DE VISITA A LA SIERRA DE TORMANTOS... ANTES DEL INCENDIO DEL JERTE.
Por fin hemos hecho una ruta
Punto de partida de nuestra ruta: Peñanegra, a ocho kilómetros de Piornal con bicicleta.
decente por la sierra de Tormantos, de la mano del tío Crispín, que nos llevó desde Peñanegra hasta las cumbres cercanas a la Garganta de los Infiernos, lugar ahora quemado. Antes de seguir y para evitar dramatismos, aseguramos que la inmensa mayoría del paisaje que se ve en las fotos no se ha quemado y que el incendio ha tenido un efecto limitado en el entorno que hemos visitado. Eso no quita por supuesto que sea una auténtica lástima que estos actos ocurran y que encima sean provocados...
Linde entre Navaconcejo y Piornal. Cayeron tortas aquí
entre piornalegos y navaconcenses, y eso que eran los tiempos
del Generalísimo y la violencia se resolvía a golpe de cárcel...
En realidad el paisaje de las cumbres de Tormantos -al igual que lo que se ha quemado- es hermoso y sencillo al mismo tiempo, y tiene más que ver con la geología y el entorno paisajístico en general. Las cumbres de Tormantos forman mesetas altas, al igual que el entorno de Piornal, imposibles de ver desde el fondo del valle. Inmensos berrocales, desfiladeros verticales, formas erosionadas del granito en foliación o en típicos bolos, enclaves migmatíticos, todo esto entre pastizales de montaña, piornos y algún brezal o algún roble achaparrado en las partes más bajas. No hay que olvidar que estamos a más de 1500 metros y las formaciones boscosas ya no se dan a estas alturas. Sí hay pastizales y vegetación herbácea que debe ser de gran interés en la primavera, pero en verano, salvo los lugares cercanos a manantiales, el pasto está seco.
Piedra caballera en el entorno de Peñanegra, una elevación
granítica en desmantelación (1438 metros).
Las puntas de cuarzo son abundantes en las laderas de
Peñanegra o en el puerto de la Padrona.
Quitando las primeras quitameriendas de la temporada (Merendera pirenaica), apenas tuvimos ocasión de ver flores. Sobre bichos, las zonas bajas de Peñanegra y los manantiales de montaña en general son conocidos y temidos entre los lugareños por la presencia de víboras. No son raras las picaduras al ganado por las víboras. Pero nada de eso hemos visto; en su lugar, aparecían debajo de las piedras los típicos alacranes, bien hermosos y con el aguijón en alto. Ranas comunes y culebras viperinas en el embalse de Peñanegra, lagartijas colilargas e ibéricas en los berrocales soleados son los animalitos más comunes de ver por aquí, aunque seguro que encontraríamos ranas patilargas o lagartos ocelados más arriba (hace muchísimo que el GP no los ve en estos lares). Cuando estás en las cumbres en realidad no ves mucho más que el ganado. Creemos que es mejor alzar la vista al cielo y encontrar con suerte algún halcón peregrino, como tuvimos ocasión de hacerlo, y disfrutar con sus vuelos. No faltaron, como siempre, buitres leonados, que usan algunos de los desfiladeros para sus nidos.
Cumbres de la sierra: al lado izquierdo, la Vera, mientras
que al derecho bajamos al Jerte.
Está claro que para las alturas del año que estamos, sin flores ni pastos, la geología es el campo con el que tenemos que disfrutar en la zona -aparte del paisaje, of course-. Ya hemos comentado la paragénesis típica del lugar: es un buen lugar para encontrar ejemplares decentes de los minerales típicamente graníticos: turmalina, maclas de feldespatos, micas moscovita y biotita, y por supuesto, mucho cuarzo. En los alrededores de Peñanegra y en el puerto de la Padrona, transcurren gran cantidad de filones de cuarzo. Ocasionalmente nos encontramos en uno de los puntos elevados del altiplano esquistos con apariencia migmatítica y abundantes en granate, residuos de los materiales geológicos previos a la elevación del inmenso batolito del Sistema Central.
El berrocal en la cumbre, entre piornos y pastos.
Pero lo mejor, volvemos a decir, lo constituye el propio paisaje del berrocal granítico, con sus grandes bloques erosionados por foliación, presentando el aspecto de grandes lascas, o mostrando los típicos bolos redondeados del granito. y Todo ello, paseando por el techo de la región, entre los 1400 de Peñanegra y 1800 metros de La Panera con sus vertiginosas caídas por la pendiente, creando desfiladeros a un lado y otro de la cumbre... Por último, contábamos con una cámara de vídeo en ese momento en lugar de nuestro habitual cacharro, y el tío Crispín empujó al GP a grabar sus alacranes, los paisajes y pedruscos del lugar. Os dejamos el vídeo, que ya está subido en otros lugares.
Caída en Peñanegra.
Granitos foliados en grandes lascas, en las cinco cruces.
La Panera, la montaña más alta que se ve a la izquierda, lugar donde acababa nuestra ruta. Por detrás,
la inmensa nube de humo producido por el incendio en la
Garganta de los Infierno, solo dos días después de completar nuestra ruta.
¡ Que bonitas son esas sierras ! Besitos.
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