quarta-feira, 28 de novembro de 2012

PANEOLOS ALUCINÓGENOS EN LA DEHESA DE CONEJEROS


      Los primeros fríos van entrando en nuestra región, y la época de las setas también llega poco a poco a su fin. Pero aún quedan muchos ejemplares por cubrir y prueba de ello son esta particular seta que el G.P. descubrió la semana pasada en la dehesa de Conejeros: el paneolo  alucinógeno. Sobran comentarios con semejante nombre. Nuestra particular y largirucha seta tiene propiedades que van más allá de los gustos culinarios o de un mero dolor de barriga. Hace pocos años, la familia de los paneolos eran fáciles de encontrar entre las sustancias que ofrecían las smart shops en nuestro país y hoy en día es una seta interesante para aquellos que quieren experimentar en el campo de las percepciones sensoriales. Al igual que otros tipos de setas o el cannabis, estos paneolos tienen la capacidad de producir trastornos en la experiencia espacial o temporal, creando distorsiones en la percepción del espacio (curvaturas de líneas, pérdida de perspectiva, colores...), aunque lo de ver marcianitos verdes todavía es algo que no les ha ocurrido a los que han degustado esta seta.
     Para aquellos interesados en este tipo de consumo, hay que advertirles que los paneolos no aparecen en todos los sitios: crecen con frecuencia sobre los excrementos de las vacas (lo cual no lo hacen muy atractivo para comerlos, la verdad) o sobre praderas muy abonadas y húmedas. En cualquier caso, es necesario buscarlos en lugares frecuentados por el ganado vacuno, donde podemos encontrar también otras setas interesantes (aunque no alucinógenas). La dehesa de Conejeros, que es donde los hemos localizado, cumplía bien los requisitos: sus praderas son atravesadas por riachuelos y fuentes en esta época y los excrementos vacunos son abundantes. El paraíso para este tipo de setas, que crecían por puñados en cada punto oscuro del suelo. La figura del paneolo por otro lado es inconfundible. Suelen ser habitualmente muy esbeltos y largos, con un sombrero esférico y cerrado. Para distinguir el paneolo alucinógeno de otros tipos como el anillado, deben reconocerse pequeños girones en el límite de su sombrero. El paneolo anillado, por otra parte, se le reconoce un anillo en mitad del pie, mientras que en el paneolo alucinógeno suele estar ausente. De cualquier forma, la confusión entre ambas especies puede ser frecuente, dadas sus costumbres a crecer en los mismos sitios...
Dehesa de Conejeros: un lugar apropiado para encontrar este tipo de hongos.

terça-feira, 20 de novembro de 2012

AMANITA VAGINATA VS. VOLVARIELLA SPECIOSA, SETA COSMOPOLITA...


Volvariella Speciosa, recién salida de la funda envolvente y con su sombrero viscoso y sin estrías (Fuente Hinche)
Volvaria a con el sombrero desplegado, y con
 pequeños hongos a sus pies
(Entorno de los Barruecos)

 Volvariella Speciosa en Aldea Moret.
    
























Margen estriado de la amanita. La cutícula
del sombrero es menos viscosa que la de
volvarias. 
Esporada blanca, típica de las amanitas 
y falta de anillo. 

    Esta quizás será la cuarta revisión que hacemos de estas dos setas, Amanita vaginata y la volvaria en comparativa, y por ello creo que el GP vuelve a publicar la entrada, que nada tiene que ver ya con la original. Pero el aficionado poco experto se puede encontrar con estas dos especies en lugares bastante próximos entre sí, y en condiciones que pueden llevar a equívocos.       Por ser además la Volvariella speciosa una de las setas más típicas y características del entorno de Cáceres, le vamos a prestar algo más de atención.  El GP la ha encontrado en lugares tan distintos como el Parque del Príncipe, la sierrilla, los Barruecos o el Calerizo... Esta seta es un auténtico todoterreno que se adapta a cualquier tipo de suelo. Ya sea calcáreo, silíceo, ácido, arenoso o arcilloso, todo parece venirle bien a esta seta. E igualmente podemos hablar de la vegetación: prados y pastizales, vegetación de dehesa, parques... Esta es una seta típica de los prados, saprófita, y muy abundante a partir de mediados de noviembre y que se puede ver hasta bien entrado enero, aguantando incluso las heladas. 
 Las amanitas del grupo vaginata, en principio, actúan como micorrizas especialmente con coníferas -aunque no exclusivamente, como ocurre en nuestro entorno-, y es relativamente fácil verla en suelos ricos en humus con diferente vegetación. Esto hace de la Amanita una seta que rivaliza con los champiñones en cosmopolitismo. Y no solo esto, es también una de las setas más extendidas geográficamente por los continentes templados. Estas amanitas son de un tipo algo distinto del resto de su grupo: sin anillo, sin el típico huevo y tan solo con una funda en el pie, las acerca en términos de apariencia a otras especies como la volvaria... 




