Pues sí, con el cambio del tiempo (deseado hace varias semanas) el G.P. se ha cogido un resfriado de aúpa. Tanto celebrar la llegada de las nubes, que se había creído que seguía siendo verano. Así que incapacitado para coger la bicicleta ni hacer salidas ambiciosas, nos vemos obligados a repasar imágenes de las pasadas estaciones para ver qué podemos publicar este nuevo mes. El G.P. tiene pendientes varias entradas de geología que irán llegando al mismo tiempo que los resfriados inesperados.
Para esta ocasión, queríamos destacar la trinchera del tren que se abre entre la estación de ferrocarril y el Carrefour. Es un lugar my bueno -yo me atrevería a decir de los mejores- para observar la calidad ornamental de las calizas cacereñas y también para obtener una muestra curiosa en el caso de los amantes de los pedruscos. Y lo cierto es que el lugar no promete en absoluto, rodeado de las viejas escombreras que rodean la antigua cantera del cerro cercano, y sin nada que mirar por allí excepto alguna chumbera. Afortunadamente su acceso se ha mejorado mucho con el corredor para bicicletas abierto hace poco tiempo.
Estas calizas aparecen en la trinchera sumamente erosionadas debido a los procesos típicos de disolución del carbonato cálcico en contacto con el agua de la lluvia, y aparecen enrojecidas por su contacto con el suelo arcilloso, proveniente a su vez de los procesos de lixivización. Esto les hace presentar unas formas particularmente llamativas que pueden apreciarse incluso mejor cuando las sometemos a un buen lavado y a una "cura" con la disolución de ácido clorhídrico. Aquí es mejor quedarse corto que pasarse, y no aplicar nunca a cristales o los perderemos irremediablemente.
El lugar, aparentemente poco atractivo para la vista.
Una de las calizas sometidas a "limpieza" con una disolución de ácido clorhídrico.
Casi nos quedamos sin caliza, aunque conseguimos eliminar toda la arcilla.
Las arcillas rojas son un excelente patrón para saber que estamos sobre el terreno calizo.
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