Esta es una seta que siempre nos encontramos todos los años pero no puede decirse que la veamos de forma abundante. El año pasado hablamos de ella junto al señor Monago en plena crisis de viajes sentimentales a Canarias (por supuesto la pobre barbuda no tenía ninguna culpa de todo aquello). Ahora hablamos de sí misma con todo merecimiento. Aunque nuestra seta aparezca habitualmente también en parques espaciosos como el del Príncipe, lo normal es encontrarla en dehesas abiertas como esta, en la zona de Aldea Moret (de hecho, en el Junquillo también nos la hemos encontrado más veces, quizás prefiera suelos arenosos y algo ácidos). Además la podemos ver siempre con otros congéneres, por lo general naciendo en parejas. En nuestra foto, teníamos unas setas ya pasadas, con el sombrero literalmente desaparecido, y otras naciendo al lado del ejemplar maduro. El proceso de delicuescencia se ha iniciado ya en la seta madura -las láminas del interior ennegrecen y se convierten en tinta negra, como se atisba ya en la parte inferior del sombrero- y por lo tanto resulta ya inútil para el consumo humano. Y mientras se desarrollaba ese proceso, el sombrero nos mostraba un brillante color entre blanco y dorado atractivo para los fotógrafos campestres como el GP...
Aquí vemos el significativo porte de la barbuda sobre el terreno. Era una seta que veíamos desde lejos y que el GP confundió originariamente con una macrolepiota sin abrir... 
Cerca del lugar, hicimos una parada en la resbaladera de Aldea Moret. La pradera otoñal le da un toque más bonito que en el verano. Nunca habíamos reparado en el pozo que aparece en primer plano, siguiendo la vaguada que empieza desde la zona de la depuradora, y que sin duda, debe tener bastante agua durante buena parte del año.
Sem comentários:
Enviar um comentário