    ¿En qué se parecen la volvaria y la amanita vaginata?
   Estas dos setas son bastante fáciles de reconocer en las dehesas y bosque mediterráneo, que es donde suelen coincidir. Tienden a exhibir un porte alto y elegante con un sombrero entre blanco y grisáceo, aunque la volvaria es algo mayor. A diferencia de la mayoría de las amanitas y al igual que las volvarias, el grupo vaginata no muestra anillo alguno. También la volva es similar, en forma de bolsa envainante. Las láminas son decurrentes y la esporada es blanca en ambas, aunque tiende a cambiar en la volvaria hacia el rosado. Por si fuera poco todo esto en el sombrero aparecen en ambas especies, girones blancos de la bolsa envolvente,  

    ¿En qué podemos diferenciarlas? 
    En principio, el entorno en el que nacen es relativamente distinto. La amanita no es una seta presente en prados y pastizales, como acostumbra a hacer la volvaria. En cambio la volvaria sí puede aparecer en los linderos de bosques, dehesas y zonas con arbustos. Y es en estos lugares donde podemos hacernos el lío. 
   Afortunadamente, existen algunas diferencias que hacen que cuando ambas especies aparecen juntas, sea bastante sencillo distinguir una de otra. Cuando las volvarias y vaginatas se hace adultas, su estupendo sombrero se abre por completo. Es entonces cuando podemos observar una de las características típicas de las amanitas vaginatas, y que falta por completo en la volvaria: el fino estriamiento en el reborde de su sombrero.
   Sin dejar el sombrero de lado, la volvaria se reconoce frente a la amanita por el carácter viscoso y húmedo de su sombrero, frete a la cutícula relativamente seca de la amanita. Esta diferencia no se reconoce tanto en los días de lluvia o rocío, pero al recolectarla, el sombrero de la volvaria es frágil y tiende a deshacerse mientras que el de la amanita es más recio. 
   Por último, y esto se ve mejor en los ejemplares adultos, las láminas de la volvaria tienden a tonalidades rosadas, mientras la amanita mantiene el blanco original. 
    
    ¿Se pueden consumir ambas setas?
   En términos culinarios tanto la Amanita vaginata como la Volvariella speciosa se pueden consumir, aunque en la primera solo después de haber sido cocida previamente. Su relativo parecido con otras setas venenosas -en especial la temible Amanita phalloides- debe desaconsejarnos su recogida y consumo, especialmente para aquellos pobres ignorantes de la vida como el GP que andan por el mundo investigando estas cuestiones sin tener demasiada idea del tema.  Básicamente la temida phalloides presenta un huevo bien presentero y un anillo que las distingue de las otras setas de las que estamos hablando, pero el sombrero verdoso de algunas variedades de volvarias puede ser sorprendentemente parecido al de las amanitas phalloides, así que cuidado. La ignorancia atrevida se puede volver algo indigesta, cuando hablamos de setas...  
        

Sombrero desplegado por completo,  mostrando manchas blancas y las estriaciones típicas del borde (Cerro Otero, Sierrilla)
Amanita vaginata a la izquierda, volvaria a la derecha (Olivar de los frailes).





quarta-feira, 14 de novembro de 2012

SETAS DE OLIVO EN EL OLIVAR DE LOS FRAILES



 


     Alguna vez hemos dicho que fundamentalmente hay dos clases de setas. Aquellas que merecen la pena ser degustadas, y aquellas que merecen la pena ser contempladas. Algunas privilegiadas, como las macrolepiotas o la amanita cesárea, están en ambos grupos. Pero el hongo del que hablamos hoy pertenece si duda al segundo grupo: es tan hermoso como tóxico para el consumo. La seta del olivo, o dicho para los biólogos puristas allegados al latín, Omphalotus olearius. 
    Este magnífico hongo anaranjado lo encontramos paseando por el Olivar de los Frailes a principios de noviembre y presumiblemente aparecerá en aquellas zonas silíceas con olivares como las que son propias de la Sierrilla; en cualquier caso el GP no encontró más de tres o cuatro ejemplares en su paseo y evidentemente pasa menos desapercibido que el resto de los hongos, además de tener un tamaño considerable. Suele crecer sobre tocones de olivos, pero en este caso lo encontramos en el suelo, vinculados a las raíces de estos árboles. Ningún aficionado debería confundirlo con níscalos, rebozuelos y demás parientes naranjas. Sin llegar a ser mortal, ha causado intoxicaciones bastante serias. Su vinculación con el olivo debería sacarnos de dudas para nuestras latitudes y sentir desconfianza ante las setas naranjas que crezcan junto a ellos. El GP le ha dedicado a estas setas unas cuantas fotografías y una entrada propia. Por hermosas.
 
