No hay demasiados brezales en los mismos alrededores de Cáceres, predominando la jara como arbusto dominante, pero aún así podemos disfrutar de ellos en rincones selectos, y el olivar de los frailes es uno de ellos. En esta primavera seca y fea, la flor de los brezos nos distrae un poco de la falta de otras alegrías y el último fin de semana con la bicicleta pudimos distinguir los dos tipos que dominan por nuestra región: el Erica australis -o brezo español- o el Erica arborea -o brezo blanco-. Los ejemplares de este entorno cercano no alcanzan ni el diámetro ni el porte amplio que podemos apreciar en las sierras del norte de la provincia, como en las cumbres peladas de Piornal, pero sí llenan de color las laderas de la Sierrilla, en un denso matorral emergido entre pinos carrascos y encinas.
Estas especies son de las más exitosas y competitivas que haya en el entorno mediterráneo. Típicamente son de las primeras plantas en aparecer después de cualquier incendio, y resisten muy bien el fuego. En Piornal el GP ha visto grandes extensiones de brezo quemadas y que volvían a brotar al año siguiente desde sus tubérculos. Es natural que grandes espacios destruidos por el fuego hayan sido tomados por brezales como el arbusto sustitutivo de antiguos bosques. Y aunque constituyen una gran pérdida, en pueblos como Piornal los brezos eran extremadamente apreciados por su tronco basal o más técnicamente hablando su "lignotubérculo", es decir el engrosamiento considerable del tronco en su contacto con el suelo y su raíz, con un considerable potencial calórico y muy buscados antiguamente como madera para braseros y hogueras.
Precioso brezo blanco (Erica arborea) en plena floración.
La falta de lluvia no da demasiadas alegrías, aunque las Orchis han aparecido, como siempre, en la cima del cerro Otero. Las Ophris, sin embargo, siguen ausentes.