domingo, 30 de agosto de 2015

LOS CAÑONES DEL SIL... SEGÚN EL GP


      Imponentes murallas verticales de granito se levantan desde el agua embalsada. Los puntos más altos alcanzan los 800 metros de altura, frente al nivel del río, unos 300.  
    Y terminamos este productivo agosto con otro post del norte, fuera de las fronteras típicas del GP. Es inevitable no hacer una referencia a esta excursión veraniega entre las provincias de Lugo y Ourense. El cañón del Sil es una maravilla geológica y paisajística que merece la pena ser visitada para quienes viajen por estas zonas del interior de Galicia, tan olvidada habitualmente por el turismo. El GP, que es galego de interior (algo relativamente raro), no puede evitar reivindicar este tipo de excursiones para aquellos que pasan por la zona, solo llamados por las campanas de Santiago de Compostela o las playas de la costa...
     Primera cosa que destacamos para el geólogo visitante ajeno al Sil: la profundidad de sus desfiladeros, alcanzando 500 metros en algunos puntos, sobre un terreno fundamentalmente granítico (los tramos pizarrosos-lutíticos al final del cañón provocan ya otro paisaje más abierto y aterrazado por el hombre). El origen no se lo debemos al Sil, sino más bien al contrario, el río vino después de la fractura. En los últimos momentos de la orogenia alpina, el viejo zócalo granítico se fracturó profundamente, y el Sil aprovechó la coyuntura para encajarse en ella. Para alguien acostumbrado a los berrocales extremeños y los Barruecos malpartidenses, el granito aqui presenta un aspecto radicalmente distinto, más diaclasado, fracturado y cortante que los bolos redondeados de la penillanura. Las formas que produce, sin embargo, son también extraordinarias, con una verticalidad que da vértigo. La petrología, sin embargo, resulta relativamente parecida a la que encontramos en nuestros batolitos (no dejamos de estar en el macizo hercínico).  

Majestuosas paredes verticales dominan el paisaje. El GP esperaba encontrar algún bicho posado sobre ellas, pero no se distinguía gran cosa... Suponemos que habrá que conocer mejor el sitio.
  
      Segunda cosa que llama la atención al visitante ornitólogo: el silencio. No hay bichos, no hay pájaros. No se ve absolutamente nada. La guía hablaba de milanos negros, halcones, nutrias y meloncillos, pero no vimos ni un triste milano. Evidentemente, el ruidoso catamarán no ayuda. Quizás fue mala suerte, pero acostumbrados a ver pájaros hasta bajo las piedras, al GP le llama mucho la atención esta ausencia. En una visita rápida por la red, los ecologistas se quejan de que el río Sil y su espectacular paisaje esconde por detrás un río muerto, el más polucionado de Galicia, producto de un embalsado excesivo y los procesos típicos que acompañan (eutrofización, pérdida de especies autóctonas, contaminación aguas arriba, desecación del río en algunos tramos). Al igual que pasa con nuestros ríos embalsados como el Tajo, no todo es tan bonito como parece.  
      Tercera cosa digna de considerar: la peculiar vegetación. Para el que venga de tierras más cálidas, se encontrará con que la ribera sur tiene una vegetación muy típica del bosque mediterráneo: encinas, sobreiras (alcornoques) y madroños nos harán sentir como en casa. Esta vegetación mediterránea se introduce como una cuña desde el interior, O Barco y fundamentalmente el Bierzo, ya en tierras leonesas. El contraste entre una orilla, de vegetación tipicamente oceánica, con la mediterránea, añadiendo la vegetación de ribera en las gargantas (el río Sil no tiene, evidentemente, por el embalse) hace el paisaje muy llamativo. A esto se le añade la acción antrópica, generando terrazas de viñedos en lugares inaccesibles, excepto por el curso de agua, que se remontan a la Edad Media.
  Evidentemente, la acción del hombre no queda ahí. Mucho antes del embalse y las terrazas, este lugar ha sido habitado desde la antiguedad por eremitas de los primeros siglos del cristianismo (desde la época sueva, al menos), atraídos por el aislamiento del lugar. Con la Edad Media y el movimento monástico, la zona acabó siendo controlada por grandes monasterios (San Pedro de Rocas en la primera época, y luego Santa Cristina y San Estebán) que todavía hoy se alzan restaurados, una vez superado el abandono de la desamortización del siglo XIX. Pero esto supondría hablar de otro tema de gran magnitud, que dejamos para mejor ocasión.

