Típica amanita mortal, con el anillo membranoso y estriado de su especie. El pie está oculto entre la hojarasca.
Dos amanitas verdosas se levantaban bajo las encinas, mientras otras dos estaban ya pasadas, mostrando el pie abultado. Estas últimas tenían un fuerte olor a podrido que parece ya alertar de su carácter venenoso...
Nunca sabemos por donde va a a salir la siguiente sorpresa en el mundo de las setas, y esta vez ha correspondido a una de las más famosas y mortíferas donde las haya: la Amanita phalloides. Es raro el libro de setas que no dedique un amplio apartado en su guía para estudiar y orientar el reconocimiento de esta fantástica amanita. Su registro suele ser tan amplio que nos habla de envenamientos históricos (emperadores y papas incluidos), cuadros clínicos (síndrome faloidiano) y bastantes detalles que a veces no dejan de ser escabrosos. Para comprender la situación, el 90% de la mortalidad por hongos es producido por esta seta, y basta con comer una de ellas para correr el riesgo de no volver a contarla.
Pero ahí estaban, prosperando tranquilamente bajo matorrales de encinas, y sin que nadie reparara en ellas... Cuando uno las ve tiene la sensación de estar ante las setas de todas las setas, y oscila entre la reverencia y la destrucción. ¿Qué pasaría por ejemplo, en mitad de un parque como el olivar, si a un niño le diera por cogerla y llevársela a la boca? En el mundo de la obsesión por la seguridad y las guerras preventivas, esta seta lleva todas las de perder en caso de encontrarse cerca del hombre. Pero a pesar de nuestras paranoias, la seta era demasiado hermosa para ser destruida, así que allí las dejamos, entre los matorrales, esperando que baste su carácter escondido para olvidarnos de todo riesgo. Cuando volvíamos con la bicicleta pensaba que en realidad todo el parque parece estar repleto de hongos tóxicos: lepiota cristata, esclerodermas, setas de olivo... ¡Anda que no hay cosas venenosas por el mundo! Así que mejor confiar en el sentido común y la desconfianza natural hacia los hongos que en cosas más raras.
Hay una seta que sí es parecida a la amanita phalloides y que es relativamente fácil de confundir dentro del propio parque del olivar de los frailes. Se trata de la magnífica Volvariella speciosa, una de las setas más grandes y con una forma muy parecida a la amanita. Sin embargo, esta no tiene el anillo propio de las amanitas y tiende a deshacerse más fácilmente el sombrero en la madurez. El color verdoso, sin embargo, sí puede aparecer en ambas especies. La volvaria no suele crecer bajo encinares y tiende a aparecer más en claros de prados. A pesar de que esta sea comestible, conviene abstenerse con la phalloides rondando por estos lares. Igualmente, evitaremos destruir setas, pensando que es la phalloides: lo más seguro es que derribemos volvarias.
Pero ahí estaban, prosperando tranquilamente bajo matorrales de encinas, y sin que nadie reparara en ellas... Cuando uno las ve tiene la sensación de estar ante las setas de todas las setas, y oscila entre la reverencia y la destrucción. ¿Qué pasaría por ejemplo, en mitad de un parque como el olivar, si a un niño le diera por cogerla y llevársela a la boca? En el mundo de la obsesión por la seguridad y las guerras preventivas, esta seta lleva todas las de perder en caso de encontrarse cerca del hombre. Pero a pesar de nuestras paranoias, la seta era demasiado hermosa para ser destruida, así que allí las dejamos, entre los matorrales, esperando que baste su carácter escondido para olvidarnos de todo riesgo. Cuando volvíamos con la bicicleta pensaba que en realidad todo el parque parece estar repleto de hongos tóxicos: lepiota cristata, esclerodermas, setas de olivo... ¡Anda que no hay cosas venenosas por el mundo! Así que mejor confiar en el sentido común y la desconfianza natural hacia los hongos que en cosas más raras.
Hay una seta que sí es parecida a la amanita phalloides y que es relativamente fácil de confundir dentro del propio parque del olivar de los frailes. Se trata de la magnífica Volvariella speciosa, una de las setas más grandes y con una forma muy parecida a la amanita. Sin embargo, esta no tiene el anillo propio de las amanitas y tiende a deshacerse más fácilmente el sombrero en la madurez. El color verdoso, sin embargo, sí puede aparecer en ambas especies. La volvaria no suele crecer bajo encinares y tiende a aparecer más en claros de prados. A pesar de que esta sea comestible, conviene abstenerse con la phalloides rondando por estos lares. Igualmente, evitaremos destruir setas, pensando que es la phalloides: lo más seguro es que derribemos volvarias.
Sem comentários:
Enviar um comentário