sexta-feira, 27 de agosto de 2010

TOROS DE LOS QUE NADIE HABLA...

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Si había alguna cogida, ya salían varios a tirar del rabo...
El bicho, algo sofocado tras un par de carreras.
Resulta sencillo coger a una vaca por los cuernos detrás del burladero.
Al rato, el calor era insoportable. Le echaron agua y de ahí no se movió.

La gente, bastante aburrida, se lamentaba la poca lucha que manifestaba la vaquilla.
"Que nos hubieran puesto a nosotros ahí en medio", pensó el G.P., "a ver qué hacíamos". 
      Un día discutiendo con Helí llegábamos a la conclusión que la polémica sobre los toros era un absurdo. Primero porque era un tema secundario entre los problemas ecológicos del mundo, mucho más urgentes. Segundo, porque no era el único caso de maltrato animal en celebraciones culturales humanas. Tercero, se había mezclado con cuestiones políticas que deformaron totalmente la ley antitaurina,  y por último, y quizás lo más importante, porque en la propia cultura taurina de nuestro país había multitud de celebraciones que escapaban a la magnificencia de la "Fiesta nacional" y apenas se someten a consideración crítica. 
      Nos vamos a centrar solo en este último punto. Y es que hay que ser serios y coherentes: si eliminamos los toros, habría que eliminar también otras muchas manifestaciones que podríamos fácilmente considerar como crueles con respecto a los animales. No se trata únicamente de la muerte de un animal, se trata de su uso como mera diversión para nosotros, de su vejación (esto es algo humano) y de su miedo (y esto sí, los mamíferos superiores tienen todos este sentimiento). Naturalmente, esto va contra las buenas costumbres de muchas poblaciones de nuestro país. Y me parece ilusorio detenerlo por el momento. El "deber ser", como decían los filósofos, puede estar muy lejos del "ser".

     Eso sentí yo un poco el día de la vaquilla del aguardiente en Piornal: una celebración matutina en las fiestas del pueblo. El calor era asfixiante, y algunas sombrillas se abrían para combatir el sol. Después del encierro, la vaquilla llega a la plaza de toros, empieza a dar vueltas, despistada y confusa entre los gritos de la gente. Algunos osados salieron a sus cuernos o a practicar con el capote, para las risas de los congregados. A los pocos minutos, el animal estaba agotado, mirando a un público insatisfecho, y le empezaron a echar agua para ver si espabilaba. Pero ahí se quedó plantada, inmóvil, petrificada, sin querer mover un músculo. La gente no sabía si quejarse del pobre coraje del animal o rematarla cuanto antes. Nadie parecía contemplar su cara al menos un instante, y poder distinguir perfectamente el miedo en los ojos o el cansancio en su boca. El espectáculo resultaba patético, así que me fui a cazar lagartijas al monte... con mi cámara fotográfica. 

 

quarta-feira, 25 de agosto de 2010

DE VISITA A... LAS JURRES


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En nuestra estancia piornalega no podía faltar una escapada por la sierra con Crispín, auténtico maestro en los andares montunos y los caminos perdidos (además de ser maestro de profesión). Decidimos ir a visitar la Jurra, lugar donde los cabreros de Piornal tenían sus chozas y casas en aquella ganadería trashumante casi extinguida. No hay que olvidar que la riqueza de este pueblo siempre habían sido las cabras, hasta el boom de los frutales y la cereza. A pesar de ello, las cabras subsisten aún en Piornal.
Las Jurres están entre Piornal y Barrado, mostrando el típico escalonamiento vegetal del valle: frutales y castaños en las partes bajas, robledales en las laderas y por último brezales, helechales y piornos en las partes altas de la sierra. También en esta zona y aprovechando los afloramientos graníticos del lugar, hay una cantera que funciona de forma intermitente, y que permite reconocer el terreno también de forma geológica, mostrando afloramientos pegmatíticos de interés. Desafortunadamente, la cámara del G.P. dejó de funcionar antes de llegar a la cantera, y faltan imágenes de ella. En otra excursión será.

