sexta-feira, 5 de fevereiro de 2016

MELANOLEUCAS: SETAS INVERNALES SUBIENDO LA MONTAÑA

Vista del olivar por el que husmeaba el GP
      Como seguimos teniendo un invierno atípico, nuestras amigas las setas también aparecen de forma atípica.  Ibamos en busca de una falla enorme, según nuestro compañero Francisco del Corral, por las laderas de la montaña, y nos encontramos con un enjambre de setas en mitad de un olivar, junto a otras curiosidades geológicas de las que hablaremos algún otro día. En un primer momento, el GP tuvo la sensación de tratarse de algún tipo de seta de cardo (aparecían en buen número junto a umbelíferas y formando a veces corros), pero sus láminas no eran nada decurrentes (se separaban las láminas del sombrero respecto al pie) y esto nos obligaba a abstenernos en el juicio. Una vez en casa, llegamos a la conclusión que debían tratarse más bien del género Melanoleuca, muy posiblemente M. grammopodia, aunque parece ser una especie no demasiado frecuente por nuestros lares.  En cualquier caso, llamaba la atención el gran número que aparecían por el olivar, rodeando a determinados cardos y creciendo apretadas unas sobre otras.

      Las otras setas que mostramos abajo son nuestras compañeras urbanas típicamente otoñales: los coprinos domésticos que emergen por cientos en algunas zonas del parque de Cánovas, junto a los troncos despejados de acacias y moreras. Estas sí que no tienen pérdida: lo único raro es, relativamente, la fecha. Acostumbrados a ver estos enjambres de hongos durante el otoño, estos oportunistas aprovechan cualquier tiempo favorable para extenderse... como lo que son. 

Y alguna cosilla más por estas fechas en el parque del Príncipe: orejas de Judas en el riachuelo de Aguas Vivas, junto a su entrada en el parque, junto al gran olmo derribado. Estas setas las hemos visto tanto en otoño como en primavera e invierno: su naturaleza lignícola la ayuda a estar un poquito por encima de las circunstancias.

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