 Vegetación de encinas y alcornoques en la ribera sur. Acostumbrados a los carballos, resulta algo extraño de encontrar por aqui, aunque en realidad los alcornoques se pueden encontrar por todo el valle del Miño.
Diques feldespáticos, fuertemente alterados, intruyéndose en los estratos pizarrosos. Este terreno marca el comienzo del cañón propiamente dicho. 

quinta-feira, 27 de agosto de 2015

BUITRES LEONADOS Y ÁGUILAS CALZADAS POR LA SIERRA DE LA MOSCA

    La imagen de arriba no es nada buena, pero es solo una muestra más de lo que podemos ver tan cerca de Cáceres, y que no todos los sitios pueden disfrutar de ello. Hemos paseado por sitios espléndidos este verano, y la pregunta que se hacía el GP era siempre la misma: "pero dónde narices están los pájaros...". Sería una exageración decir que los buitres leonados son tan comunes en nuestra zona como las cigueñas, pero encuentros de este tipo no son raros para aquellos que acostumbran a pasear o andar en bicicleta por la sierra de la Mosca o los llanos de Malpartida. Y es que de cuando en cuando, uno se topa con estos enormes y majestuosos bichos surcando en cielo. Y como por lo general no van solos, el espectáculo está garantizado.
    El otro encuentro del verano fue un águila calzada -cree el GP, desde su ignorancia ornitológica-, justo por encima de las canteras abandonadas del Portanchito. Es también otra rapaz relativamente fácil de ver en nuestro entorno: iba el GP buscando fósiles y al levantar la vista del suelo se encontró con esto. Y no hablamos aquí de las veces que marchábamos sin artillería, y escaparon al borroso ojo de nuestra cámara: garzas, garcillas, cigueñuelas, pollas de agua, milanos negros y reales... y todo esto por lo general en un margen de cinco kilómetros a la redonda de Cáceres.  


   Al lado, otro lugar interesante para geólogos y ornitólogos: la amplia cueva que se abre detrás de la ermita del risco. Era la primera vez que llevaba a Juan y se murió de miedo. El encuentro con los buitres fue en las cercanías de Los Hornos.

segunda-feira, 24 de agosto de 2015

TRITONES PIGMEOS EN EL VALLE DEL TOZO

    Volvemos a las cercanias del Tozo, en la compañía del amigo Natalio. Nuestro amigo nos estaba enseñando distintas partes de la dehesa cuando alcanzamos una zona completamente desolada y despoblada de árboles. En otras épocas del año muestra el típico manto verde de la llanura cacereña, ahora podríamos unirla a una imagen de las estepas asiáticas y no distinguirlas. De pronto, al descender por una pequeña pendiente, Natalio detiene el todoterreno y me enseña un manantial seco. No puedo con la curiosidad y miramos en el interior de una pequeña arqueta. Sorprendentemente, todavia retiene humedad, casi podría decirse que se había secado en los últimos días. Una rana verde salta y se esconde en los agujeros del pozo. Levantamos fragmentos del barro y para nuestra sorpresa, empiezan a aparecer numerosos ejemplares de tritón pigmeo, un pariente del tritón jaspeado proprio del norte de España,  y que el GP no veía desde que era un niño. Acostumbrados a ver solo gallipatos en las charcas de Cáceres y Sierra de Fuentes, el tritón pigmeo es mucho más llamativo, con su alegre coloración verde.
     Uno se preguntaba qué iba a ser de ellos en aquel paraje estival sin un atisbo de humedad en kilómetros a la redonda. La única posibilidad de supervivência para estos bichos era enterrarse en el barro y esperar tiempos mejores. En cualquier caso, este es un escenario típico en el hábitat mediterráneo: la desaparición de charcas estacionales condena a una parte importante de las poblaciones anfíbias a una muerte segura. Sin embargo, eso es parte del proceso natural: el problema viene cuando esas charcas estacionales desaparecen definitivamente o son contaminadas. Como a casi todos los anfíbios, el futuro que espera al tritón pigmeo es más bien oscuro en nuestro país. Pero en este lugar tan apartado, suponemos que llegará el otoño y algunos tritones supervivientes podrán continuar su ciclo vital y mantener la población para el año siguiente.  

