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domingo, 7 de abril de 2013

DE VISITA A... LOS PIZARRALES DEL SALOR

    
El río Salor: la pendiente escarpada contrasta con la orilla fuertemente, y con áreas que el río ha abandonado en su proceso de erosión del valle.
Pequeñas marmitas creadas por la corriente sobre las pizarras.
Pizarras pulidas por el agua.
       En un despiste con el coche el G.P. se perdió. Como todavía no controla demasiado esta máquina tuvo que dar mil vueltas hasta encontrarse en la carretera hacia Aliseda. Así que fijamos nuevo rumbo y fuimos a un lugar al que no había vuelto desde los tiernos dieciocho años: los riveros del Salor.  Aprovechando que el mes de marzo ha sido tan lluvioso, el espectáculo merece la pena. Para acceder a la zona desde la carretera a Portugal, lo mejor es introducirse en los accesos a la antigua carretera, situadas ambas entradas al lado izquierdo si vamos desde Cáceres. Con facilidad encontraremos gente que ha tenido la misma idea que nosotros y que están pescando o tumbados en una hamaca, pero el sitio es lo suficientemente grande para no molestar a nadie y no ser molestados.
     El río Salor atraviesa en la penillanura dos terrenos bien definidos de la geología extremeña: batolitos graníticos y las pizarras y grauwakas del Precámbrico. En esta ocasión hemos visto los riveros sobre estos últimos terrenos. Son muy similares a los del Guadiloba o el Tamuja (los otros dos riachuelos que han cambiado la morfología de la penillanura), pero con más caudal y mayor capacidad erosiva. No contamos aquí con el Almonte, convertido en un embalse. A diferencia de la erosión sobre el terreno granítico, creando numerosos heucos y formando fácilmente marmitas, el efecto del agua sobre la pizarra es más suave. El agua aprovecha la esquistosidad de la pizarra para deformar aquellos estratos más débiles, creando surcos y canales. Los bloques partidos de las pizarras suelen guardar una exfoliación perfecta, a diferencia de los granitos.  
        En aquellas zonas donde se depositan los materiales traídos por la corriente observamos grauwakas, pizarras y cuarzos extraidos de los filones, con sus típicas formas configuradas por la pizarra. Sin embargo, resulta muy interesante para los pedrólogos acercarse a las escombreras situadas en la orilla este, provocadas por la creación del puente "nuevo". Allí encontramos pizarras, grauwakas y esquistos bien definidos, limpios  y frescos. Con suerte nos podemos topar con formaciones de pirita y óxidos de hierro, que son inusuales en este tipo de pizarras, pero que en este punto se convierte en un elemento importante de las pizarras más oscuras. Si a pesar de buscar, no encontramos las piritas, se puede acudir a la trinchera de la carretera y allí no hay pérdida: sobre los muros encontramos infinidad de pequeños cristales cúbicos, que se acumulan especialmente en algunos estratos.

En las laderas de encinas nos encontramos con algunos magníficos boletos, más propio del otoño que de esta época. En este caso creemos que es un Leccinum quercinum o Leccinum lepidum: peculiares nombres científicos.


La presencia de las orquídeas nos muestra que efectivamente es primavera. Aquí tenemos la Orchis conica (o eso cree el G.P.), estaba situada en las laderas del Salor, junto a un pequeño arroyuelo y en un entorno marcadamente umbrío, cercano a las escombreras de pizarras.
Rebaños de cabras en las dehesas colindantes con el río.

sexta-feira, 21 de dezembro de 2012

PIZARRAS PLEGADAS EN EL GUADILOBA


Bancos de cantos rodados en una de las zonas cubiertas con el desembalse de agua del pantano., Los cantos provienen habitualmente de cuarzos, pizarras y grauwacas de los alrededores.
Estratificación de las pizarras ligeramente plegadas. En ocasiones, estas estructuras de apariencia metamórfica pueden estar causadas por las propias características de sedimentación.

       A principios de diciembre, presenciamos  sufrimos en nuestro cuerpo) la primera helada de la temporada, visitando el embalse del Guadiloba. Y aunque el GP no iba con la ropa adecuada para enfrentarse al grado bajo cero que imperaba bajo la alargada sombra del embalse, la visita fue sumamente agradable. El G.P. nunca había estado paseando por aquel lugar adehesado y se sorprendin con la abundante vegetación de ribera que aparecía en el mismo comienzo del valle del ríachuelo. Y a pesar de no encontramos ya con casi ninguna seta (salvo Amanita vaginata), sí pudimos observar lechuzas, carboneros y colirrojos, junto con alguna zancuda que no pudimos reconocer entre los juncos del río. Desgraciadamente nuestra cámara no está para dar cuenta de los descubrimientos ornitológicos. Pero sin duda en lo que más nos recreamos fueron en las curiosas pizarras que quedaban al descubierto en el cauce del río, como nos ha pasado en otras ocasiones.
    Como ya hemos mencionado aquí más de una vez, toda esta zona está geológicamente hablando vinculada con el Alodomo extremeño o CEG, o el antiguo conjunto esquisto-grauváquico. Esto hace que toda esta zona sea una sucesión interminable de pizarras y grauwacas que solo quedan al descubierto en los riberos de los ríos o en las trincheras de las carreteras. La peculiaridad del lugar es la posibilidad de observar diversos plegamientos sobre las pizarras, que habitualmente no han sido afectadas por un metamorfismo excesivamente riguroso. Esto hace que las pizarras tengan curiosos aspectos de concha de ostra, provocado por los continuos pliegues sobre los primitivos sedimentos. Junto a estas fotogénicas pizarras, también nos encontramos filones de cuarzo desgarrados de la roca originaria pero en los que se observa perfectamente el encaje antiguo sobre la pizarra. Esto hace que los cuarzos tengan formas llamativas de enrejado o forjado, que no tienen nada que ver con su cristalización típica, sino con el mencionado encaje sobre la pizarra. Comparado con otros lugares del Guadialoba, merece la pena desplazarse hasta aquí y contemplar estas pequeñas delicias geológicas.

