sábado, 15 de setembro de 2012

DE VISITA AL... CALDERÓN DE PIORNAL

    Parte superior del Calderón, todavía con agua. 
   
       Durante el mes de septiembre el GP tiene pocas cosas que contar desde Cáceres, asfixiados por los últimos coletazos del verano y el comienzo de curso. Sin embargo, quedan muchas fotografías del verano que no pudieron ser publicadas en su momento, por el proceso de aislamiento internáutico que lleva a cabo el GP durante ese tiempo. Por ello, vamos a seguir rescatando alguna cosilla interesante que quedó en el tintero durante los meses de julio y agosto. En Piornal el GP se dedicó muchó a hacer la ruta del Calderón, por el camino de la Viña.  Este es un paseo que no se hace en más de 45 minutos (media hora para bajar al Calderón, 45 minutos para subir al Piornal) y que realmente merece la pena disfrutar en verano a primera hora de la mañana, cuando todavía no hay demasiadas moscas rondando por los ojos. El camino es el antiguo sendero del pueblo, reconstruido y ampliado a finales de los años cincuenta y pavimentado entero con piedras de granito, para que las caballerizas pudieran subir al pueblo con más facilidad desde Cabezuela. Aunque todavía se mantiene en buen estado de conservación, resulta algo lastimoso que la entrada en el pueblo se haga atravesando un vertedero (con todas las buenas sensaciones visuales y olfativas que esto produce). La cereza, en definitiva, arrincona y desprecia cualquier otro proyecto distinto por estos lares. A pesar de esto, se atraviesan robledales de gran belleza y la calzada completamente empedrada mantiene una dignidad constructiva que merece la pena disfrutarla.
Una de las gomas vampíricas que encontramos en el cauce.
     Cuando uno llega al Calderón en pleno verano, se encuentra con sentimientos enfrentados. No es un arroyo con gran caudal, puesto que está a una altura considerable, pero su cauce se mantiene seco por el riego excesivo de los huertos colindantes. Cuando uno empieza a saltar entre los peñascos, siguiendo las hileras de agua, acaba encontrándose siempre una manguera que chupa (con bastante ruido) hasta la última gota del arroyo. Resultado: el salto del Calderón propiamente dicho se mantiene seco desde el comienzo del verano. Tan solo su parte superior, una represa construida en los años veinte para la "fábrica de luz"  mantiene un caudal permanente. Algo delicioso para un amante de las piedras como el GP, pero deprimente para el visitante en general y un ejemplo más de un uso excesivo de nuestros recursos hídricos. 

       El origen geológico del Calderón es, como otras muchas gargantas de la zona, una falla que atraviesa perpendicularmente el cauce del río (cuyo curso se aprovecha habitualmente de otra falla geológica). Esto provoca el considerable diferencial de altura existente y fue lo que permitió crear una minicentral hidráulica de mediados del siglo XX, de la que apenas quedan restos. En la gran caldera, totalmente seca en el mes de agosto, nos encontramos bolos de granito de muy distinto tamaño arrastrados y erosionados por el agua, y ocasionalmente de diferente composición lítica (cantos rodados de migmatitas, pegmatitas y granitos biotítiticos, especialmente). Por otro lado, en la superficie del granito pueden observarse ocasionalmente filones pegmatíticos y diques de cuarzo, mientras que el la parte superior del Calderón pueden también verse al descubierto ejemplos típicos de la acción erosiva del río, como pequeñas "marmitas". 

     Fuera de los intereses geológicos del GP, este lugar es interesante para observar la rana patilarga (Rana iberica), de la que hicimos mención hace un par de semanas, y disfrutar de la vegetación de ribera, mantenida hasta cierto punto, con distintas especies de helechos amantes de la humedad. Mención aparte merece un enorme castaño que se encuentra a unos pocos metros de la garganta por su parte superior, de dimensiones enormes. 

Camino de la Viña, construido a finales de los cincuenta con las peonadas de todos los hombres del pueblo. Los habitantes de Piornal debían trabajar en él, ya fuera activamente o mediante el pago de algún impuesto. Se usaron barrenos para abrir algunos parajes y está todo perfectamente empedrado con roca local, granitos y migmatitas. 

Detalle del empedrado del camino al Calderón. Sugerencia para el camino: buenas botas (para evitar torceduras) y un helecho para abanicarse y ahuyentar las moscas del roble.

Parte baja del Calderón: imagen del desnivel de la falla que atraviesa la zona. Se ven perfectamente las fracturas del granito y la acción erosinadora del torrente en sus momentos de mayor caudal. 

En la marmita del calderón nos podemos encontrar materiales arrastrados por la corriente de distinto tipo, especialmente migmatitas y granitos biotíticos, con grandes cristales de biotita de tamaño centimétrico, como podemos ver en la fotografía.
Ejemplo de migmatita con su habitual apariencia bandeada de minerales más oscuros (biotita, fundamentalmente) y claros (feldespato y cuarzo). Son rocas formadas en procesos metamórficos locales, y aquí se dan en enclaves particulares pero nunca de forma generalizada.

Rana patilarga piornalega. Su línea dorsal discontinua permite distinguirla de su pariente más cercano, 
la rana roja (se puede ver el anterior post para ver la distinción). La rana común lleva una típica línea dorsal de coloración verdosa en el centro.

2 comentários:

  1. "La cereza, en definitiva, arrincona y desprecia cualquier otro proyecto distinto por estos lares". Cuanta razón en tan pocas palabras. Saludos.

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  2. Es cierto. Se han hecho y se hacen muchos disparates en nombre de la cereza. Talas de robles y castaños, sobreexplotación hídrica, uso excesivo de herbicidas, indiferencia hacia el impacto paisajístico y ecológico... en fin, qué te voy a contar que tú no sepas...

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