terça-feira, 25 de janeiro de 2011

COLIRROJOS EN EL PADRE PACÍFICO.




            Me había prometido a mí mismo encontrar mejores fotos de mi amigo el colirrojo. Pero desde nuestro último encuentro el pájaro se había mostado esquivo conmigo. Lo había buscado en todos los sitios donde me había topado con él sin éxito. Y en esas estábamos, cuando hacía el paseo vespertino con Juan y entre las rejas del parque Padre Pacífico me encontré a nuestro simpático pájaro moviendo la cola y saltando nerviosamente de un lugar a otro. Como una flecha me metí en el parque y aquí se inició la carrera más tonta de persecución. El lugar estaba en soledad absoluta, hacía frío y eso favorecía los planes del G.P. Dando vueltas y vueltas, en busca de una foto más de nuestro colirrojo, sabiendo que nuestros encuentros son fugaces y escasos. Al menos esta vez tuvimos más suerte que en las anteriores ocasiones y pudimos regresar a casa con la cabeza bien alta. 
  
Nuestro perseguido, en compañía de los gorriones. El carácter gregario de los gorriones, los lúganos o los jilgueros choca fuertemente con el de nuestro solitario, que al igual que el petirrojo, marca su territorio celosamente.

sábado, 22 de janeiro de 2011

DE VISITA A... LA DEHESA DE CONEJEROS.



        Llevamos dos o tres post con el mismo escenario, y ya es hora de que vayamos perfilando una entrada más amplia sobre el mismo, porque lo merece. Picoteaba hace poco el libro Tristes Trópicos de Levi-Strauss, en un pasaje en el que hablaba de la inmensa facilidad con que las flamantes construcciones del Nuevo Mundo entran en una rápida decadencia. Podría expandir ese análisis a las ciudades y pueblos portugueses y por extensión, a este gran caserío de las inmediaciones de Cáceres. Han pasado solo dos generaciones desde que esta construcción se inauguró a su ruina total. El tiempo no perdona ante la osadía de los hombres.  
        Desgraciadamente, estaba yo pensando en estas profundas elucubraciones y echando unas cuantas fotos, cuando un mal paso me tumbó en el suelo empapado. Y para colmo, el eje de la bicicleta se rompió a las pocas pedaladas y el G.P. tuvo que volver a casa... a pata y mojado cual rana.


Torre-mirador, coronada por los nidos de cigüeñas. Restos de un esplendor pasado...

Puerta del garaje. Alguien dijo que lo pretencioso solo se salva cuando se convierte en decadente.


Una inscripción que nos da una preciosa información sobre parte de la construcción. A uno le cuesta creer que en tan solo cincuenta años, de la opulencia se pase a la ruina absoluta.

Entrada a la capilla del caserío, en cantería de granito.


El paisaje: una pequeña dehesa de piñoneros entre formas singulares del granito.

Típico ejemplar de pegmatita, muy común en toda la zona. Se reconocen en la foto agujas de turmalina y cristales centimétricos de mica moscovita.

terça-feira, 18 de janeiro de 2011

CUANDO RUGE LA PROCESIONARIA...


Una guarida de las malhechoras.

... los pinos tiemblan. Sí, ya sé que cambia la peli, pero que se lo pregunten a los pinos, sobre todo si son pinos carrasco. En este caso son los típicos piñoneros comunes de nuestra zona mediterránea. Y lo que encontramos en la imagen son los intrincados nidos blancos en sus ramas que esconden a una auténtica devoradora de coníferas: la oruga de la procesionaria. Estos singulares bichos han sido causantes en ocasiones de auténticas deforestaciones, y en cualquier caso, un año benigno para ellas puede suponer el casi aniquilamiento del árbol. Afortunadamente, este otoño húmedo no ha hecho prosperar demasiado a la orugilla de marras pero aún así siempre es fácil encontrarnos con sus característicos nidos. 
      Si a alguien le da por abrir el nido y molestae a las peludas amigas, que sepa que nuestras orugas se desprenden de sus pelos y los proyectan sobre sus atacantes, generando irritaciones. Lo mejor aquí en árboles infectados es cortar directamente la rama sobra la que descansa el nido y quemarlas. En ocasiones, los nidos están tan altos que mi señor padre tuvo que abrirlos... a perdigonazos.
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Dehesa de pinos de Conejero.

