quarta-feira, 27 de abril de 2016

CONVERSACIÓN DE GALÁPAGOS...

Galápagos en una charca de la sierra de Aguas Vivas. Esta primavera están muy activos por todas partes...
Be water, my friend...
      En una estupenda mañana de abril dos galápagos leprosos parecían discutir filosóficamente tirados  bajo el rico sol de primavera. 
    - Nunca serás capaz de bañarte dos veces en el mismo sitio, porque todo cambia-, le dice el galápago viejo al joven. 
Quién es el primero en tirarse al agua...
    - Pero si vivimos en una charca, abuelo, y aquí el agua es siempre la misma- le contesta el galápago joven. 

     - Sí, eso mismo pensé yo hace muchos años, y he sido yo el que ha cambiado, y no la charca.
    - Eso no es tuyo, abuelo. Lo dijo el galápago Heráclito hace mucho tiempo...
    - Por eso mismo, nieto, por eso mismo. Con la filosofía basta que un abuelo no repita las mismas cosas de Heráclito a sus nietos, para que estas se olviden en una generación, y esta charca sea simplemente una charca, y nosotros unos simples galápagos leprosos que por supuesto, no hablamos ni pensamos...


sexta-feira, 22 de abril de 2016

ORCHIS CONICA EN LA SIERRA DE AGUAS VIVAS

    Y otra orquídea más para la colección del GP... Con esta ya van seis las especies de orquídeas que habitan por nuestros alrededores y que el GP ha localizado (los especialistas aseguran que podemos encontrar al menos once).
     Esta vez la buena suerte nos ha llevado a la sierra de Aguas Vivas, lugar favorito del GP para sus paseos. Es esta una zona que nos encanta para andar buscando flores y setas, incluso en esta temporada.  Andábamos buscando las serapias de hace un par de años y como suele ocurrir en estos casos, no encuentras lo que andas buscando pero a cambio te llevas sorpresas... En lugar de serapias, nos hemos topado con dos fantásticos ejemplares de la Orchis Conica (si no metemos la pata, como alguna vez nos ha pasado). Esta orquídea pasa relativamente desapercibida en el campo, por su tamaño relativamente pequeño y la menudez de sus flores. Acostumbrado a ver fotos donde las flores tienen una resolución y tamaño increible, te sientes un poco confundido cuando te las encuentras por el campo, con sus flores diminutas y el escaso porte de la planta. Tenemos que agacharnos y comprobar sus flores y la fisonomía típica de la planta (en las orquídeas es fácilmente reconocible). Pero una vez que ves las flores no te quedan dudas. Por cierto, que esta Orchis conica es relativamente fácil de reconocer por su flor con forma de muñeca, blanca con puntos rojizos (por supuesto que después los colores pueden variar de tonalidad).
     El primero de los ejemplares estaba ya en el límite con la pradera abierta y desnuda de los llanos de Cáceres; apenas algún piruétano, cantuesos y arbustos bajos, en la pequeña vaguada de un regato. Precisamente esa era la zona donde hace un par de años localizamos las serapias. Por desgracia ya había pasado casi toda la flor y estaba desarrollando sus frutos. Muy cerca pululaban a sus anchas las Orchis champaneuxii, algo tan habitual en la sierra de Aguas vivas que ya casi no llama la atención.  
    Entre contento y decepcionado por haberme encontrado con una orquídea nueva, pero con la floración ya muy avanzada, volvía a casa (tarde como siempre), pero con la vista hacia el suelo (hasta que no pisas asfalto nunca se sabe), y volvimos a encontrarnos con otra orquídea cónica, ya dentro del sendero de vuelta. Esta sí que estaba en mejor momento y ofrecía el típico ramillete cónico y abigarrado de flores en lo alto del tallo. Así que echamos unas cuantas fotos más, bastante penosas por la pequeñez de las flores, la luz y nuestra desastrosa cámara. Encima, de regalo, nos topamos con más Ophrys tenthredinifera, relativamente abundantes en la zona, y en total plenitud. Campos en plena floración, setas, galápagos y otras muchas cosas quedan para mejor ocasión, pero queda claro que esta primavera sí que se merece un buen paseo por todos los alrededores...
Vaguadas encharcadas y cubiertas de flores.
Lugar de encuentro con nuestra primera Orchis conica.