El pobre tritón huyendo sobre el barro reseco.

domingo, 23 de agosto de 2015

POLÍPOROS AZUFRADOS EN CARBALLIÑO



     Y saltamos de la geología a los hongos, y de Piornal a Galicia... El GP se ha quedado sin salida veraniega para buscar setas. Ni una miserable tormenta ha alegrado el panorama en los días de Piornal o de Ourense. A pesar de ello, los políporos son amigos que no defraudan nunca a los micólogos aficionados: como parásitos que son, se muestran relativamente más independientes del clima que el resto de las setas. Este verano tuvimos la ocasión de contemplar un imponente políporo azufrado en la fiesta del pulpo de Carballiño, en la primera semana de agosto. Se mostraba imponente sobre el pie cortado de un gran roble, con una envergadura de unos 30-40 cm (en Cáceres los hemos visto en Cánovas, parasitando acacias, pero no pasaban de unos diez). Sofía, la fan número 1 del G.P., posaba detrás de él. Este políporo, por su color y su peculiar forma, es uno de los más hermosos que podemos encontrar por nuestras latitudes. A diferencia de otros muchos políporos, el azufrado sí es considerado comestible, y en Estados Unidos recibe el nombre de "chicken of the woods", por su parecido al pollo. A pesar de esta edibilidad, en la mayor parte de Europa no es consumido, y además puede ser ligeiramente dañino -como muchas setas comestibles- para los estómagos delicados. Para nosotros, basta con verlos para disfrutar de ellos.


   Arriba, un rincón del parque donde se celebra la concurrida fiesta del pulpo, el primer domingo de cada mes. Aqui los comensales no comen setas, están esperando a que llegue el pulpo y la empanada, entre mesas y gaitas. Las autoridades de Carballiño estiman que alrededor de 90000 personas secundan la fiesta en los últimos años, siempre que el tiempo acompañe. La seta que presentamos se encontró en una de las salidas de este concurrido parque. Al lado, la família del GP zampando empanada y esperando el pulpo y la cerveza.

 

MIGMATITAS EN LA DESESPERADA (PIORNAL)


     Son muchas las cosas que podríamos publicar este verano sobre nuestra comarca de veraneo típica, Piornal. Ahora que el GP se ha agenciado nuevo medio de transporte, "y ya no corre el monte sino vuela una bici con sillín" (parafraseando al emigrado  Spronceda), hemos ampliado un poquito más nuestro horizonte jerteño. Efectivamente, nuestra querida bicicleta de montaña nos ha permitido movernos con sudor, esfuerzo y muchas moscas por los montes y barrancos del Piornal. Y una de las primeras salidas que hicimos fue hacia la garganta de la Desesperada (o desesperá, para los lugareños). Un enclave digno de visitar en invierno, pero que ahora nos permite conocer lo que al GP le gusta, que son los pedruscos. 
       La Desesperada es una corriente que se forma al sur del Piornal, cuando empezamos a descender de las tierras altas de Piornal hacia Pasarón de la Vera. En ese lugar, la sierra de Bernabé se interrumpe abruptamente y crea este singular hito (un PIG, para los entendidos, que no es "cerdo", sino punto de interés de geológico). Una cascada, que como otras muchas en el norte de Cáceres, debe disfrutarse en los meses de lluvia, pero que como decimos, en verano nos revela otros secretos. La primera singularidad parte del hecho que, a diferencia de otras muchas cascadas y saltos de la zona, la cascada de la Desesperada no corta o atraviesa las fallas y diques de granito, sino que transcurre paralelamente a ellas. Esto explica que apenas se formen marmitas y las bolsas de agua sean sensiblemente más pequeñas que en el Caozo o el Calderón (por citar dos ejemplos), y que el agua vaya estrechamente encauzada aprovechando la fractura natural de la roca. Cuando va crecida, el agua acaba deslizandose sobre la superficie de las rocas colindantes generando un salto de gran belleza. 
       La otra singularidad, más petrológica, es que este es un lugar muy interesante para observar la formación rocosa dominante en la zona, las migmatitas. De ellas hablamos alguna vez, y son peculiares rocas metamórficas con apariencia bandeada de minerales oscuros y otros más claros que en alguna ocasión podría parecer a un gneis. Los minerales son los propios de la roca dominante, el granito (el color negro correspondería a la biotita, mientras que el claro a feldespatos y cuarzo).


