sábado, 14 de janeiro de 2017

GRAPTOLITES, BIOTURBACIÓN Y RIPPLES EN LAS LADERAS DEL MARCO

Marcas de bioturbación.

Graptolites silúricos monograptus
    Hace tiempo hablábamos de las fantásticas marcas fósiles de las plantas en las tobas calizas del Marco, a la altura de Fuentefría. Pues bien, no hace falta irse muy lejos para toparse con otro buen yacimiento paleontológico a pocos metros del Marco. Basta ascender un poco la ladera de los montes cercanos para encontrarnos un buen número de rocas con restos fósiles. Así que uno de estos días de Navidad, estaba el GP vagabundeando por esas laderas, calándose los pies del todo por el abundante rocío navideño, en busca de todo y de nada (como en la mayoría de los casos), cuando se topó con una pequeña zanja en el terreno que llamó su atención. Era el único afloramiento visible en toda la zona y apenas ocupaba un par de metros del largo. Pasaba indudablemente desapercibido si no pasamos cerca de allí. 
Ripples de camino a la Montaña.
Las tierras removidas en esa parte, que ha permitido el afloramiento de
los graptolites...
Para nuestra sorpresa empezamos a remover piedras y descubrimos una enorme cantidad de graptolites (los más finos de todo Cáceres), perfectamente preservados y de mejor calidad que los que habitualmente vemos por la Ronda Norte o el parque del Príncipe. Estos graptolites pueden ser fechados del mismo periodo que los anteriores: del género monograptus, propios del silúrico. La gran diferencia frente a los otros yacimientos de Cáceres es que no aparecen en las típicas ampelitas, sino en pizarras grisáceas algo más consistentes que las anteriores, y en las que se ven perfectamente definidas las típicas celdillas en las que vivían estos animalitos paleozoicos (estos formaban grandes colonias, flotando en el mar). Los graptolites venían acompañados de pizarras con pátinas de colores, y formas que parecían ripples marks. 
Más ripples, sobre rocas areniscosas.
Por el pastizal, encontramos las típicas setas otoñales, clitocibes blancos
(tóxicos) acompañando a las senderuelas (comestibles). 
Poco después nos acordamos que en toda la zona habíamos visto en sucesivas ocasiones otros restos paleontológicos: cuarcitas típicamente agujereadas como un queso gruyere (presumiblemente restos de braquiópodos), grandes ripples y bioturbación un poco más adelante, siguiendo el camino de la Montaña, y también incluso algún fragmento de ortocéridos, como los que hemos encontrado ocasionalmente por la Ronda norte. 
Como no quedamos contentos con la primera visita, acudimos otra vez a buscar algún pedrusco más. Allí tuvimos la suerte de coincidir con un pastor cabreado con sus ovejas, que se lanzaban sobre cualquier resquicio en las alambradas para salir de su pasto ("siempre buscan las hijas de puta el lugar más complicado para pastar", no paraba de repetir), y nos comentó que la cata sobre el terreno donde encontramos los graptolites, no obedecía a ningún interés geológico (como suponíamos), sino que era debida a la futura construcción de una circunvalación en la ciudad en un futuro lejano. Como resultado de nuestra pequeña salida, vimos más bioturbación, formaciones amplias de hematites en algunos estratos areniscosos; algo que ya conocíamos. Pero nos informaron de una cantera, algo más arriba, sobre las cuarcitas. Así que allá volveremos. 

Más posible bioturbación... de subida a la montaña.

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