 
     El Olivar de los Frailes, con la Casa de labranza de fondo, un buen lugar para encontrar esta seta. El GP ha descubierto este parque tardíamente para las setas. Su variada vegetación autóctona, combinando olivar, dehesa, prado y umbría permite una variedad de setas muy interesante. Será el tema de próximos post.

segunda-feira, 12 de novembro de 2012

UNA PIEDRA CURIOSA...





       Como es ya tradición, cada vez que Juan y yo bajamos a los columpios del Rodeo solemos desviarnos un poco y bajar a Fuentefría, para que el pequeñajo se entretenga tirando unas cuantas piedras al riachuelo y yo viendo algún bichejo. Cual sería nuestra sorpresa cuando llegamos allí que nos encontramos todo en obras y el rincón donde yo solía observar los fósiles vegetales de las tobas calizas habían desaparecido. Sentí cierto pesar por dentro,sobre todo cuando dudé una vez en arrancar alguna piedra para ponerla en un lugar más seguro o sencillamente llevarla a casa. Pregunté al capataz de la obra dónde podían haber ido a parar las calizas. Él me dijo que se habían reutilizado: "Ha venido una arqueóloga para inspeccionar el patrimonio y favorecer su conservación". Pero parece que las diminutas plantas no merecían la pena, o habrán entendido que hay otras muchas enterradas en el Marco y que no se acaba el mundo por tres pedruscos menos. En cualquier caso, la restauración ha dejado la pendiente rocosa al descubierto y en ella encontramos más depositos calizos, o eso nos pareció. Por otro lado, cuando remueves una piedra salen otras, y tuvimos la gran suerte de encontrarnos, subiendo la pendiente que va hacia los huertos del otro lado del cauce, una enorme losa cuarcítica repleta de restos fósiles. Estos resultaban similares a los que de cuando en cuando encontramos en la parte vieja, pero en un mayor tamaño; suponemos que pertenecen a algún nivel de cuarcita armoricana que ha preservado ocasionalmente estos restos fósiles, sin que todavía la hayamos localizado en ningún lugar particular del sinclinal.
      La pregunta que se hacía el GP cuando abandonaba el lugar era si volverían a recolocar esa piedra o la tirarían a una escombrera. Entonces una sombra azul atravesó como una flecha el cauce del riachuelo. Un martín pescador se había introducido entre la maleza y ya era imposible distinguirlo. La fugacidad parece estar al orden del día en todo el mundo que nos rodea.


Las obras en Fuentefría por la escuela-taller han removido toda la zona y limpiado el cauce. Ahora se pueden ver con claridad indicios de más tobas calizas en los cortes del cauce. 

terça-feira, 6 de novembro de 2012

RECONOCIMIENTO DE LEPIOTAS TÓXICAS EN LA DEHESA DEL JUNQUILLO


Macrolepiota phaeodisca.
      En nuestra últimas visitas estamos acumulando tal cantidad de información de setas que el GP tiene que decidirse por alguna. Como parece que alguna entrada sobre las lepiotas tóxicas ha tenido cierto interés últimamente, vamos a hablar algo más sobre el asunto. En estas semanas pasadas la Lepiota cristata o lepiota maloliente ha invadido con profusión las dehesas de los alrededores, mientras que las macrolepiotas apenas han hecho acto de presencia. La diferencia fundamental entre ellas parte del tamaño, que permite distinguir bien una de otra. Si las pequeñas lepiotas apenas se levantan unos centímentros del suelo y su diámetro cabe perfectamente en la palma de la mano, las macrolepiotas se alzan con aspecto de falos casi diez centímetros antes de abrir su espléndido sombrero. Sin embargo, sí encontramos en la dehesa del Junquillo gran cantidad de champiñones silvestres, a priori comestibles aunque sin detenernos demasiado en averiguar su especie particular. Así que hemos decidido hacer una comparación entre el champiñón silvestre y esta pequeña y peligrosa lepiota (aunque igualmente hermosa y agradable de encontrar en el campo, todo hay que decirlo). La confusión entre ambas especies es bastante difícil, pero siempre es buena tenerla presente...   

