sábado, 20 de fevereiro de 2010

EL SUEÑO DE UN SAPO CORREDOR.


Y seguimos por la zona de las Minas de Aldea Moret. Estaba yo tranquilamente buscando geodas de calcita entre las fosforitas y calizas de la escombrera de la Mina San Salvador, cuando un gran pedrusco con cristales de calcita llama la atención de mi piqueta. De inmediato la levanto y entre la tierra húmeda que sirve de asiento a la roca, un bulto marrón se mueve levemente. Un pobre señor sapo estaba hibernando plácidamente hasta que mi curiosidad ha interrumpido su sueño. No pude resistir la tentación de cogerlo y hacerle una improvisada sesión fotográfica. Tantas fotos le hice que la cámara (que ya estaba en las últimas) quedó descargada. En el tiempo que me llevó ponerle unas pilas, el sapo, aparentemente tan quieto y pacífico, se las había apañado para meterse en una grieta y ocultarse detrás de otra gran piedra del terreno.

Aunque nos resulte aventurado, el G.P. opta por vincular este sapillo a la especie del sapo corredor, especialmente porque parece que una raya amarillenta recorre su espalda, y el iris de sus ojos es horizontal sobre cristalino verdoso. En cualquier caso, es sorprendente de estos animalillos su capacidad de supervivencia en un entorno tan duro como una escombrera.

segunda-feira, 15 de fevereiro de 2010

UN JARDÍN ABANDONADO...

Hablaba de nostalgias y recuerdos en la última entrada y voy a seguir haciéndolo. En nuestra salida al poblado minero, sus casas abandonadas eran una tentación irresistible de visita. Una de ellas conducía directamente a un antiguo jardín y allí fueron nuestros pasos. El terreno mostraba un romántico abandono, el retorno de una naturaleza antes dominada por la mano del hombre y que ahora se tomaba la revancha. Pasando por arbustos sin podar desde hace años, zarzas y troncos podridos, cada pisada mostraba una pequeña sorpresa.

El G.P. no podía dejar de evocar, como hace Azul en su blog de palabras, la mano que había plantado un narciso, el niño que había jugado al escondite entre los árboles, los ojos que habrían visto crecer este pequeño paraíso durante años. O quizás todo esto sea una idealización que consiguen hacer las malas hierbas del jardín. Seguro que sus espíritus erráticos en estos días de lluvia, retornan al jardín para contemplar la que quizás sea su última primavera.

Las primeras flores de la primavera: jacintos "Blue Delft" (así se catalogaban en Holanda) completamente naturalizados, después de años de abandono. Si bien las plantas pierden el espesor de su flor, estas se hacen más resistentes.

Nuestros amigos los estorninos, únicos testigos que rompían el silencio del lugar, refugiados en las ramas más altas de los árboles del jardín.
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Nuestros zapatos se hundían en el suelo cuajado de humus. Las maderas podridas se convierten en lugar por excelencia para encontrar multitud de hongos como los de la imagen.

La cancilla se mantenía inutilmente cerrada. Lo que antes mantenía el abandono al margen, ahora lo guardaba ante las miradas del exterior.

sábado, 13 de fevereiro de 2010

ARQUEOLOGÍA INDUSTRIAL, NATURALEZA MUERTA



Higuera mezclándose entre los escombros. Naturaleza heroica.


Arcos de medio punto. Un resto clásico entre el hormigón y el ladrillo.

Como este fin de semana vino mi amigo Juan, estaba convencido que tendríamos algún safari fotográfico por los alrededores. Y aunque nuestro cometido inicial era un paseo por el cerro de los Romanos, el paso obligado por el poblado minero de Aldea Moret hizo que paráramos el coche en seco (esta vez no tengo a mi compañera bici) y pasáramos allí la tarde investigando las ruinas industriales del poblado minero (o lo que queda de ellas). Un auténtico paraíso y desafío para el fotógrafo novato...

