Un bloque de cuarcita armoricana atravesada por varias crucianas.
Skolitos en otra cuarcita a unos cuarenta metros de la anterior.
Un pobre caracol congelado sobre otra cuarcita del mismo entorno.
En las escasas salidas que el G.P. ha hecho en estas últimas navidades, destacamos una que nos reportó multitud de sorpresas paleontológicas. Desde hacía tiempo sabíamos que había alguna cruziana perdida en la salida del arroyo Valondo de la sierra de la Mosca, al norte de la Montaña. La habíamos fotografiado en el verano, pero las prisas y el sol no nos permitieron sacar nada decente y ahí dejó el GP su investigación. Nuestro regreso en el invierno trajo muchas más cosas interesantes. Después de localizar las cruzianas, nuestra sorpresa fue mayor cuando descubrimos gran cantidad de skolitos casi al lado de los otros icnofósiles: un bloque considerable de cuarcita guarda una de las casas de los alrededores y sobre su superficie aparecían multitud de los típicos botones de estos icnofósiles. Suponemos que tanto los skolitos como las crucianas pertenecen más o menos a la misma edad en términos paleontológicos, y aquí ayuda mucho el material básico sobre el que se asientan, la cuarcita armoricana. Esta cuarcita es poco dada a conservar los fósiles como tales, pero sí da lugar a numerosos icnofósiles (señales de organismos vivos en su entorno). Aunque el ejemplar era bastante bueno, estos fósiles se reparten por toda la sierra de la Mosca, y no es difícil avistarlos.
Pero el día no había terminado, y en la subida del cerro nos detuvimos con algunos afloramientos de pizarras grisáceas colindantes con la cuarcita. No es que supiésemos qué contenían, pero nos dio por romper algunas pizarras inconscientemente, y salieron por arte de magia restos de trilobites. No estaban enteros, ni eran fácilmente conservables en la pizarra, pero eran trilobites. Y a fin de cuentas, siempre que el G.P. encuentra un bichito de estos se le revuelve el espíritu ancestral que lleva dentro. Así que no pudimos evitar llevarnos alguna pizarra que albergarse algún resto, para luego en casa dedicarnos a la delicada tarea de limpiar, extraer (y romper a veces) el tesoro que contenía la roca. Sin consultar ninguna fuente especializada, suponíamos que el tramo pizarroso detectado se correspondería siguiendo los principios más básicos de estratigrafía con el ordovícico medio-superior, posterior a la cuarcita armoricana. Efectivamente, tras consultar el mapa del IGME constatamos que este tramo pizarroso ha dado muchos fósiles en todos los sinclinales de la provincia, y especialmente trilobites del género Calymene. Nosotros, a los trilobites, le añadimos también graptolites que hemos descubierto en otras ocasiones...
Y entre piedra y piedra no dudamos en fotografiar un caracol -de nuestro tiempo- completamente congelado y cubierto por la escarcha de la mañana. Intuimos que si no espabilaba pronto, acabaría más disecado que los trilobites del ordovícico. Qué dura es la vida.
Una preciosa cola de trilobites, o eso le parece al G.P., en las pizarras más próximas a los estratos de cuarcita armoricana.
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