Un precioso yesquero (seta pipa) resiste en el tronco cortado de un alcornoque frente a otras setas que ya han concluido su ciclo vital.
La misma seta pipa un par de semanas después, cubierto de una nueva generación de colibias (posiblemente).
La misma seta pipa un par de semanas después, cubierto de una nueva generación de colibias (posiblemente).
Sin que esto resulte arrogante o discriminatorio, las personas que portan curiosidades aristotélicas (o algo parecido) nos sentimos a veces gente algo rara. Frikis o nerves, como dirían algunos, necesitados de conocimientos estúpidos e inútiles sobre las cosas que nos rodean, como si la vida nos fuera en ello. Así que cuando te encuentras de cuando en cuando con alguien de tu misma especie, ensimismado en las mismas tonterías que tú, la sensación es peculiar, entusiasta. Estabamos el otro día después de la lluvia, capturando fotos de setas en el Parque del Príncipe, como de costumbre, cuando de pronto un chaval de unos doce años se acercó a mí. Estaba paseando un perro más grande que él y lo separó de Juan. Me preguntó entonces con cierta sorpresa:
- Así que tú también coges setas...
Yo le respondí que no, que no me atrevía y que tan solo las clasificaba.
- Pues yo sí, estas de aquí, dijo apuntando a una seta de chopo, las he cogido alguna vez, pero no están muy buenas que digamos.
- Y qué otras setas has visto por aquí?
- Más arriba he visto algunas amanitas y también lepiotas albas. He reconocido también tres tipos de champiñones, pero solo uno es comestible. Y también he visto coprinos, esas setas que no se pueden acompañar de alcohol...
Cuando el chaval empezó a largar nombres científicos como quien cuenta la alineación del Real Madrid, el GP se sintió delante de un espejo que le hubiese quitado más de veinte años. Y naturalmente, empezó a emocionarse también.
-También he visto una que se llama australopithecus, aseguraba este chico.
- Una seta que se llama como los monos... Curioso, dije, sin querer ofenderle. Él se dio cuenta rápidamente de su error y los dos sonreímos.
Después de una instructiva charla en la que compartíamos hallazgos y sorpresas, nos dijimos adiós y nos deseamos una buena caza de setas mutuamente. Ahora a veces, cuando paseo por el parque con Juan, buscamos esa presencia cómplice oculta tal vez tras un arbusto, al hallazgo de alguna maravilla de la naturaleza...
Típico cuesco de lobo (Vascellum pratense) maduro, cuando libera las esporas del interior para su propagación.
Cuando coincidimos este chico y yo había una auténtica explosión de setas de chopo por todos los árboles de este tipo y los sauces del parque. Él aseguraba sin embargo que no son demasiado deliciosas para ser consumidas.
Justo después de la lluvia, los marasmios y colibias crecen en los bordes del parque. Este podría tener cierta apariencia de senderuela, pero su pie está hueco por dentro, y las láminas mucho más apretadas. En cualquier caso, el ramillete se merecía una fotografía.