sexta-feira, 25 de outubro de 2013

SETAS MUY URBANAS: HEBELOMAS


      Lo maravilloso del mundo de los hongos es que puedes encontrarte con sorpresas casi en cualquier lugar, donde uno menos se lo espere. Da igual si estás en mitad del monte o en la calle más ruidosa de la ciudad: un mínimo espacio ajardinado con restos de materia orgánica puede valer para que alguna especie temeraria salga adelante. Basta un árbol viejo o el resto de un tocón en el suelo para que aparezcan en cuestión de pocas horas las deseadas setas si las condiciones climáticas son las idóneas.  El lugar donde tomamos las fotos es una de las calles más concurridas por el tráfico en la ciudad de Cáceres: Gil Cordero, donde nadie espera encontrar semejantes ramilletes de setas. Los hongos que mostramos presentan una vida corta: un ejemplar del tamaño de un botón apenas aflorando a la superficie del suelo, al día siguiente estaba ya completamente desarrollada, a cuatro centímetros del suelo, y dos días después dejaba ya el sitio a nuevos ejemplares... 
     Estos hongos, por otro lado, son bastante comunes en nuestros parques; intuímos que corresponden a algún tipo de hebeloma de centro pardo (Hebeloma mesophaeum) o quizás colibia (Collybia fusipes), que junto con el coprino micáceo, copan todos los tocones y raíces de árboles viejos como olmos y acacias, especialmente. Pueden crecer además en primavera o finales del verano si las condiciones son favorables, como una borrasca que permita lluvia abundante durante un día o dos seguidos. No son comestibles, pero como decimos siempre, alegran la vista de los viandantes sensibles. 
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  Las distintas coloraciones del hongo son debidas fundamentalmente a la humedad del ambiente y la lluvia.

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