Estructura bandeada típica en las migmatitas, que se aprecia perfectamente en los cortes de roca que atraviesa la carretera en la Desesperada. Observamos también algo así como anillos de Liesengang, a la izquierda, formado por óxidos de hierro.  

Un fragmento de migmatita extraido del lecho de la cascada. La desesperada no cuenta con demasiados cantos rodados, tan típicos de otras cascadas y este está apenas erosionado.
 El enclave migmatítico viene acompañado de bandas mucho más oscuras y sometidas a procesos de metamorfismo. En el estudio del IGME de la zona de Piornal, se mencionan para esta zona rocas de carácter pelítico (es decir de grano bastante fino, de origen arcilloso), verdes y blancas, como la que vemos abajo, recogida a los pies de este corte.

quarta-feira, 12 de agosto de 2015

TODOS LOS FUEGOS SON UNO


      Este es un pequeño carballo quemado en las afueras de Ourense. Con sus hojas amarronadas por el fuego, la corteza tal vez le haya protegido de la muerte segura. Con mucha suerte retoñará en otoño, pero tardará años en volver a estar en las condiciones previas al incendio, al igual que todo su entorno. Pero este pequeño carballo, resurgido ya de otros incendios anteriores, bien podría ser una encina andaluza o un pino de la sierra de Gata. En el fondo, todos los fuegos que sufrimos son un solo fuego, provocados a la sombra del lado más oscuro de nuestra personalidad. A menudo pensamos que las mentes que maquinan estos incendios lo hacen pensando en intereses económicos basados en un egoísta cálculo de intereses (madera quemada, reutilización de suelos -con la nueva ley de montes-, presión urbanística, pastoreo, narcotráfico, cuadrillas de bomberos despechadas...). Otras veces, es lo contrario: un descuido irracional (quema de rastrojos, fogatas y colillas mal apagadas), pero el GP tiende a pensar que una parte importante de los incendios se provocan bajo presiones mucho más  oscuras de nuestra personalidad. Pirómanos enfermos, gente deseosa de llamar la atención y alcanzar una fama en forma de ceniza, vecinos vengativos o despechados..., lo cierto es que hay demasiadas causas para concluir que los incendios pueden ser evitados con medidas simples. El riesgo siempre estará presente. Por eso no está de más en incidir el gran problema de nuestros montes: su descuido durante todo el año por el despoblamiento rural. Galicia sufre ese mal y es una de las razones principales por las que pequeños incendios se acumulan diariamente en los meses de verano y resultan tan fáciles de propagar. Tiene parte de verdad ese dicho de que los incendios se apagan en invierno.    

sábado, 1 de agosto de 2015

DE VISITA A LAS TINAJAS (MARMITAS DEL RÍO TOZO)

En la fotografia superior, vemos una gran poza sea abre al pie de la foto, produto de la unión de varias marmitas. En el escalón superior, se ven las tinajas, más marmitas incipientemente conectadas entre sí. En la foto lateral, aspecto de la típica erosión torrencial sobre el granito, en varias marmitas en otro punto del río. En la fotografía de abajo, el amigo Natalio. en mono de trabajo,  mostrando con cara sonriente sus "tinajas". 

















