domingo, 29 de abril de 2012

PLANTAS URBANAS: CYMBARALIA MURALIS

     
     Cuando el G.P. publicó el mes pasado una de nuestras plantas urbanas más conocidas, la parietaria, el experto botánico que gentilmente sigue esta página, Alberto Gil Chamorro (Desde el Torreón), nos sugirió que investigásemos sobre la Cymbaralia muralis. Dicho así, ni idea. Y sin embargo, cuando nos dio por ver imágenes de tal planta, la identificamos de inmediato. Con nombres comunes como la hierba de campanario, en la casa gallega del G.P. solía recibir el nombre de "trébol de pared", por su apariencia -según la abuela del G.P.- a medio camino entre la hiedra y el trébol. Sea con el nombre que sea, la Cymbaria muralis es una de las plantas más frecuentes en la colonización del suelo urbano, aunque hay que decir que no es ni mucho menos tan frecuente como la parietaria, y se reduce en la ciudad a los viejos muros más resguardados de la parte vieja. Aún así, basta un paseo por los callejones de la ciudad antigüa para reconocer su presencia. La mayor parte de las veces como una pequeña planta en cualquier resquicio de los muros, que pasa fácilmente desapercibida. En ocasiones más contadas, como una larga cabellera que se descuelga de la parte alta de la muralla o de los palacios.
La diminuta flor, con algo más de detalle. La impericia del G.P. con la cámara le llevó a echar decenas de fotos antes de conseguir algo decente.

sábado, 21 de abril de 2012

PALOMAS TURCAS EN CÁNOVAS

   
    Hacía tiempo que el G.P. no dedicaba una imagen a las aves de nuestra ciudad. Las razones son más bien técnicas: sin un objetivo decente, dificilmente podemos hacer fotos a nuestros queridos pájaros cacereños. Tan solo cuando estos posan cerca y sin miedo, intentamos cazarlas con nuestra mirada. En este caso, estas palomas turcas (Streptopelia decaocto) parecen estar más que acostumbradas a la presencia humana. Esta pareja vino a beber hasta la fuente de Cánovas ni más ni menos, cuando habitualmente donde más solemos verlas es en los alrededores de la ciudad. Acostumbrados a mirlos, gorriones, verderones o jilgueros, su presencia en Cánovas mereció una foto. Esta es una especie que como hemos dicho alguna vez no es autóctona, pero llegó a la península en la década de los sesenta y parece adaptarse cada vez mejor a las condiciones de nuestra región. Miedo a la gente, al menos, no parece que le tengan mucho.

segunda-feira, 16 de abril de 2012

SEQUÍA Y PIZARRAS EN EL ALMONTE

Las fracturas de las pizarras, descarnadas por completo de su suelo original por la acción del río,
 son aprovechadas por los pescadores como improvisados bancos y forman un peculiar paisaje escalonado.

Enormes muros verticales de pizarras y grauvacas quedan ahora al descubierto.

Los dientes de perro que salen a la luz, cubiertos por el barro seco, muestran el antiguo nivel del suelo. A su lado, una hornacina de granito del siglo XVIII se mantiene firme resistiendo las inundaciones del pantano.

La sequía de este año deja nuestros embalses al límite, y el de Alcántara no es una excepción. En su lejana cola, en la confluencia entre el Almonte y el Tamuja, el nivel del agua está bajo mínimos. No es tan raro encontrarlo así tras un verano largo; es más preocupante que en plena primavera se encuentre a esos niveles. Sin embargo, hay que hacer de tripas corazón y aprovechar aquellas pocas cosas que la sequía nos permita contemplar, entre ellas, las grandes formaciones pizarrosas que el agua ha dejado al descubierto en este paraje. 
Para aquellos que conocen un poco el perfil geológico local, este resulta el terreno más abundante de la provincia y que ocupa buena parte de lo que se conoce como la penillanura cacereña. Pizarras y grauvacas precámbricas se suceden, aburridas, monótonas, por lo general poco interesantes para el buscador de pedruscos. Sin embargo, con estos desniveles del terreno, artificiales o no, las pizarras pueden presentar formas curiosas y que permiten dar la sensación a quien los visita de un paisaje casi lunar.  

 Los falsos estratos son provocados por los distintos niveles de las aguas.

 Puentes construidos en torno a 1530, que quedan al descubierto con la sequía.

