Volvemos a nuestro lugar favorito en la observación de setas cacereñas, para ver qué nos encontramos esta vez, en mitad de primavera, cuando la mayor parte de nuestros hongos descansan bajo tierra en sus micelios. Efectivamente, la explosión micológica del otoño no tiene comparación con ningún otro momento del año, y sin embargo, eso no quiere decir que de cuando en cuando tengamos magníficas setas para observar. Sirva de ejemplo estas amanitas panterinas, encontradas en la bajada del Cerro Otero, en la sierra de Aguas Vivas. Alguna que otra vez el G.P. las ha visto durante el otoño, y sin embargo, ahora se muestran hasta más abundantes que entonces. Las encontramos en el arbolado mixto de piño piñonero y encinas que desciende la ladera del cerro, así como en los mismos sitios donde crece la amanita muscaria en noviembre (hasta el punto que tal vez podrían tratarse de muscarias descoloridas). La forma del pie, mostrando una especie de anillado en su parte superior, nos sacó de dudas, aunque nos faltó comprobar las estrías del sombrero. Wonderful Amanitas, anyway...
Si alguien deseaba eliminar algún emperador romano, no había que hacer otra cosa que tirar de amanitas (cuentan que al emperador Claudio lo mataron así), aunque la amanita pantera no llega al extremo de la oronja verde y no es mortal (al no ser que nos hartemos de comerlas). Y seguro que hoy más de uno le metería una amanita de estas a algún presidente de gobierno o político corrupto o una suegra indecente. Para meterle un sustillo, más que otra cosa. Aunque, puestos a hablar de políticos del PP, el G.P. optaría por la muscaria, menos dolorosa y más divertida, para que por lo menos una vez nuestros gélidos y distantes políticos viesen enanitos verdes anarquistas, una revolución social o los caperuchos de Semana Santa convertidos en seguidores del KKK; cosas así, que supongo que serán el terror para los conservadores bien pensantes de este país.
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