Y seguimos por la zona de las Minas de Aldea Moret. Estaba yo tranquilamente buscando geodas de calcita entre las fosforitas y calizas de la escombrera de la Mina San Salvador, cuando un gran pedrusco con cristales de calcita llama la atención de mi piqueta. De inmediato la levanto y entre la tierra húmeda que sirve de asiento a la roca, un bulto marrón se mueve levemente. Un pobre señor sapo estaba hibernando plácidamente hasta que mi curiosidad ha interrumpido su sueño. No pude resistir la tentación de cogerlo y hacerle una improvisada sesión fotográfica. Tantas fotos le hice que la cámara (que ya estaba en las últimas) quedó descargada. En el tiempo que me llevó ponerle unas pilas, el sapo, aparentemente tan quieto y pacífico, se las había apañado para meterse en una grieta y ocultarse detrás de otra gran piedra del terreno.
Aunque nos resulte aventurado, el G.P. opta por vincular este sapillo a la especie del sapo corredor, especialmente porque parece que una raya amarillenta recorre su espalda, y el iris de sus ojos es horizontal sobre cristalino verdoso. En cualquier caso, es sorprendente de estos animalillos su capacidad de supervivencia en un entorno tan duro como una escombrera.