Me había prometido a mí mismo encontrar mejores fotos de mi amigo el colirrojo. Pero desde nuestro último encuentro el pájaro se había mostado esquivo conmigo. Lo había buscado en todos los sitios donde me había topado con él sin éxito. Y en esas estábamos, cuando hacía el paseo vespertino con Juan y entre las rejas del parque Padre Pacífico me encontré a nuestro simpático pájaro moviendo la cola y saltando nerviosamente de un lugar a otro. Como una flecha me metí en el parque y aquí se inició la carrera más tonta de persecución. El lugar estaba en soledad absoluta, hacía frío y eso favorecía los planes del G.P. Dando vueltas y vueltas, en busca de una foto más de nuestro colirrojo, sabiendo que nuestros encuentros son fugaces y escasos. Al menos esta vez tuvimos más suerte que en las anteriores ocasiones y pudimos regresar a casa con la cabeza bien alta.
Nuestro perseguido, en compañía de los gorriones. El carácter gregario de los gorriones, los lúganos o los jilgueros choca fuertemente con el de nuestro solitario, que al igual que el petirrojo, marca su territorio celosamente.