 Otra vez, galápagos leprosos en las charcas. Una vida tranquila al sol mañanero...

domingo, 17 de abril de 2016

HONGOS DE PRIMAVERA

Paneolo emergiendo de las boñigas de las vacas (Santo Toribio-Capellanías)
    En las últimas salidas del GP nos hemos ido encontrando con distintos tipos de hongos a los que siempre retratamos (hay pasión por cualquier hongo, por minúsculo que sea), pero que al final quedan olvidados en los archivos digitales.
Un hongo tradicional al final del invierno: Pisolithus (Portanchito)
Yesqueros colonizando los bancos de madera del parque del Príncipe.
    Como siempre decimos, dejar los hongos únicamente para el otoño es un error, y siempre nos podemos encontrar con curiosos ejemplares hasta bien entrada la primavera.  Suelen ser hongos de carácter lignícola (políporos, yesqueros, orejas de Judas), que crecen sobre excrementos (paleololos, estrofarias...) o algunos miembros de la familia de los bejines, presentes casi todo el año, excepto en la estación veraniega. Pero tampoco faltan el regreso de champiñones y puede que en una buena combinación de agua y sol, algún que otro boleto o amanita, los hongos típicamente otoñales. Tampoco hay que olvidar que hay especies típicamente primaverales, que están citadas en los alrededores de Cáceres, pero que el GP nunca ha visto, como la  Amanita ponderosa
Restos de invierno, pezizas y estrellas de tierra (Aguas Vivas)
Por último, no hay que descartar toparnos con restos resistentes de hongos de estaciones pasadas, como por ejemplo las pezizas, típicamente invernales, o las estrellas de tierra, muy abundantes en algunas zonas de encinar. En la mayor parte de los casos, son restos que ya han cumplido su etapa biológica, pero que sobreviven al paso de las estaciones. Por poner un ejemplo, el GP tiene un ejemplar de estrella de tierra en sus maceteros... desde noviembre pasado, y como si nada.
Sobre las boñigas, un hormiguero y rodeándolo un montón de paneolos.
Más estrellas de tierra, abiertas y cerradas, junto a un posible cortinario.
Rúsulas, posiblemente el gorro verde en la hojarasca de encina.
Una amanita deformada junto a pequeños lactarios.
Más lactarios: la flor de la derecha nos habla de la primavera...

Posdata micológica: 
tras las lluvias, nuestra última salida a la sierra de Aguas Vivas no podía ser de otra forma. Aparte de las orquídeas -de las que hablaremos más adelante-, nuestros hongos no nos han decepcionado, y dejamos aquí algunas muestras más de los hongos primaverales. Más paneolos y estrellas, pero también lactarios e incluso una amanita fuera de temporada. Por supuesto, no son setas para recolectar: el gorro verde, una seta que parece ser deliciosa, estaban atacadas por los gusanos, aunque los sombreros parecían en buen estado.

sábado, 9 de abril de 2016

BUITRES, GALÁPAGOS Y ORQUÍDEAS EN EL GUADILOBA


Un buitre de los buenos; no de los que salen en los papeles de Panamá.
Un galápago más valiente, expuesto a nuestra cámara.
Lo de salir al campo es una auténtica lotería. Hay veces que preparas a conciencia una salida, con un objetivo bien claro y te llevas una decepción: ni un miserable bicho, ni un pedrusco, ni una seta pocha o una flor pasada. Y otras veces y cuando menos lo esperamos... pues nos toca el gordo. Y eso fue lo que le pasó al GP ayer; íbamos de visita al meandro del Guadiloba, y se encontró de golpe y porrazo, con una convención de una treintena de buitres leonados, anades -que ignoro su nombre-, una reunión de galápagos leprosos al sol, un par de carpas en la orilla de un remanso y hasta una nutria practicando saltos de natación. Y todo esto a tan solo tres kilómetros del entorno urbano y el cinturón asfaltado de la Ronda Norte. Qué más se puede pedir...
Galápagos tomando el sol que más calienta...
Por si fuera poco, para darle un toque geológico al asunto nos encontramos con cuarcitas con skolitos venidos de la Sierra de la Mosca y unas estupendas grauvacas "enrejadas" en cuarzo (el nombre es del GP). Y de vuelta a casa, sin esperarlo, en la cima de un cerro pelado, con magníficas orquídeas del tipo Ophris speculum y la Ophris tetendrifera. Esta última, por cierto, nos acompañaría en el borde de la carretera hasta casi llegar a la Ronda norte. 
Ophrys speculum fuera de su hábitat común, los suelos calizos del Calerizo.
   Ciertamente, resultaría falso decir que no esperábamos algunas cosas. El GP había visitado la zona en febrero y se dijo para sí que la zona debería prometer en la primavera, para avistar anfibios y otros bichos. Pero curiosamente, con esto apenas tuvimos suerte, y salvo unas ranas comunes saltarinas en los charcos más apartados del río, no pudimos distinguir ningún anfibio de renombre.  Otra vez será, quizás en el verano, cuando a estos vulnerables bichos no les quede otra que juntarse todos en el último riachuelo con agua de la comarca...