Interior de las casas de los cabreros, hoy en día abandonadas por completo. Se distinguían las despensas, el lugar de las literas y el de la lumbre. Uno se pregunta cómo podían sobrevivir en la sierra en mitad de una nevada o una tormenta.


En lo alto de un canchal, un círculo de piedras constituye el último vestigio de los antiguos corrales de los cabreros. Un reducto humano a punto de ser engullido por la naturaleza.

 
En las peñas más grandes pudimos localizar una tejonera, siempre según el tío Crispín.

Alacrán en su madriguera. Cripín era experto en reconocer rocas con alacranes por la forma de sus madrigueras. Yo por más piedras que he levantado estos días, no he visto ni uno... afortunadamente.

  
La vara de Crispín oscilaba peligrosamente sobre el cuerpo del alacrán. "No sé si perdonarle la vida... Aquí no hace daño a nadie". Así que el alacrán se quedó vivo y coleando (nunca mejor dicho para este animalillo) y nosotros nos marchamos entre los brezos.
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No faltó en nuestra excursión perdernos por el camino, abandonar el robledal y deambular por los brezales un buen rato. Había rastros de incendios. Según nuestro maestro, los cabreros antiguamente hacían fuegos intencionados para obtener después tallos tiernos apetitosos para las cabras.  

 Nunca un castaño nos daba tanta alegría. La aparición de castaños marcaba el regreso a la civilización: a los huertos, los terrenos despejados y los caminos.

terça-feira, 24 de agosto de 2010

DE VISITA... AL DEPÓSITO DE PIORNAL.

Vista del lugar desde la salida del pueblo hacia Garganta la Olla.

Las obras de canalización han removido gran cantidad de tierras que hacen nuestras delicias de geólogo.

En la segunda tanda de vacaciones estivales, hemos hecho la otra visita obligada del mes de agosto, Piornal. Y aunque ya el verano pasado el G.P. hizo alguna referencia a los valores geológicos del lugar, nuestro mayor conocimiento del terreno permite ahora investigaciones más profundas. La clave la puso Isaías, el abuelo de  mi querida Inma y antiguo guarda forestal: "aquí en Piornal hay muchas catas de wolfram y arsenopirita, desde muy antiguo". El "wolfram" es como se conocía a los minerales de wolframio en la época de Franco, cuando la II Guerra Mundial disparó el precio del metal y en España todas las compañías mineras se pusieron a buscar yacimientos como si de auténtico oro se tratara.
El caso es que me puse a trabajar y tras buenos paseos mirando piedras y zanjas pude cerciorarme de algunos puntos donde efectivamente estos minerales son relativamente abundantes. En realidad, cualquier filón de cuarzo de la zona es susceptible de contener pirita o arsenopirita, pero de forma más concreta, podemos hablar de su relativa abundancia en las cercanías del depósito de agua del pueblo.

La primera evidencia lo constituyen filones de cuarzo alterados con colores verdosos, grises y violetas, y que se ve directamente desde la cuneta de la carretera. De inmediato nos percatamos que allí existían mineralizaciones acompañando al cuarzo, y más concretamente, de arsenopirita y escorodita, mineral que parte de la alteración del anterior.

Después de romper varios pedruscos de la forma más primitiva posible y retornar al primitivo estado de Australopithecus Afarensis (por martillo tenía un cuarzo), el G.P. pudo contemplar varias piezas de arsenopirita masiva y fresca, escondidas tras capas de escorodita. Cuando son manipulados, el olor de estos minerales es peculiar (no olvidemos que la arsenopirita es un sulfuro de hierro y arsénico, altamente venenoso), y conviene lavarse bien las manos.
Seguimos investigando algunos pedruscos más, y rompimos algunos cuarzos "a ver qué pasaba".  Formando pequeños cristales muy brillantes, aparecen mineralizaciones de pirita y arsenopirita conjuntamente en los cuarzos, formando la pirita en ocasiones hermosas maclas y sus típicos cristales cúbicos,aunque de tamaño bastante pequeño, no sobrepasando el medio centímetro.



