La temporada de setas ha transcurrido ya en su mayor parte y ni por asomo vemos ninguna de nuestros grandes hongos de años pasados. El GP deseaba agotar ya uno de sus últimos cartuchos con la esperanza de recoger algo de interés: la cañada del Casar, poblada habitualmente de gran cantidad de amanitas, lactarios y boletus. Pero no ha habido nada que hacer. Los habituales boletos se han reducido a un par de ejemplares y este año no hay ni rastro de amanitas por la zona; quizás algún ejemplar viejo y comido por las larvas. Sin embargo, a fuerza de buscar, nos hemos topado con una especie que pasa más desapercibida cuando tiene a estos gigantones a su lado y que en esta temporada se convierten en las setas más representativas de la dehesa. Se trata de un tipo de cortinario, cree el GP que el Cortinarius trivialis, dadas sus características generales y el hábitat en el que aparece.
Esta seta de tamaño mediano es el primer cortinario con el que se topa el GP, aunque seguro que habría en abundancia y no los veíamos. En efecto, aunque en este paraje arbustivo y de encina aparecía por todas partes, muchos de ellos estaban enterrados y no se reconocían fácilmente: hay que remover en muchas ocasiones la hojarasca y nos damos cuenta que no es un solo hongo, sino varios, y a veces creciendo dos de un mismo pie. Como otros cortinarios, la forma más sencilla de identificarlos es buscando restos de la cortina en su pie. En el caso de esta especie, el alargado pie está rodeado de jirones de la cortina. Ocasionalmente, se puede observar la cortina en el sombrero en los ejemplares jóvenes. En fin, a falta de otra cosa, buenos son estos cortinarios escondidos bajo las encinas.
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