Ophrys tentendrifera, cerca del camino al Guadiloba.
Esto, una vez más, nos hace pensar en la particular fortuna de vivir en una pequeña ciudad como Cáceres, sin industria, con poca agricultura en nuestros alrededores y con espacios naturales diferentes como la sierra de la mosca o la penillanura. Una ciudad con más recursos habría destruido tanto su patrimonio histórico como su entorno natural. Alguna ventaja debía tener el vivir en el desierto humano de Extremadura... 
 





                                                                                                                                                                                                                                                   Vista del inesperado lugar donde encontramos a las O. speculum, justo detrás de la bicicleta, al lado del camino que conduce al Guadiloba. Desconocemos si es muy normal que aparezcan fuera de sustratos básicos. La única explicación posible que el GP se puede dar es que el camino está hecho a base de arena y grava caliza, y esto tal vez ha facilitado la aparición -limitada a unos pocos ejemplares de esta orquídea-. La otra sin embargo es mucho más abundante, y como decíamos, nos acompañaba a ratos por el camino.

 Grauvakas con filones de cuarzo entrelazados en uno de los cauces abandonados del meandro.
 A diferencia de su tramo inferior, el Guadiloba aparece aquí mucho más limpio, antes de que el arroyo del Marco y las depuradoras de agua de Cáceres viertan aguas residuales urbanas.

sexta-feira, 1 de abril de 2016

PAPILIONACEAS PELIGROSAS: GARBANCILLOS DEL PORTANCHITO

Habas diabólicas creciendo en el camino
En la subida en vacaciones al Portanchito el GP se encontró con algunas curiosidades. Sí, vimos todavía un buen puñado de narcisos pálidos en floración, justo bajo los soberbios pinos piñoneros que coronan la cima del monte. Y también pudimos ver, entre los arbustos de estepa blanca algún que otro ejemplar de orquídea Or. champaneuxii, presente por lo que parece por toda la sierra de la Mosca. Pero sobre todo llamaron la atención del GP unas peludas leguminosas, de aspecto casi arbustivo, que crecían al pie del camino. No es que nunca las hayamos visto, pero tampoco son las más extendidas por los montes. Se trata de las habas del diablo (Astragalus lusitanicus), siempre y cuando el GP no meta la pataza, como últimamente hace cada vez que toca cuestiones botánicas. El Astragalus lusitanicus es una planta muy buscada hoy en día por los pobres estudiantes de veterinaria que tienen que preparar sus herbarios con gramíneas y leguminosas tóxicas para el ganado. 
Típica disposición dividida de hojas de leguminosas. Algo "peludas".
Flores blancas en racimo, también típicas de la especie.
    Los animales -las cabras, las vacas, las ovejas son algo más lerdas en estas cuestiones- habitualmente conocen su toxicidad y las evitan, pero a pesar de eso, los ganaderos suelen tener libres sus pastos de este tipo de leguminosas, por si las moscas. Quizás por eso tengamos que subirnos hasta lo alto del Portanchito para poder disfrutar del considerable porte de esta leguminosa -mayor que el otros de su familia- y sus racimos de flores, pero indudablemente deben aparecer en otras partes no frecuentadas por el ganado. Al GP por su porte y el lugar donde la encontró -en el mismo borde del camino de cemento del Portanchito-  le hizo pensar momentáneamente hasta en una acacia pequeña, pero tiene demasiado follaje y flores en él. Es una planta que por otro lado, está bastante extendida por ese cerro.