       Las lepiotas pequeñas (entre ellas la cristata, helveola) son algunas de las setas más comunes de encontrar en Cáceres y abunda en todas las dehesas y pastizales de los alrededores, como en la zona del Junquillo, el Olivar de los frailes, en la Sierrilla o las zonas adehesadas de la Sierra de la Mosca. No es la más peligrosa de las lepiotas pequeñas: algunas de ellas pueden provocar intoxicaciones mortales y se han registrado casos en nuestra provincia sin ir más lejos. El consumo tradicional de las macrolepiotas ha conducido en ocasiones a equivocaciones fatales con especies como la lepiota helveola, algo más grande y alta que la lepiota que estamos comentando. En cualquier caso, se recomienda abstenerse a recolectar cualquier lepiota que no supere los diez centímetros de altura.
Macrolepiota phaleodisca frente a champiñón silvestre. El sombrero de la macrolepiota tiende a hacerse mamelonado y abierto, frente al del champiñón, que en muchos casos se mantiene levemente convexo. Por otro lado, el mamelón de la lepiota siempre se mantiene oscuro, frente a las escamas claras del champiñón silvestre. 

 Champiñón silvestre vs. lepiotas. La esporada del champiñón silvestre tiende a oscurecerse cuando se hace más adulto y mantiene un reborde claro en muchas ocasiones. En cambio, las lepiotas mantienen la esporada blanca siempre.
Champiñones y lepiotas, creciendo bastante cerca, en las dehesas de las  Capellanías. 

sábado, 3 de novembro de 2012

ARQUEOLOGÍA INDUSTRIAL: EL HORNO DE CAL DE "LA CUEVA"



Exterior del horno y escalera de acceso a la parte superior.
 

Bóveda en ladrillo en la sala previa al horno. La puerta permanece semitapiada. Muy posiblemente, este era el lugar para almacenar la leña y desde donde se alimentaba el fuego que fundía la roca caliza.
 
 Interior del horno, construido en pequeños sillares de granito, más resistentes al calor que la caliza. Las paredes están cubiertas en buena parte de escoria provocada por las altas temperaturas: el horno se cubría de piedra caliza y se dejaba cocer durante más de cinco días, hasta que la cal estaba preparada. 
 
 El horno, visto desde su parte superior, repleto de retamas e hinojos. No hay que olvidar que los hornos de cal solían estar construidos por debajo del propio nivel del suelo para conservar el calor.
 
Muestra de funcionamiento de un horno de cal (la fotografía
no es del GP)
      Atravesando el desolador camino del vertedero del cerro de Cabezarrubia, el GP deseaba ir hasta la dehesa del Junquillo, a probar suerte e intentar ver alguna macrolepiota interesante para regalar a su suegro. Sin embargo, si el camino no era atractivo a nivel paisajístico, para un aficionado a las piedras como el GP no deja de tener su interés. El vertedero es un muestrario gratis de toda la geología del sinclinal, aunque un poco incómodo de atravesar. Sin embargo, lo que nos desvió definitivamente de nuestro objetivo fue el descubrimiento de este horno de cal emergido entre el mar de escombros. El GP desconocía su existencia y se quedó allí un buen rato fotografiando el evento: dos magnificos hornos a los que se podía acceder a pie era una tentación demasiado grande para dejarla pasar. Lógicamente cuando se quiso dar cuenta, se le había hecho muy tarde. Las setas tendrían que esperar otro día.
        Los hornos de cal han tenido gran importancia en la ciudad. Hay que pensar que para una provincia que apenas cuenta con yacimientos calcáreos, Cáceres se convertía en un lugar privilegiado por el Calerizo, y la cal (óxido de calcio) tenía amplias propiedades usadas desde antiguo: como desinfectante o como material de construcción, era requerida por ganaderos, enfermos, constructores... La demanda, antes de la creación de un mercado nacional bien articulado a partir de los sesenta, estaba asegurada para los empresarios y trabajadores del sector, cuya importancia se tradujo en su propia calle de la ciudad (la bien conocida calle Caleros). Los hornos de cal se contaban por decenas,  distribuidos extratégicamente en los alrededores de canteras y zonas calizas. Actualmente muchos de ellos han desaparecido por la expansión urbanística. Otros han sido protegidos (como el que está en la estación de autobuses). El que le mostramos ha tenido su mejor aliado en... los escombros. Y merece la pena desviarse desde el Junquillo para observar los restos históricos de una etapa preindustrial desconocida y en peligro de desaparición en nuestro entorno.
      Como hemos apuntado otras veces, no nos cansamos de repetir que la arqueología industrial es una asignatura pendiente de la conservación de nuestro patrimonio. Desgraciadamente, la coyuntura es la peor que podemos imaginar: sin recursos públicos y con un legado medieval que se lleva toda la atención, cuando queramos reaccionar será demasiado tarde y se habrán perdido muchas cosas valiosas por el camino.