Los allium y los gladiolos han estado como siempre. Pero las lluvias han aparecido un poco tarde para las maravillosas Ophrys tenthredinifera, de la que solo hemos visto un ejemplar algo pasado ya en las zonas calizas de la Cantera María Antonia. Ciertamente, la vida ocupada del GP no ha dado para muchas más alegrías naturales y nos faltan más salidas al campo para corroborar todo esto, pero nos parece a nosotros que otros años aparecían con más abundancia.   
 Otro tipo de lirio menos extendido: Iris Xiphium. Este lo encontramos en las escombreras de una de las minas de Aldea Moret, solito entre los pedruscos calizos. Entre las flores una extraña araña cangrejo se está zampando una mosca.

sexta-feira, 3 de abril de 2015

DE VISITA A... LAS MINAS DE PLASENZUELA

       
      Restos de una de las torres (dos paredes en paralelo) de las minas de la zona.
Restos de la torre: se combina el uso del ladrillo, la mampostería de granito y el uso grosero de materiales líticos de la zona.
 
      Volvemos al tema geológico, y lo hacemos con unas visitas que hemos realizado en este pasado invierno al grupo de minas de los alrededores de Plasenzuela. Son un conjunto minero que desde la carretera entre Cáceres y Trujillo se puede observar con relativa facilidad assomando entre las colinas adehesadas; superando las encinas se intuyen viejas torres de fundición y algunas escombreras de pizarra que muestran el antíguo patrimonio minero de la zona. Todos estos restos mineros se hacen más visibles tomando el camino hacia Plasenzuela desde la carretera Cáceres-Trujillo. En el valle desarbolado que atravesamos con el coche es fácil concentrar la vista en estos edificios y divisar nuevamente, los restos de chimeneas y torres. Otra cosa muy distinta, como siempre pasa, es llegar a pie hasta estos lugares. Muchas de estas minas están ahora cercadas y en terenos particulares, lo que no facilita mucho la visita. En algunos foros de geologia, los visitantes se quejaban de  alambradas y broncas de propietarios poco empáticos con los amantes de las piedras. Sin embargo, la que el GP ha visitado apenas reviste dificultad y no nos adentramos demasiado en terrenos ajenos. Las fotos de las torres, si el GP no se engaña, pertenecen a la mina Petra, aunque no lo sepa con seguridad.

     Vamos a nuestro asunto:  en términos geológicos, el suave valle que visitamos, sobre el que se instalan algunas de estas minas, constituye el limite entre el batolito de Plasenzuela -que se observa en los bolos graníticos y peñascos mirando hacia el este- y el conjunto pizarroso, soso y aburrido del Alodomo centroextremeño. Es una zona por tanto con cierto metamorfismo de contacto que puede observarse en algunas de las pizarras y esquistos de la zona, aunque no resulte tan llamativo como en otras partes. Los que saben de estas cosas, comentan que en el contacto de ambas formaciones geológicas, y en zona predominante de cizalla -una deformación particular de las rocas ígneas-, se filtraron en vetas y filones toda clase de compuestos químicos rarillos, que acabó ofreciendo una paragénesis denominada tecnicamente de Zn-Pb-Ag. Es decir, que estamos en una zona con altos índices de sulfuros de plomo (galena) y zinc (blenda), junto a otros sulfuros y antimoniuros más complejos. Para acompañar todo esto, además, tenemos cuarzo y siderita como minerales predominantes. No piensen que todas estas maravillas se ofrecen en forma de cristalones atractivos y deseados por los pedrusqueros. Nada de eso: son formas densas, en general, de siderita y blenda. Y todo esto removiendo la pizarra dominante. A pesar de ello, el GP se llevó muy contento para casa algunos ejemplares de siderita y blenda masiva "encajada" en la roca dominante (contando con que no tenía estos minerales, la visita fue un tremendo éxito).

     Estas minas de plomo, muy típicas en nuestra región -sobre todo Badajoz-, 
fueron explotadas masivamente en la época del "expolio" minero español, es decir, la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, tiempos dorados del plomo en todo el país. Los restos arqueológicos que observamos tienen ya más de cien años, pero no parecen importar demasiado. Lo que nos queda en las torres son típicas construcciones que alternan ladrillo -en las ventanas-, cuarcitas y burda argamasa en los muros y sillares de cantería en las esquinas, como si de antíguas fortalezas medievales se tratase. Toda la estrutura de madera que estaba en el interior de las torres está naturalmente desaparecida y las entradas a los pozos oportunamente tapadas en recientes obras de rehabilitación de la zona. Merece la pena detenerse ante las imponentes chimeneas de ladrillo y los hornos de fundición. Son restos de un passado minero ya lejano, pero que en Plasenzuela no se há olvidado por una suerte de reconversión del sector. Del plomo se han pasado al granito, y en el batolito se abren canteras considerables de esta roca.
   
Mineralizaciones de blenda. Junto a ellas, era fácil encontrar siderita masiva y también cuarzo filonario con pequeños cristales de blenda, pirita y galena.

quarta-feira, 1 de abril de 2015

TIEMPO DE BREZOS... Y CEREZOS

 Laderas de Peña Negra, cubiertas de brezos en flor.


 Hablábamos de los brezos cacereños hace una semana, y apuntábamos que lo que resulta una aparición esporádica en la sierra de Aguas Vivas era un manto rosado en las sierras del norte de la provincia. Así que, mientras los del Jerte se entusiasman con el cerezo en flor, nosotros buscamos también alguna belleza alternativa en las cumbres de la sierra de Tormantos, en las cercanías de Peña Negra (a unos 1400 metros de altura). 
Allí, los densos brezos se extienden por todo el paisaje y se convierte en el arbusto dominante, por encima de las retamas y los piornos. Extremadamente resistente tanto al frío como a los incendios, crean un espectacular paisaje en estas cumbres peladas y sin apenas arbolado.  Decíamos que estos brezales constituían antiguamente un importante recurso energético para las familias piornalegas: la robusta base lignícola del brezo tiene una potencia calórica nada desdeñable que la hacían muy apetecible para soportar los rigores del invierno en la sierra...

En las laderas, mientras, florecen los cerezos. Vista desde la Viña Blanca, a unos cuatro kilómetros de Piornal.