Distintos filones de cuarzo atravesando las grauvacas.

terça-feira, 10 de abril de 2012

KUNDMANNIA SICULA EN FUENTE FRÍA


      En esta primavera atípica está resultando difícil encontrar flores. Atraviesas el campo y pisas hierba seca en pleno mes de abril, las plantas crujen a los pies del G.P. como si del verano se tratara. Así que resulta grato encontrarse con pequeños lugares donde todavía se puede avistar alguna sombra de lo que es habitual en la primavera extremeña. Este es el caso de la ribera del Marco: un lugar donde el agua no falta y donde su entorno siempre es verde, sea la estación que sea. Precisamente en las inmediaciones de Fuente Fría nos hemos encontrado con esta umbelífera, la estaca o Kundmannia Sicula, que pone sus particulares flores amarillas a disposición del que quiera observarlas (o del insecto que desee polinizarlas). Dentro de esta familia de plantas (que es la de las zanahorias), las especies más comunes todavía duermen un largo invierno y solo ahora se empieza a ver junto a los tallos secos del año pasado las nuevas plantas. La visnaga, el hinojo o la enorme férula todavía necesitarán un tiempo hasta que veamos sus flores. Mientras, veremos qué pasa con las flores de esta temporada y si son capaces de superar esta desastrosa sequía.
Típica disposición de las flores, como si de un paraguas se tratara, muy propio de las umbelíferas. El parecido que guarda con el hinojo es tan solo en la flor. Las hojas son muy distintas entre una especie y otra, aparte del distinto tiempo de floración.


Un solar abandonado junto al arroyo del Marco es aprovechado por esta especie para cubrirlo todo.

quinta-feira, 5 de abril de 2012

ESTAMPAS ITALIANAS: ROMA

Los dioses también lloran con el paso de los siglos.

Un haz de luz en San Pedro: delicias de los místicos.

Mármol desgarrado en el templo de Agripa. Sentir el tiempo.

                                 Encantadora suciedad romana. Decollage, que decía Lola. Mediterráneo.

Edificios romanos rodean un obelisco egipcio, saqueos de épocas pasadas.

 Conversaciones en Santa María La Mayor.


        El viaje iba en crescendo, como decía Lola, y la capital de Italia se convertía en el mejor final posible para acabar la agotadora semana. Roma es en dos palabras, historia viva. Sabes perfectamente que cada lugar que pisas tuvo su relevancia en la historia europea de los últimos dos milenios. Primero, con su pasado imperial y después su legado religioso, prolongándose hasta nuestros días. Y sin embargo, a diferencia de Venecia, no nos encontramos ante un decorado. Ninguna ciudad europea puede presumir de poseer tanta frescura y viveza conviviendo con ruinas de más de dos mil años y sentirlas parte de sí misma.
      Podríamos hablar de tres Romas: la Roma imperial, con un poderoso y romántico poder de evocación, como le ocurría a Lola, convertida de repente en vestal. Eso ocurre en el entorno del Coliseo, y no obstante, el foro tiene algo de montaje: no en vano, fue Mussolini su creador, que demolió todo el barrio medieval para dejar en pie únicamente los restos romanos. Afortunadamente a los visitantes actuales les lleva a recuerdos más pacíficos que los del ideario fascista del Duce.
       La Roma cristiana, la del Vaticano, es quizás la más fría de las tres. La majestuosidad barroca de san Pedro apabulla, empequeñece al hombre y engrandece la Iglesia de los papas de la Contrarreforma. Los palacios reales europeos del tipo de Versalles quedan ridiculizados ante semejante exhibición de riqueza y lujo: si hubo una auténtica monarquía absoluta en Europa, esta fue la del estado papal y ninguna otra. Hoy en día es normal que los sentimientos de muchos visitantes sean encontrados: más de uno se siente más cómodo en una pequeña iglesia románica o unas catacumbas que delante del descomunal baldaquino de San Pedro.
        La tercera Roma es la que realmente enamora al visitante, la ciudad de las plazas y fuentes, del bullicio, del desorden mediterráneo. Además, no anula a las dos anteriores, sino todo lo contrario: las sumerge en una armonía extraordinaria por su aparente caos. Esta Roma es capaz de albergar iglesias barrocas de primera categoría, monumentos romanos como el Pantenón o el teatro de Pompeyo, y seguir siendo una ciudad moderna y global, con sus parques de motos, sus pizzs y helados, su bullicio habitual y su trasiego de gente. En Roma tienes la posibilidad no solo de visitar monumentos, sino de conocer gente peculiar en una fugaz estancia de dos días. Los encuentros casuales se suceden, desde un guía aristócrata que nos cuenta sus encuentros con Benedicto XVI, hasta artistas callejeros que nos invitan a entrar a su museo en medio de la acera. No en vano, los que hacen juramento de volver a Roma lo hacen en el corazón del barrio barroco, en la Fontana Di Trevi. Yo por cierto no eché ninguna moneda, pero algo me dice que volveré a esta magnífica ciudad en el futuro.

Sentir la decadencia, foro romano.

