Cuando las presas se convierten en cazadores...
Con el buen tiempo, nuestras amigas las ranas comunes vuelven a verse surcando cualquier rincón húmedo en los parques y arroyos de Cáceres. Así ocurría la semana pasada en el parque del Príncipe, y a pesar de tener cientos de imágenes de esta especie (a veces me pregunto si no repetiré la misma rana de estación en estación) no me resistía a la tentación primaveral. Unas cuantas ranas quietas a unos pocos centímetros de la cámara se convertían de nuevo en fotografías para el album. Entre ellas, había una que se mostrab excesivamente quieta, sin temor alguno ante el objetivo amenazante. Ignoro si estaría aletargada con el sol de la tarde, pero no cabía duda que debía llevar mucho tiempo allí. Cuando vi las fotos más tranquilamente, me encontraba que la pobre rana, efectivamente, debía estar en un descanso tan plácido que ni siquiera se había percatado que estaba siendo chupada por todos los mosquitos de los alrededores... Un montón de pequeños bultos panzudos y rojos aparecían en el dorso del animal, que aparentemente, yacía indiferente a lo que sucedía por detrás. Menos mal que la pobre saltó en el último momento. Y es ya lo decían, las siestas, cuanto más cortas, mejor. Y más todavía, en compañía de mosquitos.