Ir a estos sitios, naturalmente, te permite recuperar la infancia, y disfrutarla de otra forma. El deseo de subir un piso más, picados por la curiosidad, el miedo a dar un paso en falso (haciendo fotos esto es peligroso), el buscar el encuadre perfecto, jugar con la luz, el recuperar un detalle olvidado por el paso de los años, el conservarlo en la memoria digital... Y el sentir pena por la falta de interés en conservar edificios como estos, así, al desnudo, en su estructura básica.

Tienen que pasar muchos años para que la sociedad se mueva para conservar nuestros vestigios mineros, y eso hace, también, que sientas prisa por retener en imágenes un viejo mundo que se desmorona. Nunca se sabe cómo van a quedar las restauraciones -en estos edificios, suelen perder todo su encanto, toda su historia-, o si sencillamente el edificio se sacrifica en nombre del progreso y los planes de urbanismo.

El amigo Juan, entre piedras flotantes y con cámara en mano.

El edificio objeto de nuestro estudio. El uso de ventanas oculta que en su interior queden grandes tolvas. En estas grandes tolvas se almacenaba ácido sulfúrico que permitía tratar la fosforita y prepararla como abono. También se utilizó este sistema, una vez cerrada la mina, para tratar las piritas que provenían de Río Tinto, para separar los distintos metales del mineral: azufre, hierro y cobre. Estos edificios, de la primera mitad del siglo XX, están sometidos a una paulatina y lenta restauración, pero tememos que pierdan su verdadero encanto.

FESTIVAL ORNITOLÓGICO EN EL PARQUE DEL PRÍNCIPE

Nuestro querido petirrojo en un banco.
La lavandera blanca, abundante por todas partes durante el invierno.

El mirlo, presente en cualquier época del año.
Los jilgueros y verderones forman bandadas numerosas durante los meses fríos.

Buscando semillas por el suelo.
Un problema técnico ha tenido mi cámara fuera de combate unos cuantos días, pero el G.P. vuelve al ataque con la última salida que hizo al parque del Príncipe, acompañado de su abuela. Vimos tal cantidad de pequeños pájaros, que una selección de fotos se ha hecho necesaria ante tal aluvión.
En el parque hemos encontrado últimamente:
- Tórtola turca, en la parte sur del parque.
- Lavandera boyera, en las cercanías del agua.
- Lavandera blanca (las dos en invierno)
- Petirrojo, sobre todo en la parte sur.
- Urraca.
- Cogujada común.
- Abubilla (en verano, cerca de la Ronda Norte).
- Carboneros, habituales en los chopos.
- Jilgueros.
- Luganos (en invierno)
- Papamoscas cerrojillo
- Verderones.
- Mirlo común.
- Gorrión común, presentes en cualquier parte.
Y de estas especies, es fácil toparte con la mayoría en un solo paseo. Uno de los mejores parques de la ciudad, sin duda, para estos gratos encuentros.

quarta-feira, 3 de fevereiro de 2010

LAVANDERAS BOYERAS EN EL PARQUE DEL PRÍNCIPE

Por fin, y después de varios días de búsqueda por el parque, cámara en mano, me he encontrado con este hermoso pájaro. Y ocurrió como siempre. Iba paseando con mi abuela, con la cámara en el fondo de la mochila, cuando nuestra lavandera esquiva hizo su aparición. Inquieta, meneando su larga cola arriba y abajo incansablemente, y casi flotando por la superficie del agua, en sus carreras nerviosas, me apresuré a sacar la instantánea correspondiente.

La lavandera boyera (creo que es esta especie) es un pájaro peculiar. Le gusta merodear cerca del agua, y a pesar de haber visitado muchos arroyos este invierno, el G.P. ha ido a encontrarsela al lado de la ciudad, en los estanques del parque del Príncipe. Su color amarillo la hace bastante vistosa, y presenta como curiosidad una auténtica subdivisión de especies en toda Europa: hay variedad ibérica, italiana, británica... como si cada población en su país correspondiente hubiera firmado sus papeles de pasaporte nacional. Casi peor que los famosos pinzones de Darwin en las Galápagos...