sábado, 15 de janeiro de 2011

COLIRROJOS EN LA CASA DE CONEJERO


       La visita a la casa de Conejero de la semana pasada dejó abiertos muchos interrogantes y futuras fotografías. Entre los hallazgos que pude localizar en esa rápida visita figuraba la presencia de este pájaro esquivo y arisco que es el colirrojo tizón: un pájaro que siempre ha figurado entre mis favoritos y que no es tan fácil de localizar como uno quisiera... Y eso que durante los años de mi infancia tuve la enorme fortuna de ser despertado cada mañana de verano por un colirrojo que cantaba en el tejado de la casa de mi aldea norteña. Y es que cuando uno escucha el colirrojo tizón, no es fácil que lo olvide. Su canto en tres tiempos separados es muy característico, especialmente cuando hace un ruido semejante al de un palo de lluvia (cómo narices lo hace es una de las preguntas que me asolan desde pequeño). Es por esta peculiaridad que el colirrojo tizón no es demasiado fácil de ver, pero sí de percibir por su canto. En cuanto queramos acercarnos para verlo, muy posiblemente habrá huido a algún lugar seguro y resguardado...
        En Cáceres, es posible verlo (o escucharlo) en su hábitat favorito: inmediaciones de casas viejas o abandonadas. Lo hemos visto en la carretera de Torrejón el Rubio, por la zona de la Mejostilla, en las inmediaciones del parque del Rodeo, junto a la ciudad deportiva, y por último, en la urbanización Macondo yen la casa de Conejero, que es de donde proviene esta foto. Como es de mala calidad, esperamos subir más en nuestras próximas visitas, pero el G.P. no se hace demasiadas ilusiones con un pájaro tan tímido a  las cámaras inquietas.    
  

sexta-feira, 7 de janeiro de 2011

GRANITOS DE CÁCERES: PILONES EN LA CASA DE CONEJERO





         Desearía decir muchas cosas sobre este considerable caserón rural que se levanta tras la vía férrea, antes de alcanzar las Capellanías, pero lo cierto es que no sabemos mucho más que su nombre. En muchas ocasiones hemos pasado delante de la casa abandonada, pero el estúpido respeto que siente el G.P. hacia la propiedad privada siempre le robó la oportunidad de saltar el muro de piedras semiderruido que rodeaba el contorno y husmear un rato. Como en los últimos tiempos la climatología no acompaña y no podemos ir demasiado lejos con la bicicleta, la tentación se fue haciendo demasiado suculenta, y decidimos romper las reglas e inspeccionar el caserón. Tras saltar el muro con trabajo, el G.P. se daría cuenta que había una puerta de madera... abierta.
          Entre las muchas cosas que encontramos en nuestra fugaz visita, llamaba la atención la gran cantidad de viejos pilones de granito usadas en otros tiempos para dar de beber el ganado. Cuántos años llevan esos pilones abandonados allí, es difícil saberlo. Lo cierto es que son testigos mudos de otros tiempos que hoy nos parecen alejados de nosotros como una auténtica eternidad. Y es que, como decía un amigo del Granito Parlanchín, los últimos treinta años han sembrado tantos cambios en nuestro país que parecen separar la novedad y el presente de la larga mano de la historia: hay más parecido entre unos muros medievales y esta casa derruida, que entre esta última y otras construcciones del presente.    

Un enorme agujero en la pared muestra todavía los restos de una puerta adintelada. 

Arcadas que se mantienen todavía en pie, entre los escombros. Una hermosa geometría de tiempos no tan lejanos.

segunda-feira, 3 de janeiro de 2011

POR NAVIDAD LAS CIGÜEÑAS VERÁS...




     Ya sabemos que el refrán era bien otro, pero como en otras muchas cosas, la realidad ha desbancado el dicho popular. Porque las cigüeñas no es que lleguen por San Blas o por navidad, es que una buena cantidad de ellas no se van. Durante los últimos días grises apenas las veíamos por las alturas de Cáceres, pero ahora que ha escampado, los campanarios y torres vuelven a estar pobladas por nuestras amadas zancudas. Y es que las más adelantas ya empiezan a poner a punto sus nidos para la primavera. 
      Sobre esta permanencia el G.P. siempre ha escuchado muchas especulaciones: que si el tiempo era más templado, que si el cambio climático, que si en África no están a gusto. La respuesta fundamental es mucho más sencilla. Acumulamos mucha más basura que nuestros padres y abuelos. Esto trae muchos problemas, pero esas toneladas y toneladas de desechos permiten que muchas aves, entre ellas nuestas simpáticas compañeras,  tengan asegurado su sustento en los fríos meses de invierno. Parece ser que numerosos estudios comprueban que la permanencia de las aves migratorias depende no tanto de las condiciones climáticas sino de la presencia o no de alimento suficiente para mantenerse en esas latitudes frías.
Aquí las vemos en el parque del Príncipe. No sabemos si recogiendo barro para sus nidos o más bien buscando alimento en la tierra húmeda. En cualquier caso, no parecen hacer muchos ascos al rico barro. Jammy!