(y con esto terminan nuestras estampas italianas. Muchas otras imágenes y reflexiones quedan dentro de uno o para otras ocasiones)

quarta-feira, 4 de abril de 2012

ESTAMPAS ITALIANAS: FLORENCIA

Ventanas sobre el Arno

La furia de Perseo a contraluz

Florencia es sencillamente sinónimo de arte en grado superlativo. Aparte de ser la cuna remota del capitalismo y la banca, la ciudad fue fundadora del mecenazgo cultural -desde los tiempos de los Medicci- y puede alardear de acabar convertida en pleno siglo XXI en un museo a pie de calle. En todos los rincones nos encontramos con obras de arte de primera categoría, de esas que se aprenden desde pequeño en los libros de texto de historia. Al frente Cellini, en otro rincón Donatello, detrás Bruneleschi, y al fondo Miguel Angel. La lista es interminable y acaba siendo tediosa escribirla aquí. Quizás algunos chicos de la excursión se queden con el David de Miguel Ángel,  visitado en la Academia con tal rigor histórico y artístico que dudo mucho que Blanca pueda explicarles algo que no hayan oído ya en el próximo curso. Tuvieron la paciencia y el ánimo para escuchar una explicación de más de una hora centrado únicamente en las esculturas de Miguel Ángel. Yo prefiero quedarme contemplando el Perseo de Cellini. Y volvería con más calma para dar una vuelta en bicicleta por la ciudad, ese medio de transporte tan florentino que nos evoca por un momento a Ámsterdam más que a la propia Italia.


Increíble cúpula de Santa María de las Flores

Inscripciones en el puente del Arno.

Las bicis hacen de Florencia una piccola Amsterdam.
 

Un viejo clava su mirada en los viandantes desde hace siglos.

segunda-feira, 2 de abril de 2012

ESTAMPAS ITALIANAS: VENECIA

 Luz y color sobre Venecia.

Góndolas surcando canales, entre edificios medievales desconchados.

En opinión del G.P., la humedad y la suciedad hacen de Venecia mucho más hermosa y decadente.
Uno de los infinitos callejones venecianos, tan interesantes de conocer como los canales.
Los carteles invaden todos los rincones de los pasadizos.

Ventanas buscando desesperadamente la luz entre callejones estrechos.

Blanquísimo: gótico veneciano.
Tetrarcas romanos en pórfido: restos de antiquísimas alianzas militares perdidas en el tiempo, en las que nadie repara.

Oropel turístico en las góndolas.

Máscaras fuera de carnaval.

      Un amigo mío decía que quien quiera visitar Venecia debe contar como aliadas fundamentales dos cosas: tener buena climatología y evitar el turismo masivo. En Venecia nos acompañó la buena suerte y conseguimos ambas cosas. No había calor sofocante, pero sí había luz, muchísima luz: la misma que debió disfrutar Canaletto para sus cuadros hará casi tres siglos. La luz de la tarde teñía las partes más abiertas de la ciudad de un azul intenso. El blanco y los tonos ocres más apagados invadían lo demás. Luego era cuestión de perderse por las callejuelas: más allá de la plaza de San Marcos, descubrir innumerables rincones de la ciudad se convierte en una obligación que debe marcarse cada visitante de la ciudad. Para un amante de la fotografía, la luz es un regalo que no se podía despreciar. Mis compañeros de viaje tuvieron que soportarme parando en cada rincón, cada canal, cada callejuela para atar el momento, trasladarlo a una imagen. De no ser por Santi, el que escribe todavía andaría perdido por el laberinto de callejuelas veneciano.
       La otra palabra distintiva de la ciudad es su decadencia, de la que no son ajenos ni el clima ni la propia historia. En Venecia conviven edificios decadentes, con sus muros corroídos y desconchados por la humedad, con el pasado medieval de la ciudad: puentes profusamente ornamentados, arcos apuntados tallados en mármol, y góndolas doradas. El acqua alta ha amenazado con destruir la ciudad más de una vez y la condenan a esa apariencia desvencijada, sucia y ruinosa. La historia, por otro lado, acaba confirmando la tendencia: la señorial Venecia prolonga su decadencia desde 1797, año que la Serenísima dejó de ser una república independiente y pasó a formar parte del Imperio Austríaco. Desde entonces, la ciudad de las especias y Marco Polo se convirtió en uno de los puntos favoritos para las vacaciones de la aristocracia y la alta burguesía europea, como escribía Thomas Mann en su Muerte en Venecia y Visconti plasmaba magistralmente en imágenes. Hoy la decadencia se convierte en atractivo turístico, y esto se hace negocio: el cine y el turismo acartona a la ciudad y la convierte inevitablemente en un escaparate, en un enorme decorado hueco, en una misma máscara de carnaval.


Columnas de mármol bandeado en San Marcos: para el G.P., la abundancia de este material constituye
una auténtica sorpresa y un auténtico placer para nuestros sentimientos geológicos.
Atardecer. Más tonalidades para disfrutar desde los vaporettos.

(Con permiso de los lectores, el G.P. interrumpe sus habituales investigaciones locales y publica unas cuantas fotos de su último viaje a Italia. La tentación es demasiado grande para no llevarlo a cabo)