En los alrededores del yacimiento, y desde la zanja de la misma carretera, es fácil encontrarnos con turmalinas del tipo "chorlo",aunque frecuentemente alteradas, con tonos pardos y rojizos. La otra fotografía es otra turmalina proveniente de un enclave pegmatítico, y aquí las condiciones de metamorfismo ha producido la ondulación que se percibe en sus cristales.

        
     Tampoco podemos dejar sin mencionar los grandes cristales de feldespato que se pueden encontrar por la zona. Aunque el de esta fotografía posiblemente perteneciera a un afloramiento pegmatítico, los cristales de feldespato potásico abundan por el tipo de granito porfídico de la zona, con grandes fenocristales de este mineral y con curiosas maclas. De hecho, y para ser más exactos, la presencia de estas grandes maclas nos permite distinguir una características de la granodiorita, variante del granito, y que está caracterizada por un distinto porcentaje de minerales oscuros (por lo general, inapreciable a simple vista).
       En definitiva, en relación con la paragénesis del lugar, podemos hablar de los siguientes minerales relevantes:
- Arsenopirita: bastante abundante, fresca o alterada, de color plateado y brillo metálico.
- Pirita: con cristales bien formados en ocasiones, aunque siempre en tamaño milimétrico.
- Escorodita: sustituyendo en ocasiones por completo a la arsenopirita y otras veces formando costras verdosas.
- Goethita, acompañando a cuarzos y formando las típicas formas arriñonadas.
- Limonita, también acompañando a cuarzos y a los granitos alterados por la cizalla.
- Feldespato: generando grandes cristales y maclas curiosas.
- Turmalina: abundante y formando grandes cristales, aunque con alteraciones.
Puntas de cuarzo, muy comunes en algunos de los filones.
Mica biotita, que aparece en las restitas y xenolitos del granito acompañante, a veces con cristales hexagonales centimétricos. 
- Mica moscovita, presente en filones pegmatíticos que también pueden verse en la zona. 

      La fauna de la zona puede llegar a ser peligrosa para los amantes de las piedras. Este lugar está infectado de alacranes, y el mismo día que el G.P. frecuentaba el depósito, al caer la noche una chica sufrió la picadura de estos fabulosos y molestos bichos. Aunque el G.P. levantó piedras y más piedras, y fue afortunado de no ver ninguno, se recomienda calzado adecuado. No hay que olvidar que, aunque altamente improbable, las víboras son frecuentes en las zonas altas de la sierra.
Nosotros nos quedamos con esta lagartija colilarga, común en la zona aunque no tanto como la ibérica (casi se podría decir que comparten territorio). La primera prefiere estos terrenos huidizos y llenos de grietas donde refugiarse.
Y les dejo con este pajarillo que me acompañaba en las expediciones. Si alguien conoce su nombre, que lo indique por favor...

segunda-feira, 23 de agosto de 2010

EL ENCANTO DE LO VIEJO: GUSTEI

Esta casa fue investigada por el G.P. en sus años mozos (doce añitos) y descubrimos cubas de vino de 1885.

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                                       En mi otro blog hacía un homenaje a Wittgenstein con esta puerta.  

En continuación con el anterior post, el G.P. va a seguir deleitandose con la decadencia y el paso del tiempo en su ocio vacacional. Como ya apuntábamos, el tiempo asigna un interés atractivo hacia las obras humanas. Rebasa todos los cánones de belleza que podamos apreciar desde nuestro juicio estético, y se refugia únicamente en el poder de lo histórico. Si quitásemos a estas obras el musgo, la humedad, el abandono y lo sucio, posiblemente estaríamos destruyendo aquello que le asigna más valor. Y es que, siguiendo a la ya citada Yourcenar, en un guijarro que aparentemente podría ser cualquier otro, vemos el resto de una curva, de una recta bien trazada, para saber que esa pertenencia en su día a una obra humana le concede una importancia para nosotros inestimable. Naturalmente, este es un gusto que no todo el mundo tiene que compartir, pero si no fuera así, nadie se detendría ante una estatua mutilada o las piedras de un castro celta, Micenas o Machu Pichu.
El G.P. no va tan lejos en el tiempo. En el caso que proponemos aquí, lo histórico aguijonea su alma: los tejados caídos, las escaleras con musgo, intransitadas durante años, las lápidas casi borradas son trazos dejados en la historia de su propia vida, cuando recordaba esas casas todavía habitadas y disfrutaba de esos lejanos veranos de la infancia en tierras gallegas.   