  “Estoy seguro que no te arrepentirás”, repetía el amigo Natalio, conforme descendíamos al cauce casi seco del río Tozo. Una fuerte pendiente del terreno dejaba ver de cuando en cuando, entre las encinas, las rocas desnudas del lecho del río. Lo que parecía un riachuelo típico de la penillanura cacereña, como el Tamuja o el Magasca, se iba convirtiendo en algo más espectacular, cuando  grandes bloques de granitos fracturados iban sustituyendo a la pizarra y dejaban asomar formas de mayor empaque sobre el paisaje. Natalio y su familia llamaban al lugar “las tinajas”, un enigmático nombre que dudamos si figura en algún sitio y que resulta casi patrimonio de los pocos cazadores y ganaderos que conocen la zona. Conforme nos acercábamos al sitio íbamos penetrando en el cauce, sorteando tamujares espinosos y saltando sobre grandes granitos fracturados. El amigo Natalio brincaba como un gamo, mientras nos decía que solía ir a pescar a las pozas del río barbos y carpas cuando era pequeño. “Venía de pequeño a pescar y a bichear con mi tío, que era cazador, buscando jabalíes y cosas así”. Y es que Natalio tuvo una infancia distinta para los años noventa, viviendo en una finca relativamente aislada en mitad de una dehesa, en un momento en el que ya era difícil encontrar familias de pastores dedicados en cuerpo y alma al campo y que vivían alejados de los núcleos de población. Normal que alguien así se moviese con tal agilidad y que tuviese la maña que mostraba con el ganado, tumbando ovejas y ordenando cabras en un suspiro.
Poco después, el GP descubrió por qué el lugar era conocido como las tinajas. Un pequeño desnivel del terreno había propiciado sobre el terreno granítico la aparición de una gran poza natural, que en realidad eran tres grandes marmitas que habían quedado unidas por la erosión. Por encima de ellas, se veían las tinajas, unas peculiares marmitas que al contrario de lo habitual mantenían una parte de la pared del granito y tendían a cerrarse por su parte superior. En pleno verano  el río va seco pero el interior de las pozas albergaban agua  con una profundidad de más de metro y medio. Indudablemente, la visita en el invierno debe ser más espectacular, aunque para los amantes de la geología difícilmente se podrán ver las marmitas mejor que en esta época estival. Subiendo algo más el río, nos dábamos cuenta que el tamujar se hacía más espeso –había que tener cuidado con los jabalíes en lugares cerrados, nos decía Natalio- y que el granito era sustituido por la pizarra, mucho más común en los arroyos de la zona. Los bolos de granito eran sustituidos por típicos dientes de perro y estratos de pizarra y grauvaka.  Al tamujar le acompañaban ahora las espadañas y las cañas. Pero, ¿de dónde habrá salido todo este granito? Se preguntaba continuamente el GP y le prometió a Natalio que se lo explicaría todo al día siguiente.
Ya en casa, iniciamos nuestras investigaciones. El GP estaba completamente pez en la zona y tuvo que empezar por un simple mapa para saber dónde estaba. El río Tozo es un afluente del Almonte, al igual que el Magasca y el Tamuja, y comparte con estos ríos sus características más típicas: ríos muy encerrados en su cauce, socavando la penillanura pizarrosa, con caudal muy variable y  sometidos a un fuerte estiaje que hace que durante el verano solo queden grandes charcos en su lecho. En su confluencia con el Almonte, el río forma una posición estratégica que fue ocupada por población humana desde tiempos prerromanos (el poblado de Azuquén). Nosotros visitamos el río cuatro o cinco kilómetros arriba, cuando empieza su encaje en el terreno. Geológicamente, el terreno está predominantemente  ocupado por el alodomo extremeño, como suele ocurrir (pizarras, grauwakas y algún conglomerado) pero presenta la peculiaridad en esta parte de estar atravesado por un gran dique de pórfido granítico, con un espesor de unos doscientos metros. Este dique presenta una orientación parecida a la FAP, y se prolonga unos quince kilómetros en dirección SO-NE, arrancando desde las inmediaciones de Santa Marta de Magasca. Aunque no hemos analizado a nivel macroscópico ninguna pieza del granito, en algún lugar con fracturas frescas observamos que tenían una coloración bastante clara y amarronada por meteorización, con presencia de moscovita y pocos minerales oscuros.
 Y es por esta especial condición del dique granítico, que el río Tozo presenta estas características tan peculiares en su paso por Las Tinajas. El desnivel de terreno y la intensa fracturación del dique ha provocado la creación de estas hermosas marmitas en uno de los puntos del río, la más grande de todas ellas (una marmita de gigante), ocupando una poza de más de seis metros de ancho. Resulta interesante cómo en su escalón superior, varias marmitas (las propias “tinajas”) van comunicándose entre sí y están en proceso de erosión. En realidad el GP no tiene ni idea si estas marmitas se realizaron en momentos de una climatología más húmeda o si el processo continúa hoy en día, pero la roca da muestras de grandes crecidas del agua que inundan todas las marmitas. En conclusión, este es un lugar geológica y paisajísticamente bien interesante, desgraciadamente en fincas privadas en las que el acceso no siempre es tan sencillo como en nuestras visitas más cotidianas. Agradecemos aquí al amigo Natalio por haber hecho de estupendo guía en nuestra visita, y hablaremos todavía de él en las siguientes entradas (la visita no acabó en las tinajas, ni mucho menos).