 Dientes de perro típicos en las cercanías del cauce.

quarta-feira, 2 de maio de 2012

DE VISITA AL... MOLINO DEL GUADILOBA

Las instalaciones del molino. Todavía no hemos encontrado referencias históricas del lugar, pero todo se andará.
Grandes filones de cuarzo atraviesan la pizarra de forma casi simétrica. En el agua se observa esa espuma sospechosa que denota la contaminación que sufre el río.
       
      En estos días el G.P. recibió la genial visita de su amigo Helí, llegado desde tierras salmantinas. Y aunque el amigo reclamaba venir con la condición de asistir a la manifestación del Pimero de mayo, el pobre hombre se encontró que en Cáceres por no tener, no tenemos ni manifestaciones. Pasó la del 29 de abril y ya eran muchas en tan pocos días: demasiada movilización para nuestra sociedad amodorrada. Así que, muy a su pesar de su conciencia social, nos fuimos al campo a desvariar de política, economía y lo que se terciara. El resultado fue una provechosa visita al Almonte y a los riberos del Guadiloba. Entre crítica y crítica al sistema financiero europeo y a la madre que parió a todos los especuladores de la deuda pública, ibamos viendo galápagos, pizarrones y otras cosas curiosas ante las que naturalmente el G.P. se detenía y se olvidaba por un momento del lamentable mundo que nos ha tocado vivir. Así, hasta que nuestros pasos llegaron a un encajamiento del cauce del Guadiloba, donde nos esperaba la maravilla de una gran presa construida en bloques de pizarra junto a un molino abandonado y otras instalaciones perdidas en el paso del tiempo. "Joder, cualquiera dice que esto es Cáceres", decía Heli, un hombre norteño más acostumbrado al agua que nosotros y que se preguntaba de dónde salía tal corriente. Muchos sitios, comentaba el G.P., desde las aguas del Calerizo hasta los orines de los cacereños. En la caída del agua desde la presa, esta producía una sospechosa espuma insana. Nada es perfecto en el mundo.
      Ignoro si aquello era propiedad privada o un coto deportivo de caza. La cerca estaba prácticamente tumbada. En cualquier caso, las cercas en el campo deberían estar fuera de la ley cuando quien las rompe busca tan solo refugiarse en la naturaleza. Alguien puede ser dueño de lo que se cultiva o se produce en un terreno, pero no puede quitarte el derecho de contemplar esa tierra y lo que de ella puede aparecer, sobre todo cuando en un tiempo más o menos lejano otros hombres la trabajaron y dejaron inconscientemente su legado a las siguientes generaciones de hombres.
  

La considerable presa construida con losas de pizarra. El amigo Helí apenas es un pequeño monigote a la izquierda.



Bloques de pizarra caídos. Los pequeños cauces de la penillanura cacereña, habitualmente de escaso caudal, no evitan una fuerte erosión del terreno pizarroso y la aparición de valles sinuosos.

segunda-feira, 16 de abril de 2012

SEQUÍA Y PIZARRAS EN EL ALMONTE

Las fracturas de las pizarras, descarnadas por completo de su suelo original por la acción del río,
 son aprovechadas por los pescadores como improvisados bancos y forman un peculiar paisaje escalonado.

Enormes muros verticales de pizarras y grauvacas quedan ahora al descubierto.

Los dientes de perro que salen a la luz, cubiertos por el barro seco, muestran el antiguo nivel del suelo. A su lado, una hornacina de granito del siglo XVIII se mantiene firme resistiendo las inundaciones del pantano.

La sequía de este año deja nuestros embalses al límite, y el de Alcántara no es una excepción. En su lejana cola, en la confluencia entre el Almonte y el Tamuja, el nivel del agua está bajo mínimos. No es tan raro encontrarlo así tras un verano largo; es más preocupante que en plena primavera se encuentre a esos niveles. Sin embargo, hay que hacer de tripas corazón y aprovechar aquellas pocas cosas que la sequía nos permita contemplar, entre ellas, las grandes formaciones pizarrosas que el agua ha dejado al descubierto en este paraje. 
Para aquellos que conocen un poco el perfil geológico local, este resulta el terreno más abundante de la provincia y que ocupa buena parte de lo que se conoce como la penillanura cacereña. Pizarras y grauvacas precámbricas se suceden, aburridas, monótonas, por lo general poco interesantes para el buscador de pedruscos. Sin embargo, con estos desniveles del terreno, artificiales o no, las pizarras pueden presentar formas curiosas y que permiten dar la sensación a quien los visita de un paisaje casi lunar.  

 Los falsos estratos son provocados por los distintos niveles de las aguas.

 Puentes construidos en torno a 1530, que quedan al descubierto con la sequía.

Distintos filones de cuarzo atravesando las grauvacas.