domingo, 22 de agosto de 2010

CABACEIROS EN SARTÉDIGOS

En nuestra huida de los calores cacereños acudimos a las tierras gallegas unos pocos días de agosto. Y nuevamente, los paseos de Juan reportaron unas visitas interesantes por lugares cercanos a mi aldea (para los cacereños, remarcaquemos que "aldea" es el sinónimo de pueblo en Galicia y Portugal, no un grupo de chozas primitivas).  Dejamos aquí constancia de unos hermosos "cabaceiros" en la aldea de Sartédigos. Estas construcciones típicas de Galicia tenían como cometido principal mantener el maíz fuera del alcance de roedores y otros animales indeseables, y su estructura suele ser una espacio rectangular sobre pilares de granito. El abandono del campo ha hecho que muchos hayan dejado de ser utilizados y le dan un carácter decadente que el G.P. adora en la fotografía.


Pequeños detalles de los cabaceiros: el tiempo como gran escultor de la obra humana. Una imagen poética de Marguerite Yourcenar para escenificar el paulatino regreso de la acción del hombre al mundo de la naturaleza. 
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quarta-feira, 4 de agosto de 2010

CUANDO SALÍ DEL HUEVO

El tiempo que tardan en atravesar esta fase larvaria depende de muchos factores: escasez de alimento, temperatura...
En verano, bastan dos meses para terminar el proceso.
El renacuajo en su fase más conocida: desarrollando las dos patas posteriores.

Se reconocen ya rasgos de la futura rana, aunque se mantiene una boca succionadora.
 Las ranas comunes son vegetarianas en su fase larvaria.

Los primeros pasos de la ranita, que mantiene todavía  restos de
la cola de su fase larvaria. 
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Inevitable no hablar de estos simpáticos seres que pueblan los estanques más insospechados en los meses del verano. Los renacuajos o cágados como los llamamos en mi aldea del norte, representan una de las metamorfosis más asombrosas y peculiares del mundo animal que nos brinda nuestro entorno más cercano: el paso de un animal con branquias a otro con respiración pulmonar y anatomía terrestre. Basta acercarnos al parque del Príncipe y observar cientos de ellos de todos los tamaños y variedad. Desafortunadamente, no de todas las especies: solo hemos podido observar los de la especie dominante, la rana común, que tantas fotos lleva acumuladas en el blog.
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El hecho de que esta metamorfosis, en los que literalmente se pasa del pez al animal terrestre, pase cada día más desapercibida representa para el G.P. lo lejano que está nuestra conciencia de las verdaderas preocupaciones ecológicas y el interés por la naturaleza. Y es que la desaparición de una especie de anfibios de una zona puede tener connotaciones mucho más graves a escala ecológica que la prohibición o no de las corridas de toros. Los anfibios llevan representando desde hace tiempo una medida muy útil para evaluar la degradación ambiental. Y es que estos pobres bichos se lo llevan todo: el calentamiento global afecta su ecosistema natural, las zonas húmedas. La mayor presencia de radiacion ultravioleta provoca enfermedades en su delicada piel.  La contaminación de las aguas hace insalubres para algunas especies muchos ecosistemas. Y por último, la presencia de especies invasoras destruyen a los renacuajos que tenemos en las fotos. Unos animalillos, en definitiva, que merecen mucha más atención de la que hasta ahora han tenido. 
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El Parque del Príncipe, lugar donde podemos contemplar paso a paso esta maravilla.