El paseo de la mañana con Juan ha tenido un encuentro insospechado. Estábamos los dos contemplando, entre estornudos y risas varias, las flores del parque del padre Pacífico, cuando una bandada de peculiares pájaros llamó nuestra atención. Un grupo de aviones había convertido un pequeño barrizal en su aeropuerto particular. Era la primera vez que contemplaba (Juan se había dormido en ese momento) esta especie posada en tierra firme. Por un momento pensé que eran ejemplares jóvenes que estaban bebiendo del charco diminuto creado por el agua de riego, o que tal vez estaban buscando comida fácil en el suelo. Sin embargo, cuando después pude ver las fotos con más tranquilidad, reconocí lo que estos pájaros estaban haciendo: se llenaban sus picos de barro y raíces para construir los magníficos nidos de los alrededores. Vamos, que lo que estaba viendo era una auténtica "cantera" con gente trabajando rauda y veloz para rematar sus hogares.
El verderón de la foto fue el último invitado. Este sí que no podía negar que acababa de salir del nido. Apenas podía volar y se acercaba a nosotros con la misma ingenuidad con la que contemplaba a los ruidosos canteros de blanco y negro.
Te cuidado con Juan, que lo vas a pervertir.
ResponderEliminarYa llegará el momento que me tire los trastos a la cabeza... Por ahora, conductismo puro y duro: condicionarle hasta la médula. Seguro que después saldrá torero o cazador, mardita sea.
ResponderEliminar